Casi todo indica que la actriz australiana de 46 años de edad va por su tercer Premio Oscar, al ponerse en la piel y en el alma de una ama de casa de clase alta que en la Nueva York de los 50 lucha por un amor crecido en medio de grandes dificultades.
Ciudad de México, 30 de enero (SinEmbargo). Aunque se enojen las feministas, la australiana Cate Blanchett es la Daniel Day Lewis con faldas. Y no porque haga falta el referente masculino para definir los valores de tan talentosa dama, sino porque el citado actor británico es el prototipo del Midas de la actuación: todo lo que interpreta se vuelve paradigmático.
No es la excepción en Carol, la película de Todd Haynes basada en una novela de Patricia Highsmith (1921-1955) y que cuenta la historia de un amor crecido en medio de una circunstancia desgraciada y dispuesto a trasgredir las muchas normas sociales y coercitivas de la época.
Carol es Blanchett en su mejor forma, que es como decir la forma acostumbrada para hablar de una actriz que se supera a sí misma en cada filme. De hecho, es la única apuesta segura que toman en cuenta los jugadores con vistas a la entrega de los Premios Oscar el próximo 28 de febrero en Los Ángeles.
También su compañera de elenco, Rooney Mara, aspira a una estatuilla dorada en la categoría de mejor actriz secundaria, aunque en su papel de la muchacha que ingresa a la vida de una ama de casa de clase alta para darla vuelta en forma radical, no sale de la acostumbrada languidez y excesiva economía gestual a que nos tiene habituados.
El guión, que junto a la actuación de su protagonista, constituye uno de los puntos más destacables de este drama que transcurre en la Nueva York de los 50, corresponde a Phyllis Nagy, quien supo leer las entretelas de The Price of Salt, la novela que Highsmith comenzó a a idear en 1948 cuando trabajaba de dependienta en unos grandes almacenes de Manhattan.
Una mujer rubia que agitaba con elegancia sus guantes mientras pedía a la joven Patricia que le mostrara unas muñecas fue el germen de un personaje que parece encaminar a Blanchett rumbo a su tercer Oscar.
En un papel muy diferente a la atildada ricachona venida a menos de Blue Jazmine, que le valió su primera estatuilla dorada en un protagónico y sin duda muy alejada de la Katherine Hepburn que debió interpretar en El aviador, junto al hoy muy nombrado Leonardo DiCaprio y por la que obtuvo el Oscar en la categoría de actriz de reparto, la australiana borda con hilos de oro el personaje creado por la autora de Extraños en un tren.
Con Carol, Highsmith dejó de lado las historias de suspenso que la consagraron en el género de la novela negra y se lució describiendo una historia de amor prohibido entre dos mujeres de diferentes edades y clase social, que publicó con el seudónimo de Claire Morgan.
Decir que Carol hace centro en el lesbianismo es empequeñecer un drama que abarca a las personas que pretenden vivir felices, aunque ello provoque escándalo o molestias a una sociedad pacata o a aquellos seres cercanos que se sienten amenazados por una dicha ajena que no logran comprender ni aceptar.
Todo amor debe atravesar, más allá de los géneros, una etapa de imposibilidad y en el caso de la Carol de nuestra historia, es el amor o es el abismo, es la felicidad o la condena de entregarse a una soledad desesperante e injusta.
Todo ese sufrimiento logra transmitir Blanchett, en uno de los papeles de su vida.
Carol, enamorada irremediablemente de la joven Therese, decide luchar contra su gran enemigo, el mundo, y defender un amor genuino, su pasaporte a una vida encarada con verdad y entereza.
Carol
2015
Todd Haynes
EU/UK
Drama/Romance
