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Fabrizio Mejía Madrid

29/12/2022 - 12:05 am

Mentiras 2022

Esta columna, con datos de Infodemia del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano, no puede hacer el recuento completo de las mentiras pero eligió para su despliegue elegir las 12 uvas del año. Muchas de mis favoritas quedarán fuera, como la de la prohibición de los nacimientos o la magia negra que se practica en el Palacio Nacional.

“Sugiero a Su Majestad establecer contacto con quien resulte electo como Jefe de Estado en las próximas elecciones a efecto de conocer su disposición para otorgar a España una nueva oportunidad de restablecer las relaciones que México merece”. Así concluía la carta apócrifa que el 9 de febrero de 2022 se hizo circular en redes sociales y que informaba de la decisión de López Obrador de romper relaciones con España.

Como los anteriores, el 2022 tuvo un promedio de tres mentiras diarias, es decir, más de mil en todo el año. Cada una requirió ser desmentida por el Gobierno, vía Infodemia, a quien agradecemos la información de esta columna, o la sección de Quién es quién en las Mentiras de la semana. Quienes las crearon pertenecen a conglomerados ya dedicados casi en exclusiva al invento, la falsedad, la calumnia, y la impostura. Medios como Latinus, diarios como Reforma y El Universal, personajes como Felipe Calderón o Vicente Fox, fueron los principales instigadores de esta forma de oposición que centró su atención en el sesgo de sus destinatarios. Esa inclinación tuvo en 2022 tres temas: la figura presidencial, unas veces enferma, otras, en supuestos acuerdos con el narco o espiando a sus opositores; la revocación de mandato y la reforma política que secretamente eran una forma del Presidente para reelegirse; y las obras del Gobierno que se inundaron, salieron carísimas, o beneficiaron a los familiares de los secretarios o el mismo Presidente. Las mentiras de 2022 fueron dirigidas a quienes creen que el Presidente López Obrador es igual a los anteriores; a los que creen que en México las cosas no pueden hacerse bien y sin corrupción; y a quienes confunden la confianza en un Gobierno con ser manipulables o crédulos.

Esta columna, con datos de Infodemia del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano, no puede hacer el recuento completo de las mentiras pero eligió para su despliegue elegir las 12 uvas del año. Muchas de mis favoritas quedarán fuera, como la de la prohibición de los nacimientos o la magia negra que se practica en el Palacio Nacional. Y, por ello, pido disculpas.

Empecemos. El 11 y el 24 de enero se dieron a conocer, respectivamente, la muerte por COVID del Presidente López Obrador, y un doble infarto que le habría dejado inhabilitado en el Hospital Militar. Esta historia sería retomada el 17 de febrero por Denuncia Ciudadana CDMX y, luego, ocho meses después, por Latinus a quien un grupo de hacktivistas llamado “Guacamaya” le dio la información, según esto, directamente de los correos electrónicos de la Secretaría de la Defensa. El problema con el Presidente es que aparece a diario en conferencias de prensa y giras por todo el país. Es cuando se pregunta qué sentido tiene mentir sobre la muerte del Presidente si no es como un experimento para medir cuánta gente la difunde.

Febrero fue el mes en que se insistió en un conflicto de interés fabricado con muy poca habilidad: la casa de Houston que había alquilado la esposa de uno de los hijos del Presidente a cambio de contratos de Pemex a quien ni siquiera había trabajado en Baker Hughes en esos años. Nada coincidió: ni las fechas, ni el absurdo de dar contratos a cambio de pagar el alquiler de una casa. Sin embargo, fue el notición de febrero al que no le importaron los desmentidos del propio empleado de Baker Hughes, la auditoría de una compañía estadunidense, los contratos de arrendamiento publicados por La Jornada, ni el hecho de que, al final, el propio reportero dijera eran “inferencias”. En redes, fue una información de 84 por ciento de retweets, es decir, sin opinión de sus usuarios, a un ritmo de 400 por cada cinco minutos, lo que demuestra el uso de bots. Luego, se trató de vincular a otro empresario, ahora de Vidanta, en un conflicto entre concesiones turísticas y la visa del mismo hijo del Presidente, pero la versión agonizó porque los contratos eran del sexenio de Peña Nieto.

En marzo, todo giró en torno al nuevo aeropuerto Felipe Ángeles, construido en tiempo récord y sin deuda. Se le dijo de todo: que la torre de control estaba chueca, que un cerro estorbaba los aterrizajes, que los baños no tenían agua, que sólo tenía una pista. Pero a la inauguración le imprimieron poesía: que los invitados eran militares vestidos de civil, que eran “acarreados”, que llevaban sus despensas con arroz y aceite. Para documentarlo usaron una foto de diciembre de 2019 de un acto del PRI en Ecatepec. Sin duda, la mayor mentira fue la de Milenio cuando aseguró que una señora que vendía tlayudas en la parte de afuera era, en realidad, una concesionaria de los locales comerciales que, tiempo después, se dijo que eran para ambulates o piratería, cuando se hizo una exposición de mezclilla artesanal. Aquí lo que se buscó fue el sesgo de quienes no creen que pueda hacerse una obra pública bien hecha, que sólo si son arquitectos extranjeros y constructoras privadas, se puede tener confianza en lo que todavía no se conoce ni usa.

El 10 de abril fue el ejercicio de Revocación de Mandato del Presidente. La oposición llamó a no participar y echó a andar varias mentiras. El 6 de abril, cuatro días antes de la votación, la oposición columnista de los diarios aseguró que nadie había solicitado la consulta y que por lo tanto, era un “capricho” del Presidente. Se borraron de un plumazo los dos millones 845 mil 634 firmas de ciudadanos validadas por el propio INE que la solicitamos. Ese mismo día, aseguraron que la revocación era un mecanismo para la reelección del Presidente y no, como dice la Constitución, para interrumpir anticipadamente un mandato. El día de la votación se difundió una fotografía hechiza con papeletas marcadas a favor de que López Obrador siguiera en el cargo. El propio INE tuvo que salir a desmentirlas señalando que las diferencias con las papeletas verdaderas. También tuvo que salir a desmentir un video difundido por la cuenta de Twitter de Vicente Fox en las que se mostraba relleno de urnas. El video usado por Fox era de 2018. Cuando no se alcanzó el 40 por ciento para que la consulta fuera imperativa, la oposición divulgó una nueva mentira: que la abstención era a favor del PRIAN. La mentira de las boletas falsificadas sería usada, de nuevo, un día antes de las elecciones en seis estados, donde Morena ganó cuatro.

La mejor de mayo fue una foto que se compuso de tres imágenes distintas: la primera, era la del Presidente dentro de su coche en una gira en Chiapas en marzo de 2021; la segunda, afuera del automóvil de una protesta en Cuba en julio de 2021; y la del retrovisor del copiloto, era de una represión en España ese mismo año. Al juntarlas, la oposición inventó una gira del Presidente en Cuba donde no volteaba ni a ver a los pobres manifestantes. Fue parte de la campaña contra los médicos cubanos de los que se dijeron cosas tan opuestas como que iban a cobrar 140 mil pesos mensuales o que venían en calidad de esclavos, sin pago alguno. A esto se le añadió que venían a adoctrinar a sus pacientes o a inyectarles sustancias tóxicas como el comunismo o el son cubanos.

Ante su derrota en cuatro de las seis gubernaturas, la oposición gastó millones en 197 mil mensajes en redes sociales que trataron de vincular a Morena, el Presidente, y algunos senadores con el crimen organizado. Según un estudio de Tlatelolco Lab de la UNAM se usaron, también, a 30 columnistas de medios corporativos para posicionar la idea de que “abrazos, no balazos” no se refiere a los programas sociales de contención de las causas de la violencia, sino a un pacto con los narcos. De ahí, derivan como “pruebas” el saludo del Presidente a la mamá del "Chapo" Guzmán, que “va mucho a Badiraguato”, donde se construye una autopista y distritos de riego, y que ganaron en Tamaulipas, donde el Gobernador saliente fue acusado de lavado de dinero y nexos con el cartel de Sinaloa. De pasada, estos medios y opinadores añadieron uno más de sus desdenes hacia el país que no conocen: decirle a ciertos estados, como Sinaloa o Chihuahua, entidades de “narcos” y descartar a sus habitantes como “delincuentes”.

El 16 de julio se viralizó un audio con la voz del Presidente que decía: “Me hicieron llegar 956 millones de pesos. Vamos a tener mayoría en el Congreso para imponernos por la fuerza, convencer, persuadir. Entonces, no creas que me preocupa mucho la saturación de hospitales y los muertos. Y ya no lo tomamos en cuenta, pero era para esto, que siempre el tronco sea nuestro. Estoy hablando de miles de millones de pesos”. El audio estaba sacado de una entrevista editada al Presidente del documental de Epigmenio Ibarra y fue usado para dar una clase en Producciones Cicuta para demostrar cómo se podía trucar un audio para hacer que alguien dijera prácticamente lo que tú decidieras. Pero al viralizarlo, la oposición omitió poner que era un audio falso. Unos 10 días antes también habían pretendido viralizar un audio trucado de la Gobernadora de Campeche, Layda Sansores, en la que llamaba al Presidente “mentecato sin escrúpulos” pero nadie lo retomó como verdadero.

En el mes de agosto dominaron mentiras que se anulaban entre ellas, es decir, sumaron cero. Por un lado, se dijo que los disturbios del día 12 en Jalisco, Guanajuato, Chihuahua y Baja California, eran la debilidad del Gobierno, cuando no la pérdida del control del Estado. Pero, al mismo tiempo, personajes como Ricardo Alemán aseguraron que era el propio Gobierno el que había organizado los disturbios con el objetivo de convencernos de la “militarización” del país. O no tenía control o tenía tanto control como para convencernos de que no tenía control. Qué laberinto.

El 21 de septiembre se recordará en los anales de las mentiras. En El Universal, el columnista Héctor de Mauleón firmó un texto donde publicaba unos supuestos cables del embajador norteamerico, Ken Salazar, que involucraban al candidato ganador de Morena en Tamaulipas con el Cartel del Noreste. El propio Salazar lo desmintió desde Oaxaca pero bastaba una leída a sus “cables” que calificó de “veneno puro para Morena”, para vislumbrar errores de redacción en inglés que ningún diplomático cometería como aquel que se hizo célebre de “we are investigating all those related to this strange case”. Ante el desmentido y el ridículo de la redacción en inglés, De Mauleón, como en sus mentiras anteriores sobre las vacunas, no se disculpó, sólo se preguntó con desidia: “¿Me engañaron? ¿Me equivoqué?”

En octubre, la derecha mediática se dedicó en tiempo y dinero a darle aire a lo que de inicio nació desinflado: la supuesta “bomba” que tiraría al Gobierno de López Obrador, los Guacamaya Leaks. La combinaron con una acusación de que el Ejército espiaba con Pegasus a unos periodistas que trabajan para Mexicanos contra la Corrupción de Claudio X. González y a otro más, acusado de tener nexos con el crimen organizado en Tamaulipas. Pero lo de Guacamaya, que apareció en el portal Latinus de la familia Madrazo y financiada por el exgobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, eran capturas de pantalla que todavía tenían el cursor a la vista, correos electrónicos de la Defensa Nacional, y seguimientos de prensa del tipo que hacen diario todas las dependencias del Gobierno. Lo más destacado fue un correo que avisaba del mal estado de salud del Presidente: aseguraba que padecía de gota en un pie. La gota motivó que algún entusiasta del golpe blando dijera que era causal de “incapacidad” de López Obrador para gobernar. Ante el fracaso de las guacamayas, sacaron de contexto una frase de López Obrador sobre Francisco I. Madero, en la que dijo: “Este Ejército, lo he dicho muchas veces, surgió para combatir un golpe de Estado, a los conservadores, a los fifís, que se atrevieron a asesinar al Presidente Madero”. Denise Dresser y Chumel Torres leyeron que el Presidente López Obrador iba a usar al Ejército contra ellos. Así de ególatras. Ya sin miedo al enloquecimiento en público, Dolia Estevez, corresponsal en Washington, inventó que México le había comprado un sistema de espionaje a Rusia, llamado Glossnas, pero luego se supo que era para la cooperación en satélites para telefonía celular.

El 3 de noviembre el periódico Reforma tituló así una nota en portada: “El Mayo y el Chapo tendrán su museo en Badiraguato”. La nota, reproducida por Sergio Sarmiento y Manuel Clouthier, era mentira. La obra en Sinaloa es un mirador y un museo de cultura regional. Para quienes piensan que hay estados y habitantes “narcos”, pues suponemos que la cultura regional en Sinaloa no puede sino ser delincuencial.

El año terminó como empezó. Con una mentira sobre la salud de algún funcionario. El 5 de diciembre a las 11:45 se difundió por Marietto Ponce que la Jefa de Gobierno de la CdMx, Claudia Sheinbaum, había sido hospitalizad de urgencia en Nutrición. Una hora más tarde, Claudia estaba rindiendo su Cuarto informe de Gobierno.

Hasta aquí las mentiras de 2022. En lugar de lo que era habitual en todos los fines de año, el balance, el recuento de lo sucedido, ahora lo que prevalece es el repertorio de lo que no ocurrió. Trataron de que lo creyéramos y difundiéramos. Pero yo sé que usted no lo hizo. Si lo hubiera hecho, no estaría viendo esta columna. Feliz 2023 para todos.

Fabrizio Mejía Madrid
Es escritor y periodista. Colabora en La Jornada y Aristégui Noticias. Ha publicado más de 20 libros entre los que se encuentran las novelas Disparos en la oscuridad, El rencor, Tequila DF, Un hombre de confianza, Esa luz que nos deslumbra, Vida digital, y Hombre al agua que recibió en 2004 el Premio Antonin Artaud.

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