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El canto de la poesía somalí: una tradición de boca en boca que sirve también de protesta

29/11/2018 - 12:05 am

La poesía somalí está concebida para ser un deleite auditivo y no escrito, y a pesar de que en la actualidad también haya poetas y poetisas que empleen la escritura para la composición poética, continúa siendo esencialmente un ejercicio de boca a boca.

Ciudad de México,  29 de noviembre (SinEmbargo).- Ahí donde las aguas del Mar Rojo afluyen con el Océano Índico, en el Cuerno de África, se encuentra un lugar que, aunque difícil de creer, alguna vez fue considerado tierra de poetas. Somalia es un país que tiene una tradición oral gigantesca, donde la poesía no ha sido relegada únicamente a la expresión artística. El verso es una parte esencial de la vida Somalí.

Si cualquiera de nosotros estuviéramos parados en aquellas tierras veríamos y escucharíamos a niñas entonar versos sobre sus más preciados juegos; a las personas que cultivan alimentos, canciones sobre el arado, y a muchas más tejiendo y entonando palabras para dotar de sentimientos aquellas cosas que son significativas para ellas. El verso está intrínsecamente ligado a su cotidianidad y en él están contenidos sus goces, sus anhelos, sus sufrimientos. El tejido social de aquel lejano lugar está hilvanado de poesía.

Así fue como al explorador británico Richard Burton Francis le pareció, cuando a mitad del siglo XIX se le encomendó una misión: explorar el este de África. Juntó un grupo expedicionario, tomaron su equipaje y partieron desde Adén, Yemen, hacia aquellas tierras casi inexploradas por quienes siempre han contado la historia oficial.

En 1856, en su libro Primeros pasos en el este de África, escribe: “Es extraño que un dialecto, que no tiene ninguna letra escrita, sea tan rico en poesía y en elocuencia (…) el oído afinado de esta gente provoca que obtengan un inmenso placer a través de sonidos armónicos y expresiones poéticas.” En efecto, el idioma fue escrito y oficialmente reconocido hasta el año 1972, previo a esa fecha la tradición poética de esta cultura fue compuesta, interpretada y preservada esencialmente de forma oral.

EL TEMIBLE MULLAH

El comandante británico Richard Corfield desobedeció la crucial instrucción de sus superiores: no entablar ninguna confrontación con Muhammad Abdillah Hassan. En 1913 decidió abalanzarse contra dos mil setecientos cincuenta derviches con su batallón 110 de la Policía Camello en Dul Madooba. Su desobediencia resultó en un evento fatídico. Muchos de sus hombres perdieron la vida al igual que Corfield. Aquella instrucción no había sido menor, porque a pesar de que los británicos contaban con mayor y mejor armamento, el líder de los derviches, Muhammad Hassan, era un feroz combatiente, sin miedo a la muerte y con un peculiar sentimiento afín a la guerra; conocía bien sus tierras y a su gente. No por nada los británicos lo bautizaron “el loco Mullah” (mad Mullah).

Cualquier somalí conoce o ha escuchado aquella heroica batalla, y algunos de ellos memorizaron versos que el Mullah escribió a Corfield después de su muerte: “Has muerto, Corfield, ya no estás más en este mundo / tu paso por ésta tierra fue despiadada. /// Diles: Desde ese día los Derviches jamás cesaron sus ataques sobre nosotros, los británicos se rompieron, el ruido de la batalla nos envolvió; con fe y fervor los derviches nos atacaron. / Diles: Los derviches son como los rayos de una tormenta, retumbando y rugiendo”.

Sin duda alguna, Mullah, además de ser un hombre de guerra, fue un hombre de letras. Su carisma y sus dotes poéticos alentaban y unificaban a sus combatientes a mantenerse en pie de lucha contra el colonialismo británico. La poesía fue clave para el movimiento derviche, ya que no solo fue una resistencia contra la conquista extranjera, sino al mismo tiempo una que resistió contra grupos somalíes que colaboraron con los británicos y que no eran partidarios del Estado Derviche. La poesía entraba en juego para convencer a otros a cambiar de posición y de unirse a la lucha.

La producción poética de ésta época fue esencialmente bélica. Los guerreros se instruían en la poesía y sus versos estaban llenos de pasajes líricos, conservando características formales como la métrica y la aliteración; ésta última siendo esencial para la poesía Somalí, la cual, infortunadamente, se pierde en el arduo trabajo de la traducción.

LA TRADICIÓN

Fundamentalmente la poesía somalí está concebida para ser un deleite auditivo y no escrito, y a pesar de que en la actualidad también haya poetas y poetisas que empleen la escritura para la composición poética, continúa siendo esencialmente un ejercicio de boca a boca. En una entrevista que la estación nacional de radio de Seattle KUOW-FM 94.9 le hizo a la poetisa Hamda Yusuf, ella comentó: “La poesía somalí es poesía que se tiene que escuchar. Y tienes que escucharla por la persona que la compuso. Si la escuchas a través de alguien más, no va a sonar bien. Hay trabajos excelentes allá afuera, y hubo trabajos excelentes que jamás fueron escritos, y por lo tanto se perdieron”.

Con el tiempo, después de que el idioma alcanzara el nivel escrito, se temió perder su vasta tradición oral al igual que la fuerza unitiva que ésta había generado, ya que se comenzaron a introducir grabadoras de audio y radios en diversas zonas del país. Curiosamente, sucedió lo contrario. Estas cintas comenzaron a tener una prominente importancia; ni la grabación ni la duplicación de recitales poéticos estaba regulada por los derechos del copyright, lo cual permitía una mayor difusión. Los poetas grababan sus versos en cintas de cassette y las dejaban para que la comunidad las evaluara y las duplicara. La producción poética a través de la radio nacional somalí se disparó al finalizar la Segunda Guerra Mundial, la cual atrajo una mayor audiencia.

LA POESÍA DISFRAZADA

Los poetas no callaron la voz y denunciaron la dictadura de Mohamed Siad Barre durante su régimen de 1969 a 1991. Muchos de ellos fueron censurados y detenidos, otros tuvieron que partir de su tierra natal encontrando refugio en el Reino Unido. La dictadura logró suprimir a los medios de comunicación pero no logró silenciar, por completo, la tradición oral que se había conformado en la sociedad, y la poesía fungió como el principal medio para esparcir la noticia. Mohamed Ibrahim Warsame, mejor conocido como Hadrawi, fue uno de aquellos poetas que no cesó de alzar la voz. Fue encarcelado en 1973 por escribir poemas como “Sinley” y “Tawaawac”, trabajos que criticaron al gobierno militar de aquel momento. Al ser liberado comenzó a promover el debate bajo el atuendo de poemas populares conocidos como “poemas en cadena”, compuestos en secreto y memorizados, donde el lenguaje alusivo y la metáfora fueron las técnicas utilizadas para disfrazar la crítica poética, engañar al régimen y así poder ser esparcida de boca en boca. Hadrawi es conocido como el “maestro de la palabra”, y su poesía fue y continúa siendo una voz poderosa que denuncia los problemas que enfrenta la sociedad somalí; dejando, a su vez, una importante contribución a la producción poética de Somalia.

Otro poeta obstinado en elevar la voz ante las problemáticas de su país, fue Maxamed Xaashi Dhamac “Gaarriye”, quien nunca tuvo temor de involucrarse en la política somalí a través de su poesía. Contribuyó notablemente a los “poemas en cadena” de Hadrawi, y de igual forma aportó características importantes a la poesía de Somalia.

EL LEGADO Y LA REIVINDICACIÓN POÉTICA

El límite entre la poesía oral y escrita se ha difuminado. Algunos poetas de la actualidad prefieren emplear la escritura en su proceso creativo y después recitar los versos para la audiencia, y otros utilizan los medios tecnológicos para grabarlos. Sin importar cuál sea el medio para la producción poética actual, es importante señalar que las generaciones pasadas construyeron una sólida tradición poética oral inherente a su acontecer social y político, donde la poesía tomó un papel activo en la transformación de su historia. Desde tiempos precoloniales cuando los líderes de los clanes utilizaban sus dotes poéticos para llegar a un acuerdo y así evitar la guerra, hasta la caótica y violenta guerra civil en 1991, la cual devino en una crisis humanitaria. La poesía siempre ha estado ahí, y se ha pronunciado a través de los labios de personas que descubren en ella un medio para encontrarse y encontrar al prójimo.

En su poema “Mandela”, Mohamed Hashi Dama resume el inmenso valor que tiene la poesía para la gente del Cuerno de África: “Este poema es un arma y sus palabras son las municiones. Este poema cuenta una historia que no puede ser censurada. (…) Hadrawi, lee este poema a cualquiera que escuche. (…) Ayúdales a encontrar su voz.”

A pesar de los acontecimientos políticos y religiosos que han permeado el contexto somalí a través del tiempo; su devenir en violencia extrema, éxodos y hambre, el legado poético continúa vigente en el siglo XXI en boca de personas como Warsan Shire. La poetisa, hija de padres somalíes, en sus versos trata temas tales como la guerra, las migraciones, la mutilación genital femenina y la identidad; buscando reivindicar el lenguaje y que la poesía funcione como dispositivo que sane el trauma del exilio y el sufrimiento.

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