La indignación somos todos

29/11/2014 - 12:02 am

El grado de descomposición que estamos viendo y viviendo en el país, es como una película de miedo en la que el protagonista es el terror totalitario. Se trata del Estado contra el Pueblo, la desaparición de garantías, la voluntad de la clase gobernante por encima de la ley. Es un vacío de gobierno.

No fue bien recibido el gesto de Enrique Peña Nieto al incorporarse a la consigna ciudadana “Todos somos Ayotzinapa”, cuando es señalado como responsable de la desaparición de los 43 normalistas en Iguala, Guerrero.

Al igual que los infiltrados en las marchas de protesta, el mandatario federal aprovechó su foro nacional con la intención de formarse en las filas de los indignados –en contraste, su gobierno encarcela a quienes protestan por los crímenes de Estado–. Pero contra lo planeado, y pese a su disfraz de ofendido, el tan publicitado discurso de Peña Nieto fue tomado como un agravio más. No le salió la jugada porque hay un elemento nuevo: la opinión pública ya se le salió del huacal.

Ya no son sólo los sólo jóvenes; las marchas incluyen adolescentes y adultos; ya no sólo el Poli, la UNAM y la UAM; también el Tec de Monterrey, el Colegio de México, la Ibero y muchas más; no sólo campesinos, sino también citadinos; pobres y ricos; empleados y desempleados; artistas y público; mexicanos y extranjeros; amigos, compañeros y familiares. Es un grito de todos.

El caso de los 43 desaparecidos y 6 muertos en Ayotzinapa destapó la caja de Pandora. En los días transcurridos desde aquel evento se han retomado otros similares que, seguramente por presiones de los agresores, habían sido poco difundidos. Baste recordar que la Secretaría de la Defensa Nacional declaró haber encontrado, entre marzo del 2011 y abril del 2013, un total de 198 fosas y 466 cadáveres.

Además están los 72 migrantes de San Fernando, Tamps.; la Muertas de Juárez; 64 cuerpos en La Barca, Jal.; 49 cerca de Cadereyta, N.L.; el caso del Bar Heaven, en el D.F., con 12 jóvenes desaparecidos; 18 turistas michoacanos secuestrados y luego encontrados en una fosa cerca de Acapulco, Gro.; 35 arrojados frente a un centro comercial en Boca del Río, Ver.; 35 cuerpos en Taxco, Gro., once más, decapitados y quemados, encontrados este jueves en la comunidad de Ayahualulco, Gro., por mencionar algunos de los casos más difundidos.

La explicación de que todo esto fue obra del crimen organizado resultó útil para ahogar en el mar de la impunidad los testimonios que señalaban a otros como responsables. Pero Ayotzinapa terminó por borrar cualquier duda sobre la brutalidad que el Estado nos aplica para aplacarnos. Esta vez la voz popular afirma que “Fue el Estado”. Otro elemento importante es la participación de medios internacionales en la publicación de hechos que por norma manipula la prensa nacional domada. Porque ya sabe usted que no es lo mismo France Press que Notimex; ni France 24 o la BBC, que Televisa o TVAzteca.

Puestos los ojos del mundo en la clase dominante mexicana, la hoguera se aviva con la leña que agregan las subsecuentes muestras de desprecio por el pueblo, que no las pasa por alto: el famoso “Ya me cansé”, La Casa Blanca y su errática defensa, las contradicciones en los reportes oficiales, el testimonio de más crímenes que se quisieran guardar en el cajón del olvido (Allende, Cocula y Tlatlaya), los laberintos burocráticos con los que se pretende ahogar las protestas, la segunda casa de Las Lomas, la reestructuración “a modo” de las policías, la creativa creación de un “911” para reportar emergencias, la disolución de los cabildos en todo el país y la auto-inclusión presidencial en el lema “Todos somos Ayotzinapa”. Todos son componentes de una respuesta oficial que -otra vez- esquiva los reclamos de la sociedad y la ofende aún más.

Ante los excesos de su clase gobernante, la indignación nacional está plenamente justificada. Lo que menos merecen las víctimas, sus familiares, amigos y México todo, es una manipulación burda como la que absorbió al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad.

en Sinembargo al Aire

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