Autoridades judiciales de Estados Unidos investigan múltiples casos de víctimas de dos mujeres que se hicieron pasar por cirujanas plásticas, y cuyos procedimientos cobraron la vida de una joven en California.
Por Jorge Macías
Los Ángeles, 29 de septiembre (La Opinión).– En una voluminosa carpeta blanca, la agente Sasha Curtis ha integrado decenas de archivos de mujeres que se sometieron a procesos de levantamiento de glúteos y ahora están pagando las consecuencias físicas, emocionales y de salud por haber caído en la trampa de dos mujeres hispanas: Libby “La Tía” Adame y su hija, Alicia Galaz.
La agente Curtis, además de Kenneth F. White, supervisor, Frank Deperno y Robert Dinlocker, investigadores en la Oficina de Homicidios en Van Nuys, apenas han comenzado una labor que parece titánica para conocer la magnitud total de las actividades ilícitas de las falsas cirujanas plásticas.
La madre, de 51 años y su hija, de 23, enfrentan cargos por asesinato por la muerte de Karissa Rajpaul, una aspirante a estrella de las redes sociales. La autopsia reveló que la chica murió de embolias de silicona en el corazón y el cerebro, es decir bloqueo en sus arterias, o en su torrente sanguíneo causado por silicona.
En una casa de Encino, durante un tercer procedimiento a Rajpaul se había aplicado un tipo de silicona liquida en los glúteos, que comúnmente se encuentra en tiendas de mejoras para el hogar. Madre e hija no tenían licencia para realizar ningún tipo de procedimiento médico o quirúrgico.
El 15 de octubre de 2019, Rajpaul sufrió una disfunción cardiopulmonar aguda y murió en una sala de emergencias, pero los médicos que la atendieron desconocían de la inyección de silicona.
Las mujeres llamaron a los servicios de emergencia 911, pero huyeron del lugar y nunca informaron a los paramédicos del procedimiento cosmético que efectuaron, a fin de que iniciaran protocolos adecuados para salvar vidas.
“Probablemente fue como [una muerte por] tortura la forma en que falleció”, dijo a La Opinión, el detective Robert Dinlocker, al referirse a los momentos finales de vida de Karissa, quien tenía 26 años y era originaria de Sudáfrica.
Libby “La Tía” Adame y su hija, Alicia Galaz fueron arrestadas el 5 de agosto del presente año, en el 5700 de Baldwin Avenue en la ciudad de Riverside.
Son acusadas de asesinato y están libres bajo fianza. Ambas son vistas en un video que grabó la occisa durante un procedimiento, pero ha sido borrado de Instagram, dijo Dinlocker.
De acuerdo con el Código Penal de California, el asesinato en primer grado se castiga con 25 años a cadena perpetua. Pero si el asesinato involucró estar al acecho, tortura, un dispositivo destructivo u otra circunstancia especial, las únicas penas son cadena perpetua sin libertad condicional ni pena capital.
El asesinato que no implica premeditación, se procesa como asesinato en segundo grado y tiene un castigo que va de 15 años a encarcelamiento de por vida.
La madre estaba operando el negocio desde 2010; mientras que la hija presuntamente se incorporó al negocio un poco más tarde. Pero no fue solo en Encino. Estaban trabajando en toda la parte sur del condado de Los Ángeles, informó el detective Dinlocker.
No tenían oficinas. Sus lugares incluían la parte trasera de un salón de belleza, una tienda de ropa, casas privadas y hacían arreglos con hoteles.
“Escogían un lugar neutral donde pudieran acudir muchas mujeres, desde Fontana a South Gate, Downey, Van Nuys, el norte de California, Las Vegas y Arizona”, añadió.
DEFORMACIONES Y LESIONES CORPORALES
Robert Dinlocker manifestó que Libby Adame y Alicia Galaz presuntamente reclutaban a sus clientes en las redes sociales, respondían preguntas y daban cotizaciones de precios.
“Proporcionaban fotos de antes y después [del aumento de glúteos] para tratar de reclutar más clientes”, expresó.
Algunas mujeres que se han sumado a la ola de denuncias han reportado deformación de su cuerpo o graves lesiones corporales.
Algunas pagaban por los servicios “cosméticos” entre tres y cuatro mil dólares, cuando el costo promedio de un cirujano plástico certificado oscila entre 10 y 15 mil dólares.
Una de las víctimas escribió al detective Dinlocker: “Gracias por responder. Pienso que puedo recibir ayuda; sufro de dolor y no tengo ningún doctor”. “Quisiera que me saquen todo lo que me fue inyectado. ¿Puedes ayudarme a ver un especialista?”, suplicó la mujer en su mensaje.
Hasta ahora se desconoce el número total de mujeres lesionadas y estafadas, porque el teléfono (818) 374-9550 no ha dejado de sonar para recibir denuncias.
LA LLAMADA Y EL VIDEO CLAVE
En octubre de 2019, el detective Dinlocker se hizo cargo de la investigación criminal. Él era el supervisor de homicidios que estaba de guardia cuando se informó telefónicamente de una muerte sospechosa en un hospital.
“Ya sabes, entra una joven a un hospital y parece que murió de un aparente ataque al corazón. Afortunadamente hubo algunos oficiales que vieron que algo no andaba muy bien y entonces me llamaron”, recordó. “Así que me reuní con los oficiales y entendí la historia… Así es como seguimos y terminamos siguiendo el caso”.
Sin embargo, al principio no hubo una línea directa que guiara a los detectives hacia las sospechosas, pero usaron registros en las redes sociales.
El vídeo que grabó Karissa fue enviado a Dinlocker por la madre de la chica, que vive en Sudáfrica.
“Sabíamos que ocurrió en Encino. Y sabíamos el lugar donde ocurrió. Entonces tuvimos una investigación de seguimiento. Nos reunimos y hablamos con testigos, utilizamos nuestra capacidad para investigar registros de datos de llamadas, torres de sitios celulares y todo lo demás que es común en las investigaciones de homicidios. Eso es lo que nos llevó hasta estas dos mujeres”, expresó Dinlocker.
De esa manera, la investigación adicional con testigos determinó y comprobó que Libby y Alicia estuvieron en el lugar donde dejaron moribunda a la joven Karissa Rajpaul.
EL ENEMIGO ESTÁ EN INTERNET
Para aquellas mujeres y hombres que buscan la perfección física a través de cirugías, sobre todo en manos de charlatanes que prometen rejuvenecer o embellecer a las personas, el detective Dinlocker tiene un mensaje: “Aparte de perseguir el aspecto criminal de esto, es hacer un mensaje de conciencia pública para las personas que buscan esa pequeña mejora de belleza adicional”.
Agregó que través de la web se ofrece todo tipo de soluciones al aumento de glúteos, fotografías e inyecciones de silicona no autorizadas e inseguras. Nada impide obtener ese tipo de servicio y la “Internet está explotando con estas historias de terror de estos incidentes en los que las mujeres mueren, las mujeres que reciben amputaciones, mutilaciones y un gran gasto para revertir estos procesos”.
El mal se explica claramente en las fotografías gráficas, ilimitadas en Internet, y en detalles e historias de horror de muertes atroces y dolorosas que las personas han sufrido durante estos procedimientos, explicó el detective.
JUGAR A LA RULETA RUSA
Kenneth F. White, detective supervisor de la Oficina de Homicidios del Valle en el LAPD, comparó que las inyecciones de silicona que se ofertan en el mercado negro “es una forma de jugar a la ruleta rusa”.
“Si vas a que alguien te inyecte y no tiene licencia o no es médico estas arriesgando la vida. No puedo enfatizar lo suficiente el hecho de que, si desea que le realicen algún tipo de cirugía estética, asegúrese de acudir a un profesional de este tipo de procedimientos. Si vas a un lugar donde lo están haciendo en una habitación de hotel o en tu habitación, eso es un problema”.
DE VIDA O MUERTE
“En los últimos años, mucha gente no calificada ha realizado procedimientos de levantamiento de glúteos en garajes y parece que las personas no han entendido que las consecuencias pueden ser de vida o muerte”, afirmó el cirujano Curtis Perry, un innovador en el campo de la cirugía estética con más de 30 años de experiencia en cirugía plástica, reconstructiva y estética.
Debido a que el llamado levantamiento de glúteos brasileño (Brazilian Butt Lift/BBL) se ha convertido en un procedimiento de cirugía plástica cosmética extremadamente popular, el doctor Perry advierte que el proceso de inyectar substancias químicas como silicona en las nalgas puede ocasionar serias complicaciones.
“He visto a gente que tiene vergüenza en decir lo que le pasó por querer mejorar y remodelar su trasero”, dijo a La Opinión el doctor. “Cuando vienen conmigo presentan bultos, magulladuras y mucho dolor y el trasero no luce atractivo”.
Las consecuencias, también pueden ir desde deformidades a dolor severo, infecciones, cicatrices, hinchazón prolongada y condiciones médicas como ansiedad, presión arterial alta, altos niveles de calcio, embolias, fallos respiratorios, cáncer y muerte.
El doctor Perry, reconocido como uno de los mejores especialistas en cirugía estética en Los Ángeles y el condado de Orange, afirma que, para él, la seguridad de sus pacientes es su prioridad máxima.
“Si alguien viene conmigo y solicita una intervención que puede poner en riesgo su vida, de inmediato le digo, si es lo que quieres, vete a morir a otro lado”, dijo. “El enemigo de verse bien es intentar verse perfecto”.
El experto informó que lo más común es que las personas se inyecten silicona ilegal en los labios, mejillas, cara, glúteos, muslos y senos.
Expresó que algunas víctimas de cirujanos charlatanes tienen que ser sometidos a cirugías reconstructivas para remover la silicona que ha estado en sus cuerpos por hasta dos o tres años y comienzan a experimentar síntomas de enrojecimiento, inflamación, formación de bultos de tejido, dolor o fatiga crónica, entre otros efectos.
“Cuando haya esos síntomas es señal de que es necesario extraer de inmediato la silicona”, afirmó. “Hay que ir de inmediato a una sala de emergencias porque se puede sufrir un embolismo, un colapso cardiovascular respiratorio o la muerte en menos de dos o tres días”.