Analizada como conjunto, la izquierda mexicana se hunde. Al aguzar la mirada para observar las trayectorias de los distintos personajes y grupos en su interior, el panorama es variopinto. Los lopezobradoristas podrían dirigirse a flote en los próximos meses mientras los Chuchos están orientados directamente a pique. Quienes están en condiciones de apuntar a flote podrían incluso extender su buena racha hasta los comicios venideros; quienes apuntan a pique difícilmente lograrán enderezar el rumbo en apenas unos cuantos meses.

Como comentamos en otro momento, “en lugar de que los líderes de izquierda unan fuerzas para pesar como oposición, encabezar gobiernos que den resultados y llegar con fuerza a las elecciones de 2015, se empecinan en atizar conflictos entre ellos, llevar la fragmentación de la izquierda a un nuevo nivel con la inminente creación de MORENA y, como consecuencia, llegar a las elecciones de 2015 más divididos que nunca en las últimas décadas”. Transcurrido mes y medio desde este diagnóstico, lo sostenemos. Sin embargo, en medio de este hundimiento general, están los que tienen más probabilidades de revertirlo y los que tienen más probabilidades de continuar en él.

Tras la creación de MORENA, los lopezobradoristas disponen del único partido político importante que puede jactarse de no haber caído como institución –ojo, como institución, no sus militantes– en las malas prácticas que los demás. En términos organizativos, tiene estructuras en distintas partes del país, altamente motivadas con el nuevo proyecto. Los lopezobradoristas se han posicionado como la única facción partidista, ahora convertida en partido, que sistemáticamente se ha opuesto a las reformas estructurales del presidente Peña. Así, son los únicos que están en condiciones de capitalizar el voto de los ciudadanos opuestos a las reformas. Otra fortaleza estratégica de MORENA es que López Obrador tiene mucho mayor control sobre el partido que los Chuchos sobre el PRD, lo que le otorga ventajas en la negociación de una posible alianza de cara a las elecciones de 2018, así como en otras negociaciones que pudiera haber de ahora a entonces.

La decisión de Marcelo Ebrard de acercarse a López Obrador y no a los Chuchos es por demás reveladora. ¿Por qué Ebrard decidió aliarse con López Obrador, su adversario por la candidatura presidencial de la izquierda en 2012, y no con los Chuchos, quienes lo apoyaron en aquel momento? Un político como Ebrard no toma una determinación así sin un cálculo frío de por medio. Ebrard se allegó los elementos para darse cuenta que la coalición encabezada por López Obrador le reportaría más utilidades que la encabezada por los Chuchos. La decisión de Ebrard es un mirador a la correlación de fuerzas dentro de la izquierda. Desde este mirador, quedan mucho mejor parados los lopezobradoristas que los Chuchos.

En los próximos comicios, los Chuchos no lograrán librarse de los costos de haber apoyado una de las causas inmediatas del estancamiento económico de México: la reforma fiscal. De hecho, de manera más general, tendrán que cargar con los costos de colaborar con el gobierno federal en las reformas. La mala noticia para su causa es que no llevarán también parte de los beneficios de haber aprobado estas reformas, en caso de que los haya, pues serán privatizados por el gobierno federal y el PRI, tal como ha sido hasta ahora.

El PRD está en riesgo de perder militantes en favor de MORENA. Los militantes que decidan quedarse tendrán permanentemente a MORENA como opción de salida, contando así con una enorme capacidad de chantaje sobre la dirigencia. Además, desde que comenzó la alianza entre López Obrador y Ebrard, los Chuchos quedaron encajonados con un solo aspirante a la Presidencia, Miguel Ángel Mancera. De alguna manera, a los Chuchos no les queda otra más que apoyar a Mancera, apostando a que levante en las encuestas y les permita negociar en mejores condiciones una eventual alianza con los otros partidos de izquierda en 2018.

Mancera dista de ser un buen gallo. Para decirlo con todas sus letras: el derrumbe político de Miguel Ángel Mancera no tiene precedentes en la política mexicana contemporánea. En una encuesta publicada ayer por Reforma, Mancera, quien ganara la elección de hace apenas dos años con dos de cada tres votos, hoy es desaprobado por seis de cada diez capitalinos. Entre los líderes, tres de cada cuatro lo desaprueban. A los capitalinos para nada les está gustando el trabajo de su Jefe de Gobierno. Otro asunto es si, desde una perspectiva de política pública, la gestión de Mancera va bien o mal, pero es la evaluación subjetiva de los ciudadanos, y no la evaluación objetiva de los técnicos, lo que hace ganar o perder elecciones.

Desde luego que en el año que falta para las elecciones de 2015 pueden pasar muchas cosas, pero también es un hecho que las inercias importan en la política. En efecto, para quien va para arriba es más fácil seguir así que para quien va para abajo. La izquierda como conjunto se hunde por sus divisiones, pero en este contexto el lopezobradorismo podría remontar, sobre todo si pone en práctica el viejo refrán aquel de “a río revuelto, ganancia de pescadores”, mientras los Chuchos van a pique.

@GermanPetersenC 

Germán Petersen Cortés

https://www.sinembargo.mx/author/germanpetersen

Licenciado en Ciencias Políticas y Gestión Pública por el ITESO y Maestro en Ciencia Política por El Colegio de México. En 2007 ganó el Certamen nacional juvenil de ensayo político, convocado por el Senado. Ha participado en proyectos de investigación en ITESO, CIESAS, El Colegio de Jalisco y El Colegio de México. Ha impartido conferencias en México, Colombia y Estados Unidos. Ensayos de su autoría han aparecido en Nexos, Replicante y Este País. Ha publicado artículos académicos en revistas de México, Argentina y España, además de haber escrito, solo o en coautoría, seis capítulos de libros y haber sido editor o coeditor de tres libros sobre calidad de vida.

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