Los mexicanos, y tampoco los extranjeros, supieron escuchar “la advertencia de Atenco”, dice Francisco Goldman, periodista y novelista estadounidense, en un artículo publicado este jueves en las páginas de opinión de The New York Times.
El autor rememora el 11 de mayo de 2011, cuando Enrique Peña Nieto, entonces candidato del PRI a la Presidencia, fue echado de la Universidad Iberoamericana por sus alumnos, en reclamo de justicia para las víctimas de San Salvador Atenco, luego de una represión contra los pobladores, ordenada por Peña, cuando fungía como Gobernador del Estado de México.
Ni México ni el mundo escucharon, destaca Goldman, y hoy la Presidencia de Peña está marcada por actos expuestos de corrupción, incompetencia y negligencia; el país ha sido golpeado por crímenes impactantes que siguen sin resolverse, y “el líder del nuevo PRI” –como lo llama– ha sido calificado por el propio NYT como “un político corrupto, fuera de contacto, con calificaciones abismales de aprobación’”.
Ciudad de México, 29 de junio (SinEmbargo).– ¿Puede el crimen organizado y el Gobierno, a veces, ser considerados parte de lo mismo? Para muchos mexicanos exasperados y ahora asustados, la línea entre ambos se ha vuelto hoy cada vez más borrosa con la Presidencia de Enrique Peña Nieto, pero hace cinco años fueron advertidos y, sin embargo, no supieron escuchar, plantea el periodista y escritor Francisco Goldman en un artículo publicado este miércoles en The New York Times.
El 11 de mayo de 2011, Peña Nieto, entonces candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), a la Presidencia de la República fue echado de la Universidad Iberoamericana por los alumnos, con reclamos y gritos de justicia para las víctimas de Atenco; muchos mexicanos, e incluso en el extranjero, deben estar arrepentidos de no haber escuchado esa advertencia, expone el periodista y novelista.
¿Por qué? Porque en ese evento en la Ibero, una universidad jesuita de elite, jamás se pensó que quien se decía representante del “nuevo PRI” fuera cuestionado, mucho menos arrinconado, por el tema de la violenta represión de su Gobierno en el Estado de México contra pobladores de San Salvador Atenco, que dejó el asesinato de dos personas, la detención de 207 –entre ellas 10 menores de edad–, 146 detenciones arbitrarias, la expulsión de cinco extranjeros y quejas contra elementos policiacos por presuntas vejaciones y violaciones sexuales a 26 mujeres.
Esa misma noche los portavoces de Peña Nieto afirmaron en la televisión que los manifestantes no eran estudiantes sino agitadores profesionales que trabajaban para el candidato de izquierda, Andrés Manuel López Obrador, recuerda Goldman en el artículo titulado “La advertencia de Atenco”.
En respuesta, un estudiante hizo un video en el que 131 estudiantes de la Ibero mostraron sus identificaciones universitarias y dijeron que habían participado con toda libertad en la protesta contra Peña. El video se volvió viral, y el movimiento se extendió rápidamente a las universidades de todo México, con la etiqueta #YoSoy132.
Al final, destaca el también colaborador de la prestigiada revista New Yorker, el movimiento no logró persuadir a México y al mundo que una Presidencia con Peña “sería un desastre para el país y su vulnerable democracia”, pero la polémica quedó sembrada.
“Desde entonces, la Presidencia del señor Peña Nieto ha estado marcada por actos expuestos de corrupción, incompetencia y negligencia; el país ha sido golpeado por crímenes impactantes que siguen sin resolverse, incluyendo la desaparición de 43 estudiantes universitarios en Iguala [Guerrero], y el asesinato impune de un periodista tras otro. El líder del nuevo PRI, de acuerdo con un artículo publicado recientemente en The New York Times, ha sido ‘refundido como un político corrupto, fuera de contacto, con calificaciones abismales de aprobación’”, afirma el autor de “El Circuito Interior: Una Crónica de la Ciudad de México”, su más reciente libro.
Peña Nieto, plantea el autor, “prometió elevar a México a su justo lugar en la escena mundial” y ofrecer “esperanza de que la democracia de la nación llegue a su propia cuenta”. En el centro de esa promesa, destaca, se propusieron reformas somo privatizar la industria petrolera nacional, por ejemplo, y abrir la industria de las telecomunicaciones a la competencia. “En gran parte de los medios de comunicación estadounidenses, el entusiasmo por esas reformas se tradujo en entusiasmo por Peña Nieto y el nuevo PRI. En la portada de la revista Time, Peña Nieto fue aclamado como el ‘Salvador de México’”.
“Una pregunta que me persigue y que me parece pertinente plantear no sólo con respecto a México, sino en general, es: ¿por qué tales reformas pro-empresariales son interpretadas por muchos como valores democráticos modernos y prometedores, y basados en el respeto del Estado de derecho? ¿Por qué, en cambio, el historial de falta de respeto a los derechos humanos, la seguridad personal y la dignidad de un candidato, especialmente en lo que respecta a las mujeres, no se interpreta como una advertencia de valores retrógrados y antidemocráticos y de desprecio por el Estado de derecho, y también puede ser “malo para el negocio”?, cuestiona el autor.
Los estudiantes de la Ibero, destaca Francisco Goldman, no necesitaban pronósticos de inversionistas para entender lo que Atenco reveló sobre el nuevo PRI. “Ahora, como se informó ampliamente en septiembre pasado, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha tomado los casos de 11 mujeres que fueron torturadas sexualmente y violadas por la policía después de su detención en Atenco; el tribunal está investigando la cadena de mando del crimen hasta el señor Peña Nieto”.
Además, plantea, recientemente se ha informado de que el Gobierno de México compró el software espía Pegasus para móviles, autorizado únicamente por su fabricante para infiltrarse en organizaciones terroristas y criminales, que se ha utilizado contra periodistas, activistas de derechos humanos y abogados, incluso contra un hombre que redactó la legislación anticorrupción. Luis Fernando García, jefe de un grupo de derechos digitales, fue citado en el artículo del Times diciendo que “el hecho de que el gobierno esté utilizando la vigilancia de alta tecnología contra defensores de derechos humanos y periodistas que denuncian la corrupción, en lugar de usarlo contra los responsables de esos abusos” dice mucho sobre para quién trabaja el gobierno”.
Y Goldman insiste: “¿Para quién trabaja el gobierno?”.
En el caso de los 43 estudiantes desaparecidos, afirma, el Gobierno federal se esforzó por encubrir la colusión entre una pandilla de narcotraficantes y el Estado, incluso desestimando lo que un panel internacional de expertos investigó sobre el crimen, y presentó como una evidencia falsa, filmada incluso por el principal investigador del caso por parte del Gobierno mexicano.
La última prueba, refiere, es el asesinato de Javier Valdez, uno de los periodistas más admirados de México. “Esta pregunta también me persigue: ¿Pegaso podría ser utilizado para rastrear a los periodistas hasta los lugares donde son asesinados? Y, si es así, ¿por quién, exactamente?”.
Ahora, resume, aunque Peña Nieto niega que el Gobierno mexicano espié a ciudadanos, y ha preguntado una investigación a fondo del asunto, nadie le cree.
¿Cuánta confianza pueden tener en esa investigación los padres de los 43, cuando han denunciado que eran blancos del spyeware y nadie hizo nada?, cuestiona Goldman. ¿Quién va a tener confianza? “Pregunte a las mujeres de Atenco”, remata.