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Benito Taibo

29/06/2014 - 12:00 am

El hombre de hielo

Leí, hace unos cuanto días la historia de un científico alemán llamado Klaus Sames, que pretende congelarse en cuanto muera, para ser “resucitado” dentro de 150 años. El proceso de “criopreservación” no es algo nuevo, aunque  para algunos siga sonando como de ciencia ficción, y para otros un atentado contra los ciclos de vida natural. […]

Leí, hace unos cuanto días la historia de un científico alemán llamado Klaus Sames, que pretende congelarse en cuanto muera, para ser “resucitado” dentro de 150 años.

El proceso de “criopreservación” no es algo nuevo, aunque  para algunos siga sonando como de ciencia ficción, y para otros un atentado contra los ciclos de vida natural. Ni siquiera mencionaré las implicaciones morales y religiosas que la medida conlleva y que han derramado ríos de tinta (y de megas en la red).

De un tiempo a esta parte, hay enormes depósitos de embriones, semen y óvulos congelados esperando para ser traídos a la vida, con excelentes resultados. Las cámaras que contienen  estos elementos, e incluso trozos de cordón umbilical del cual se sacarán en su momento células madre, deben mantener temperaturas constantes de entre -80 y -160 grados centígrados. Y un equipo humano que las esté monitoreando constantemente para que no varíen las condiciones en las que han sido preservados. Pero nadie ha dicho una palabra sensata acerca de la criopreservación de cuerpos completos y las posibilidades de éxito que pueda tener tal empresa, hasta ahora.

Dicen que en algún lugar del mundo debe estar el cuerpo congelado de Walt Disney esperando que alguien encuentre la cura al cáncer de pulmón que lo mató en 1966. Yo no lo creo.

Walt es ceniza.

Igual que Michael Jackson, Elvis Presley y otros tantos a los que les han colgado el milagrito, incluyendo al “Carpintero de Guamúchil”,  Pedro Infante.

Pero, habrá que contar que, en el año 2009, se crea la empresa rusa llamada KrioRus, cuyo fantástico eslogan es: “La criónica es su oportunidad de regresar” y que ustedes pueden consultar en ésta liga en castellano: http://old.kriorus.ru/es  se  dedica desde entonces a  conservar cuerpos y cerebros congelados para regresarlos vivitos y coleando, algún día. Pero lo mejor, según su página, es que usted puede incluso, pagar a plazos:

La suspensión criónica es un servicio disponible para las personas que quieren reservar para si mismos la posibilidad de vida en el futuro. En “KrioRus” el precio de suspensión criónica y criopreservación por tiempo indefinido de la cabeza o el cerebro del paciente es de $10.000 dólares, el precio de los servicios de suspensión criónica y criopreservación de todo el cuerpo es de $30.000. Además, en algunos casos, se puede pagar en cuotas y pagar una parte del dinero de conformidad con el testamento.

Lo que no dicen en ninguna parte, es cuánto costará “arreglarte” después de descongelado. Que yo supongo que no será poco. Sí moriste a los 80 años, el cuerpo hecho paleta, cuando resucite tendrá, con la pena, los mismos 80 años a cuestas, los mismos achaques y las mismas enfermedades que lo llevaron hasta la tumba. Así que la compostura no será menor.

A  menos que, quieras desde tu muy confortable silla de ruedas de propulsión a chorro, vivir unas pocas horas en el futuro. Tan sólo para descubrir que se te olvidó dejar (los achaques de la edad) un voucher abierto con tu American Express.

Sin embargo yo, que no tengo treinta mil dólares ni ganas de ver el futuro, me conformo con vivir en mi tiempo y en mi momento.

No quiero, en el mejor de los casos, despertar dentro de 150 años y ver que los amo no están a mi lado. Que el mundo es tan distinto, que ya no cabré en él. Qué seré tan sólo un anacronismo, un fenómeno de feria, un emisario de un pasado que todos quieren olvidar.

O peor. Que suceda en el proceso, un pequeño, nimio, tonto accidente.

Olga, la simpática y rubicunda rusa fregadora de suelos, después de una noche loca de vodka, tropieza, sin querer, con el cable que le da energía al dispositivo que mantiene a -140 grados mi cuerpo.

Y se esfuman los dólares y mi posibilidad de eternizarme.

Klaus Sames, se convertirá, diga yo lo que diga, en el hombre de hielo.

Espero que en el futuro, despierte de su gélido sueño.

Y lo digo de corazón.

En caso de que exista eso, tan frágil, llamado futuro.

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