Calentamiento global y clima social

29/02/2016 - 12:01 am
Noam Chomsky y el Papa Francisco señalan al modelo económico global como factor perturbador del equilibrio ecológico. Ambos vinculan el corporativismo y la injusticia social al deterioro ecológico. Fotos: EFE/AP.
Noam Chomsky y el Papa Francisco señalan al modelo económico global como factor perturbador del equilibrio ecológico. Ambos vinculan el corporativismo y la injusticia social al deterioro ecológico. Fotos: EFE/AP.

Está demostrado que nuestro planeta presenta fluctuaciones climáticas naturales que periódicamente lo cubren con hielo hasta cubrir lo que hoy ocupan Canadá, China y el norte de Europa, y luego elevan su temperatura hasta casi derretir los polos. Hoy, un nuevo factor se agrega a estos cambios: la estupidez de la “civilización”.

Explico las comillas: el término ‘civilización’ incluye, entre varias acepciones, la de ‘nivel de progreso social de las sociedades más avanzadas’. Este artículo toma el término con el valor alterno: ‘costumbres y saberes técnicos’ (RAE). Sigo.

Sabemos que el control de los fenómenos de la naturaleza está fuera del alcance de las sociedades del mundo, pero no así su deterioro.

Un grupo de científicos e intelectuales opina que la alarma sobre la actividad humana como factor del cambio climático es sólo una oscura estrategia mediática que busca sembrar pavor y cancelar la capacidad de razonamiento de las sociedades –Noam Chomsky afirma que “la población general no sabe lo que está ocurriendo y ni siquiera sabe que no lo sabe”–. En todo caso, de estas posturas opuestas nace una confusión que merece despejarse.

Hay indicios de que la Tierra ha pasado por cuatro edades glaciales. Cada una dura cientos de millones de años (desde hace 100 siglos estamos en un período post-glacial). Los ciclos glaciales presentan variaciones en la temperatura del hielo: de los -6ºC a los 6ºC –promedios mínimo y máximo históricos–. Este cambio provoca que los hielos cubran una enorme parte de los continentes, cuando tienen una temperatura de -6ºC; o retrocedan algo más de donde actualmente se encuentran.

De acuerdo a esta información, el planeta se acerca a que sus casquetes polares aumenten su temperatura (falta relativamente poco para que termine el ciclo, pero falta). Esto significa que la Tierra ha presentado calentamiento y enfriamiento desde cientos de millones de años antes que apareciera la vida inteligente, y que con estos cambios se alteran también las manifestaciones de vida en su superficie.

Así que, si bien es cierto que las campañas de alarma sobre el calentamiento global pueden tener fines de control político, eso no significa que el fenómeno sea falso ni que la acción de la “civilización” no esté causando un daño real a la ecología. Llama la atención que, sobre el acelerado daño ambiental, coincidan dos personajes de ámbitos tan diversos como el intelectual Noam Chomsky y el Papa Francisco; ambos señalan al modelo económico global como factor perturbador del equilibrio ecológico. Ambos vinculan el corporativismo y la injusticia social al deterioro ecológico.

En San Cristóbal de las Casas, Francisco expresó que el daño que estamos haciendo a la ecología nos coloca en “el momento más crítico en la historia de la humanidad”. Fue preciso en condenar la marginación; el “descarte”, lo llamó él. Por su parte, las advertencias de Chomsky en el mismo sentido son reiteradas desde hace años. Pero no sólo coinciden ambos en eso, sino en algo de mayor trascendencia. Ambos dicen que la “civilización” está dañando el medio ambiente a tal grado debido a un mismo factor: un sistema económico orientado principalmente por la ganancia del capital privado, aún a costa del bienestar común. Y más: ya personalizando, que los causantes son los países ricos y los más afectados son los pobres. Más que la contaminación de los mantos acuíferos, ríos ni océanos, importan las empresas químicas, las mineras y las petroleras. El agua de consumo humano es de importancia secundaria, porque antes está la que necesita la industria.

Los países poderosos dominan a los débiles; los ricos ponen las reglas y los pobres las obedecen o se les hace la guerra. Lo mismo sucede al interior de un país, entre el gobierno y sus gobernados. Incluso en México. Sobre todo en México. Los privilegios de los altos funcionarios se pagan con el dinero que debió haber comprado sanitarios para las escuelas públicas. El enriquecimiento meteórico de los nuevos ricos, a partir de un sueldo apenas suficiente hasta llegar a tener mansiones, joyas y cuentas bancarias en el extranjero, sólo es posible en una secuencia de corrupción: favor – pago – complicidad – favor – pago – complicidad…

A nivel mundial se repite el guión: países que son invadidos por imperios militares y económicos (la guerra es un buen negocio), para sustraer su riqueza y dejarlos en calidad de esclavos, de mano de obra con pago miserable, una sumisión creciente.

Este esquema social de injusticia, y no otra causa, es lo que permite la agresión que la sociedad está infringiendo al planeta. Y su inaceptable justificación es la riqueza de los pocos a costa de la miseria de los muchos. Lo mismo en el mundo que en nuestro país; lo mismo a nivel nacional o estatal; lo mismo a nivel personal que social.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video

más leídas

más leídas