Anarquía y Gobierno

28/12/2013 - 12:00 am

El teórico político francés Pierre Joseph Proudhon (1809-1865) escribió que “Ser gobernado es ser mantenido a la vista, ser inspeccionado, espiado, conducido, legislado, reglamentado, detenido, adoctrinado, controlado, comandado por seres que no tienen el título, ni el saber, ni el mérito…”

Robert Lafont escribió en su capítulo Los Anarquistas: “Lo contrario, un mundo sin jerarquías, puede concebirse; pero el combate por alcanzarlo, así sea general, ¿no conduce acaso a una peligrosa y -demasiado frecuente- criminal utopía? Estqqe es el dilema fundamental.” *

Unos quieren gobernar, los otros que nadie los gobierne; unos buscan el equilibrio de las fuerzas sociales, los otros eliminar los límites y que cada quién se abra paso sin restricciones; unos promueven la coordinación de esfuerzos, otros el predominio de la fuerza individual. Ahora: ¿Los primeros son los funcionarios públicos y los segundos el pueblo,… o al revés?

En el México de hoy al sistema político le decimos democracia, pero en el fondo es anarquía. Me explico: los ciudadanos a nivel banqueta tenemos leyes, la inmensa mayoría las cumple en un grado civilizado, trabajamos, votamos y obedecemos las decisiones de la administración pública. Por su parte, los funcionarios gubernamentales de todos los niveles cometen, fomentan y soslayan actos de corrupción, persiguen a quienes les estorban y premian a quienes les sirven, crean leyes que vuelven legal lo que antes era delito, a nadie le rinden cuentas de lo que gastan sus oficinas, entregan la soberanía del país a cambio de beneficios personales, administran el tesoro nacional con una habilidad que sería inaceptable en un puesto de frutas, y cuando se les acaba el dinero equilibran el déficit sacándole más al pueblo, que ya no tiene qué comer.

En todo lo anterior no veo conductas apegadas a la ley, sino violatorias de todas las que se atraviesen. A estas personas no hay quién las detenga, quién las regule, las inspeccione, las controle; son anárquicas (sin-gobierno, sin riendas) y como tales, “…¿acaso no nos están conduciendo a una peligrosa y criminal utopía?” La satisfacción de sus deseos personales de poder y dinero exige sacrificar a la mayoría hasta la destrucción del cuerpo social, como lo demuestran los contratos, reformas y cesiones que promueve la clase poderosa hoy en día.

El misterio es grande: ¿Por qué nos aguantamos? ¿Por qué nos estamos aguantando todo, lo que sea, desde hace más de 500 años? ¿Qué tenemos los mexicanos diferente al resto de la humanidad? ¿O qué nos falta?

Dicen que si los franceses hubieran vencido a los americanos en su lucha por dominar a México, otro gallo nos cantaría porque los europeos tienen más cultura, más alma social. Suena creíble, pero eso no explica por qué aguantamos tanto sin hacer algo. ¿Será porque cuando esperábamos a los dioses llegaron los españoles y nos confundimos? Tal vez, pero a estas alturas ya descubrimos que no son tal. ¿Acaso se debe a que primero fuimos esclavos, luego peones y ahora somos obreros? Pero esa no es respuesta, sino parte de mi pregunta: ¿Por qué aguantamos todo lo que nos hacen, si en el mundo los esclavos, los peones y los obreros han podido tomar la decisión y salir adelante?

Así que los funcionarios “institucionales” se sirven de sus puestos para enriquecerse sin ley que los detenga; y los que levantan la voz a nivel calle para frenar los atropellos de tan finísimas personas, son perseguidos, golpeados, procesados, estigmatizados y etiquetados como “anarquistas”. Desde mi pantalla, los calificativos de ambos grupos están invertidos.

Este escenario nos exige tomar en seria consideración los llamados que se están enviando desde varias fuentes, a favor de una edificación nacional. La tarea debe comenzar por una reconstrucción de valores a nivel interno, para poder extrapolar la evolución a la comunidad toda. Ya sé: entra la duda de “¿Qué tal que yo empiezo y nadie más…?” Sucumbir ante ella es lo que nos tiene aquí, así que…

*  LAFONT, Robert: Les Debuts de la III République, 1870 – 1894: Les Anarchistes (Los inicios de la 3a República, 1870 – 1894: Los Anarquistas).

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