La tristeza del final del 2009, se fueron ellas…

28/11/2012 - 12:00 am

Hay días tristes y alegres, pero hay algunas fechas en la cuales nos empecinamos en ser felices. Acá en Paso del Norte, las fiestas se dan entre el 15 y el 31 de diciembre, el 1 de enero es para descansar y enterrar a los suicidas. Pero el ambiente empieza a crecer desde mediados de noviembre, y se ve venir el jolgorio.

En los setentas, la época de las discotecas, de Tina Turner, de Barry White, de los Bee Gees, se juntaba la posada con el almuerzo y luego la otra posada; incluso hubo cantinas que quitaron la puerta de entrada, pues nunca se cerraba.

Los juarenses, como los cariocas en su carnaval, perdonábamos a nuestros semejantes y éramos felices con lo que alcanzaba, era una quincena de fiesta por un año de duro trabajo. Y pensábamos que todo podía cambiar menos esas fiestas. Pero en el año maldito del 2009, no sólo estuvimos tristes por la tragedia citadina, que alcanzaba sus máximos niveles de crueldad, sino que además un amplio grupo de amigos sufrimos un dolor extremo: las muertes de Irma y Esther. Una cayó en noviembre, la otra el 25 de diciembre.

Irma Campos Madrigal fue compañera de vida de un tipo de cuidado, Jaime García Chávez, desde los finales 60’s se incorporó a los egresados de la Escuela de Derecho de Chihuahua, que decidieron brindar sus servicios profesionales de calidad y alto grado de honestidad a los trabajadores, a los pobres, a esos extraños seres que no se merecen mas atención jurídica que la de los burócratas de oficio.

Fue una excelente abogada, fina en el litigio y dura en la negociación. Realmente era temida por los abogados patronales, sabía muy bien cuando los tenía de rodillas aunque se pasearan por los tribunales hinchando el pecho y era inclemente con los adversarios desleales. Además, sabía liquidar los asuntos con un detalle de elegancia.

En 1992, Jaime presentó su candidatura para gobernador del estado de Chihuahua y en la campaña sintió el apoyo claro y decidido, definitivo de Irma. En esa campaña se encontraron con la otra gran mujer que huyó aquel lamentable diciembre del 2009, Esther Chávez Cano, ella era candidata suplente a la Presidencia de Ciudad Juárez, pero pronto fue la que hizo campaña publicitaria, de medios, de relaciones, dejando a la sombra al candidato propietario. Y ahí se estrechó una admirable amistad entre ambas mujeres de excepción.

Juntas caminaron la ruta del feminicidio en Juárez, dieron soporte teórico y práctico a las reivindicaciones feministas en la frontera, todas las reuniones eran en casa de Esther. La diferencia entre ellas era la inefable soltería de Esther y consistente fortaleza conyugal y materna de Irma: dos hijos bien hechos y bien formados, mientras que Esther se conformó con el amor de sus sobrinos.

Ellas y otras mujeres más demostraron al país que los feminicidio se dan en todas partes, pero que sólo en una ciudad donde coinciden mujeres con el carácter de estas dos hembras bravas, se hace visible la constante eliminación con brutal ferocidad de mujeres vulnerables en la más absoluta impunidad, seguido protestan algunos voceros del mal preguntando con insidia por qué se hace tanto escándalo por los feminicidios en Juárez, si en el Estado de México había más mujeres asesinadas, la respuesta tal vez sea que en el Estado de México no vivía Irma, ni Esther, ni Cecilia, ni Mónica Alicia, ni Alma, ni Lucha, ni, ni, ni… y por eso la historia de Juárez no es la historia de los asesinatos de mujeres, es la historia de la resistencia femenina a esos brutales crímenes con su consabida impunidad y estas dos mujeres fueron inspiración para tal resistencia.

Esther pasó a la formación y sostenimiento de una hazaña de intervención social: “Casa Amiga, centro de crisis para mujeres victimas de la violencia”. Ella había sido administradora de empresas por muchos años, y aplicó toda su sabiduría en la administración honrada y sustentable del centro de apoyo a las personas maltratadas o discriminadas, fue dura con sus subalternas pero cálida con las víctimas, un carácter muchas veces agrio, pero tenía muy claro que sólo con una transparente y eficiente administración se podía apoyar en serio a las mujeres vulnerables.

Irma avanzó en Chihuahua capital en la organización y solidaridad con sus compañeras, aunque nunca buscó los consensos ni los obtuvo, sólo consiguió la admiración de quienes ya la admirábamos de antaño. El cáncer las maltrató con ferocidad inexplicable y finalmente las aniquiló en el invierno del maldito 2009.

Una imagen de Irma me acompañara toda la vida, y es una imagen que no vi pero me la narraron puntualmente: ella junto con un grupo de activistas buscaron al gobernador Patricio Martínez para entregarle un escrito de petición relativo a lo feminicidios de Juárez. El político de marras estaba en un edificio cercano a palacio haciendo que trabajaba y cuando las mujeres van subiendo para encontrarlo, Patricio inexplicablemente salió asustado del  inmueble, las aventó a un lado en la escalera y se dirigió prácticamente corriendo por las céntricas calles de la ciudad rumbo a palacio. Irma iba tras el exigiéndole que recibiera el oficio, recordándole todas sus obligaciones como gobernador y refiriéndole los derechos que ella y quienes le acompañaban tenían para hacerle aquella petición. Toda la ciudad los vio, era el mediodía. Finalmente, Patricio se refugió en su oficina y la abogada respiró profundamente para no perder  el estilo y le entregó el escrito a uno de los secretarios de Patricio, exigiéndole que lo sellara de recibido y dicen que salió de palacio con su andar rápido, de pasos cortos, y con la frente al cielo como quien ha humillado al  tirano.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.
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