Parábola de la cizaña, de F. Vite

28/11/2012 - 12:03 am

La fe es la memoria del miedo. La fe es la memoria de la esperanza. La fe, es un asunto de opacidades.

Pocas veces, uno se encuentra un libro que lo trastoque, que lo revuelva a fondo, que azuce a nuestros demonios umbríos, a esos que permanecían a las sombras de los recuerdos, a los que chorreaban su baba, a veces, en medio de las pesadillas que no le contamos a nadie. Y sonreían, los demonios. Hemos visto su sonrisa.

–Arrodillado y a tus pies, Señor, hágase en mí según tu voluntad.

Pocas veces en un libro la luz es tan negra. Piel por piel, Luis, piel por piel. ¿No oyes los aullidos? Los nubarrones tienen formas de corceles que expanden sus belfos. Lo dijo Juan en el Libro de las Revelaciones y cayó de rodillas.

–Te consumirás en la obscuridad que me envuelve, en las paredes que me cubren. Te ahogarás por la sangre.

San Simón subió a la columna, Santa Teresa huyó al encierro, San Francisco caminó entre los lobos para escuchar los designios del Señor.

–Acércate. Todos tienen que comer. La carne es nuestra.

Pocas veces uno se encuentra un libro que parte las aguas. Y por ahí marcha el Pueblo Elegido, el Pueblo de Voces que nos habitan, sobre el lecho del Mar Rojo, entre las aguas. Y huye, escapa, corre. Porque después el Señor pedirá el sacrificio de nuestros hijos, arderá la zarza, borrará ciudades de la faz de la tierra y serán convertidos en estatuas de sal, al instante, todos aquellos que se atrevan a mirar en sus recuerdos.

Pocos libros hacen eso: Las aves van a morir en el Perú, de Roman Gary, por ejemplo, en mi caso. Masa y poder, de Canetti.

En ellos la luz es negra. Y son luminosos.

–De rodillas y a tus pies, Señor. Santificado sea tu nombre. Vénganos tu reino y hágase tu voluntad así en la tierra como en los cielos donde los nubarrones forman corceles negros y expanden sus belfos:

Ya viene la tormenta.

Estás arrodillado con los brazos en cruz, como Juan el apóstol, como San Simón en su columna, como Santa Teresa y como San Francisco de Asís delante del hocico del lobo: que babea, que muestra sus colmillos, que hincha sus ojos rojos. Estás arrodillado con los brazos en cruz, en medio del patio de la cancha de básquetbol del reclusorio, a tu diestra reza un enano que asesinó a su hija ahogándola en la tina, a tu siniestra está un hombre con la oreja herida.

–Alabado seas, Señor.

Estás arrodillado y, como a San Francisco, te corre sangre de las palmas de las manos, te corre sangre de la herida en la frente en forma de cruz, te corre sangre de los pies, te corre sangre de las sienes y te corre sangre de los ojos. Lloras sangre. Estás llorando sangre y escuchas voces en medio de la tormenta que viene, en medio del patio de la cancha de básquet.

–Arrodillado y a tus pies. Alabado seas, Señor.

Antes vendías cocaína y pensabas asaltar una joyería con tu parna el Luis. Antes le partiste su madre a un cabrón para bajarle los tenis. Lo metiste a un lote baldío y lo amenazaste con romperle botellas en el culo. Antes. Antes de los estigmas.

Porque sabes que son estigmas aunque no escuches a San Francisco. En cambio, una de las voces que te habla es la de Santo Tomás de Aquino, el escolástico, el cobarde:

–Desata, Señor, mi cobardía para que ante el mundo te proclame.

Estás arrodillado y ya viene la tormenta. San Francisco se arrodilló ante el lobo. Y tú escuchas:

–Venimos de andar el mundo y recorrerlo por ti.

¿A quién escuchas? ¿De quiénes son las voces? ¿A quién escuchaba Santa Teresa? ¿Quiénes le dictaron a Juan su libro? ¿Quién lamía el lóbulo de la oreja de San Simón? ¿De quién era la baba chorreando por el pabellón de la oreja de San Francisco?: ¿del Mesías?, ¿del lobo?

La fe es un asunto de opacidades. Es la memoria de la esperanza. Es la memoria del miedo.

Ésa es la Parábola de la cizaña, la novela de Federico Vite recién publicada por la Universidad Autónoma Metropolitana.

Luis Felipe Lomelí
(Etzatlán, 1975). Estudió Física y ecología pero se decantó por la todología no especializada: un poco de tianguero por acá y otro de doctor en filosofía de la ciencia. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte y sus últimos libros publicados son El alivio de los ahogados (Cuadrivio, 2013) e Indio borrado (Tusquets, 2014). Se le considera el autor del cuento más corto en español: El emigrante —¿Olvida usted algo? —Ojalá.
en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video

más leídas

más leídas