Author image

Antonio Salgado Borge

28/10/2016 - 12:01 am

Joder sin querer (queriendo)

Es por ello que “un Presidente no creo que se levante, ni creo que se haya levantado pensando…cómo joder a México” es una frase tan vacía como reveladora. Y es que para joder no hace falta querer joder.

“Un Presidente no creo que se levante, ni creo que se haya levantado pensando…cómo joder a México” es una frase tan vacía como reveladora. Y es que para joder no hace falta querer joder. Foto: Cuartoscuro.
“Un Presidente no creo que se levante, ni creo que se haya levantado pensando…cómo joder a México” es una frase tan vacía como reveladora. Y es que para joder no hace falta querer joder. Foto: Cuartoscuro.

El Presidente sintió el pasado martes la urgencia de aclararnos que ninguna de las conocidas tragedias nacionales ha sido intencionalmente orquestada desde la Presidencia.

No es descabellado pensar que Enrique Peña Nieto estaba diciendo la verdad cuando afirmó que ningún Presidente se levanta pensando como joder a México; sólo un verdadero misántropo se frotaría las manos cada mañana en Los Pinos saboreando, a la par del desayuno, un repaso mental de todos los posibles sufrimientos que podría desencadenar en otros con sus acciones. Si bien el anterior escenario no es imposible, también parece seguro afirmar que es uno sumamente improbable.

Lo cierto es que el Presidente nos ha dejado una de las frases más representativas y cargadas de significado de su sexenio. Su declaración dejaría ver una posición personal ampliamente compartida por las personas con altos cargos políticos. Y nos ayuda a entender un poco mejor con qué estamos lidiando.

Nos guste o no, buena parte de estos individuos sienten que no están actuando en contra del país porque en su narrativa personal no han hecho nada condenable al haber actuado sin la intención de dañar a otros. En ello encuentran consuelo. Es fácil imaginar a funcionarios corruptos llegando a casa en las noches listos para cacarear los importantes temas que discuten o el impacto positivo de las decisiones que tomaron en el trabajo. Y claro, si también se pudo incrementar la cantidad de propiedades o ceros en la(s) cuenta(s) de banco, ¡qué mejor! O al revés.

Pero las conciencias tranquilas se verían amenazadas si consideraran que la mayoría del daño generado por acciones humanas no requiere de previas intenciones específicas de dañar al perjudicado. Ni los desarrolladores inmobiliarios que depredan manglares lo hacen porque disfrutan terminando con un ecosistema ni las mineras que contaminan ríos sin pudor son más felices por hacer tóxicas sus aguas.

Esta lógica no es distinta cuando los directamente jodidos por son seres humanos. Piense en el Gobernador que desvía y utiliza para la compra de un enorme yate personal decenas de millones de pesos que debían ser empleados para la compra de medicinas en un hospital estatal. Si bien el desvío de recursos en sí mismo una acción en sí misma moralmente -y legalmente- condenable, y con efectos concretos en las vidas de otros, el –triste- placer que el propietario encuentra en la acumulación, el lujo y la ostentación no necesitan de los muertos o de la miseria de terceros; es decir, no implica necesariamente querer joderlos.

Lo que muchos de estos personajes dejan de considerar es que aún si sus decisiones han sido tomadas con las sinceras intenciones de “beneficiar a México” todos sus buenos propósitos se pueden ir al caño cuando se dispone de lo público como privado. Piense en la reforma energética. Supongamos que la apertura de este sector fue una buena decisión –algo muy cuestionable, pero le pido acepte el ejemplo-. Supongamos también que lo que tenían en mente quienes tomaron esta decisión –a diferencia de quienes la votaron a cambio de otra cosa- era generar condiciones para el desarrollo material de los mexicanos. Sin embargo, si los contratos fueron asignados a los amigos de siempre y se ofreció a los inversionistas condiciones de regalo, el objetivo no sólo inicial se vuelve inalcanzable, sino que todo el proyecto termina por ser contraproducente; se termina jodiendo a México.

Pero las conciencias tranquilas –“no nos levantamos queriendo joder a México”- también podrían ser alimentadas por un conveniente error de categoría fundamental muy común entre nuestros gobernantes. Dado que este tipo de error ha sido mencionado antes en este mismo espacio, reproduzco a continuación su explicación original: En 1951 el filósofo Gilbert Ryle invitó a sus lectores a imaginar la siguiente escena: un individuo llega de visita a la universidad de Oxford y es guiado a través de su campus por un trabajador de esa casa de estudios, quien le muestra la biblioteca, el auditorio, las aulas y los distintos edificios que forman parte de las instalaciones universitarias. Al terminar el recorrido, y para sorpresa del guía, el visitante le dice “¡muy bonitas instalaciones! Ahora me gustaría ver la universidad” (Sinembargo.mx 19/06/2016).

De la misma forma, cuando se habla de joder o no joder a México lo primero que tendríamos que pensar es qué es lo que se está entendiendo por México. Y en este sentido lo que se suele perder de vista es que México no es más que los mexicanos, nuestras estructuras sociales y materiales, y el pedazo de tierra en que vivimos.

Si acaso la abstracción “México” puede entrar en la categoría que Daniel Dennett denominó “buenos objetos abstractos” que incluyen a los centros de gravedad o al ecuador; es decir, nos puede ser útil para hacer cálculos y tomar decisiones. Sin embargo, y regresando a Ryle, no debemos olvidar que al hablar de México no estamos hablando de algo concreto distinto a la suma de los elementos mencionados. No puede beneficiar a México si no se beneficia a los mexicanos, y no se puede no joder a México si se está jodiendo a los mexicanos.

Uno puede envolverse en la bandera nacional y jurar amor a la patria; pero los efectos de nuestras acciones, sin importar si son colaterales o involuntarios, pueden terminar destruyendo las vidas de millones de seres humanos. Es por ello que “un Presidente no creo que se levante, ni creo que se haya levantado pensando…cómo joder a México” es una frase tan vacía como reveladora. Y es que para joder no hace falta querer joder.

 

Twitter: @asalgadoborge

Facebook: Antonio Salgado Borge

Email: asalgadoborge@gmail.com

 

 

 


Deprecated: preg_replace(): Passing null to parameter #3 ($subject) of type array|string is deprecated in /home/embargo/public_html/wp-content/plugins/fv-wordpress-flowplayer/controller/frontend.php on line 585
Antonio Salgado Borge
Candidato a Doctor en Filosofía (Universidad de Edimburgo). Cuenta con maestrías en Filosofía (Universidad de Edimburgo) y en Estudios Humanísticos (ITESM). Actualmente es tutor en la licenciatura en filosofía en la Universidad de Edimburgo. Fue profesor universitario en Yucatán y es columnista en Diario de Yucatán desde 2010.

Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que SinEmbargo.mx no se hace responsable de los mismos.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video

más leídas

más leídas