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Francisco Porras Sánchez

28/07/2019 - 12:02 am

Medición, autonomía y poder ciudadano

Producir datos técnicamente confiables es una actividad compleja, en la que intervienen múltiples actores e instituciones.

“No podemos medir todo: generar datos confiables es una actividad costosa, en tiempo y dinero”. Foto: Enrique Ordoñez, Cuartoscuro

Particularmente desde hace un par de décadas, nos encontramos en una época dorada de la medición de los fenómenos sociales. Actualmente existen cientos de indicadores e índices que miden muchos de los problemas retorcidos que son atendidos por las políticas públicas, así como los atributos de los contextos sociales, políticos y económicos, como la expectativa de vida, los niveles y calidad de la educación, el ingreso, la violencia y los delitos, la percepción de la corrupción, la pobreza, la confianza interpersonal y en las instituciones, la calidad de las democracias, y muchos otros. Véanse, a manera de ilustración, los muy usados Indicadores Mundiales de Gobernanza del Banco Mundial (WGI)[1]; el Índice para una Vida Mejor de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos, OCDE[2]; el Índice de Desarrollo Humano, del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD[3]; y particularmente los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS[4].

Éstos son indicadores e índices que aspiran a medir realidades sociales de una manera diferenciada -es decir, sensible al contexto- y con un alto grado de confiabilidad. Cada vez que se publican sus resultados, éstos son analizados y discutidos por comentadores(as) y especialistas, miembros de Think Tanks y Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC), políticos(as) y otros(as) tomadores(as) de decisiones.

Como se sabe, los indicadores e índices deben cumplir ciertos requisitos para que realmente midan lo que dicen medir. Deben ser representativos y relevantes, es decir, se tienen que seleccionar inteligentemente. No podemos medir todo: generar datos confiables es una actividad costosa, en tiempo y dinero, por lo que solamente tendríamos que medir lo pertinente, lo que nos ayuda a resolver problemas de la sociedad y sobre asuntos en los que se puede intervenir de manera efectiva. Deben ser oportunos, es decir, generarse en ritmos que permitan alinear las decisiones gubernamentales -particularmente las presupuestarias- a sus resultados, maximizando los efectos de las políticas públicas y minimizando el tiempo de espera. Deben ser relativamente sencillos de obtener, fáciles de interpretar, adaptables a las circunstancias, y comparables con indicadores similares producidos por OSC, Think Tanks y otras agencias autónomas y / o gubernamentales, nacionales, extranjeras o pertenecientes a organismos internacionales. Finalmente, deben comportarse de manera consistente y homogénea en el tiempo. Hay indicadores de estructura, de relación medios-fines, de resultados, de procesos, de impacto y de satisfacción de usuarios, entre otros[5]. Este mundo es realmente apasionante, entre otras cosas, porque generar buenos indicadores requiere atención y conocimiento experto.

Producir datos técnicamente confiables es una actividad compleja, en la que intervienen múltiples actores e instituciones. A pesar de esto uno(a) esperaría que, independientemente de si la información es oficial o es generada por instituciones académicas o de la sociedad civil, hubiera un cierto grado de traslape o coincidencia ente diferentes indicadores e índices. Se tendría que llegar a posiciones más o menos compatibles entre sí, no importando los lugares o disciplinas desde las que se parte. Esto no significa que hay que aspirar a tener definiciones únicas de la realidad, ni tampoco que hay que borrar las muy legítimas diferencias teóricas y metodológicas usuales. Simplemente hay que reconocer que detrás de cada esfuerzo de medición hay presupuestos conceptuales y causales, los cuales hay que transparentar y discutir; y que todos los instrumentos y metodologías se refieren a las mismas realidades que, aunque definidas de distinta manera, son compartidas por todos(as).

Por estas razones, los indicadores e índices deben ser producidos en entornos que aseguren una evaluación rigurosa entre pares. Las instituciones como el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), o el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), deben estar protegidas en contra de cualquier posible interferencia indebida, que trate de substituir los criterios y buenas prácticas académicas, de política pública y de derecho a la verdad, por presiones políticas. Si hay un lugar donde debe existir la libertad de investigación, pero también la libertad de pensamiento y de conciencia, es en estas agencias gubernamentales autónomas. Proteger su capacidad de autodeterminación, incluyendo un presupuesto suficiente para su funcionamiento, es indispensable.

Sin embargo, esto es solamente parte de lo que debemos hacer para mantener buenos indicadores e índices. Su información no debería pertenecer solamente al ámbito de las élites gubernamentales, privadas y sociales, sino también tendría que ofrecer herramientas a los(as) ciudadanos(as) para decidir mejor, haciendo nuestra democracia más sostenible. En última instancia, cada indicador e índice debería empoderar a la sociedad civil, mejorando la calidad de incidencia de actores e instituciones no gubernamentales. Las labores de vinculación y divulgación de las agencias autónomas generadoras de indicadores no es algo deseable solamente; en ellas nos jugamos el entorno democrático que hace posible su existencia misma.

[1] https://info.worldbank.org/governance/wgi/#home

[2] http://www.oecdbetterlifeindex.org

[3] http://www.mx.undp.org/content/mexico/es/home.html

[4] https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/objetivos-de-desarrollo-sostenible/

[5] Tanto la clasificación como los atributos de un buen indicador son de Mejía, J. (2003). La evaluación de la gestión y las políticas públicas, México: Miguel Ángel Porrúa, capítulo 6, evaluación por indicadores, pp. 81-113.

Francisco Porras Sánchez
Doctor en Política y Estudios Internacionales por la Universidad de Warwick, Reino Unido. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores. Su línea de investigación es la Gobernabilidad urbana y regional contemporánea (finales del siglo XX y principios del XXI), con particular interés en gobierno, gobernanza y redes de política pública. Actualmente es profesor investigador del Instituto Mora. Twitter: @PorrasFrancisco / @institutomora

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