Artes de México

REVISTA ARTES DE MÉXICO | Máscaras: la otredad de los cuerpos

28/07/2018 - 12:03 am

Las máscaras han jugado un papel importante en la historia de la humanidad. Siempre han formado parte de la cultura. En Occidente, las máscaras juegan un papel fundamental en la transformación y transgresión de nuestros cuerpos, adquirimos la forma y gestos de un Donald Trump hecho de látex, de Barack Obama o de un Salinas de Gortari.

Por Diego I. Vicenteño Almaguer

Ciudad de México, 28 de julio (SinEmbargo).- Entre octubre y noviembre, en la celebración de Día de Muertos o Halloween, las máscaras inundan el paisaje urbano y transportamos nuestra corporeidad hasta la otredad. En el Japón feudal, los samurái utilizaban máscaras para fines bélicos con el propósito de esconder el rostro e impedir a su adversario ver sus expresiones faciales e influir temor por las formas abigarradas y exageradas del Mengu asemejando a un demonio.

En otras culturas, como en África o Europa, las máscaras fueron utilizadas con fines bélicos y también religiosos, como los tocados celtas o las máscaras funerarias africanas. En Europa, los médicos de la peste examinaban a sus pacientes utilizando máscaras con largos picos cónicos rellenos de paja, y los griegos popularizaron los antifaces dramáticos en el teatro, cada uno con una expresión distinta para representar diversos estados de ánimo o personajes arquetípicos.

Desde una tradición ritual y religiosa, el número 128 de Artes de México: Máscaras, rostros de la alteridad rescata la importancia y uso de las máscaras en México, así como el vestigio de un legado de los primeros afromexicanos. Y es que las máscaras siempre han poseído este poder de transgredir las formas y, sobretodo, la identidad. En la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca, cada año se lleva a cabo la Danza de los diablos, donde La Minga, un hombre disfrazado de mujer, baila junto a los diablos, hombres caracterizados como tales, y todos andan por el pueblo mientras cometen travesuras, cantan albures o recitan rimas poco elegantes. El objetivo principal de esto es la trasportación hacia los espíritus: los que participan en la danza buscan conseguir ofrendas para el Día de Muertos cantando sones. Así, los diablos suben desde el infierno y habitan el pueblo. Las máscaras adquieren la cualidad de ser entes activos, pues es a través de los danzantes que las máscaras poseen un cuerpo y, a través de la danza, una forma de expresión.

Danza de los diablos negros. Santa María Chimotepec, Guerrero, 2010. Fotografía: D.R. Natalia Gabayet.

Entonces encontramos la división entre los usos y propósitos de éstas en las palabras de Alessandro Questa y Johannes Neurath cuando distinguen entre dos tipos: activas y contemplativas. Unas cumplen su función de medio de comunicación: las máscaras activas forman parte de una mitología local y otorgan corporeidad a los entes místicos. De esta forma, algún ente baja a la tierra y se convierte en ese otro que se busca representar. Lo importante de usar la máscara, cuando se vuelve activa, es convertirse en el ser encarnado, ya sea diablo, La Minga, o el otro. Entonces la máscara es herramienta, reliquia y rostro que media redes rituales complejas y establece un medio de comunicación y comunión con los muertos o los seres invisibles. Finalmente, la máscara recrea eventos míticos o fundacionales a la vez que reordena el tiempo.

Las máscaras contemplativas, al contrario de las activas, tienen la función de ser objetos estéticos. En los diversos artículos que aparecen en el número de Artes de México, podemos apreciar que, la mayor parte de las veces, los artesanos que configuran las máscaras contemplan cuáles serán utilizadas como herramienta ritual y cuáles venderán a los turistas. A razón de esto, los coleccionistas o museos que poseen un gran catálogo de máscaras autóctonas ignoran en gran parte la procedencia o la función principal de éstas. Las grandes colecciones privadas son usadas para divertimento del que las posee, alejándolas del conocimiento enciclopédico y acercándolas a una percepción exótica de su existencia. El ordenamiento cuantitativo de las máscaras no está relacionado de ninguna forma con una catalogación etnográfica, histórica, antropológica o cultural. ¿Acaso no es nuestro deber conocer los diversos usos y procedencia de estas herramientas o reliquias? La separación de su contexto ritual, ahí donde sólo pueden volver a adquirir una corporeidad, las convierte en artefactos arcanos. Acertaba Walter Benjamin al escribir La obra de arte en la época de su reproducción técnica cuando describía la pérdida del aura para la obra de arte y la politización de ésta, la reproducción técnica desvincula al objeto de la tradición. La máscara contemplativa es deformada de su principal función ancestral para convertirse en un mero objeto de reproducción, a la enajenación política que busca utilizarla como moneda de cambio.

Mascarero de San Felipe Tepatlán, Puebla, 2013. Fotografía: D.R. Alessandro Questa.

No podemos negar que hoy las máscaras cumplen su función principal, aunque sea por medio de la celebración de Día de Muertos o Halloween, donde los disfraces transportan al ente que representan a su corporeidad a través de cualquiera que esté comprometido con su papel de monstruo, político o ambos. Esto no puede compararse con el uso ritual que aún convive en las distintas poblaciones mexicanas. Celebraciones como la Danza de los diablos de la Costa Chica de Guerrero, la danza chapayeca de los Yaquis de Sonora, la danza del JA’OOK de los tepehuanos de Durango o las danzas huicholas y coras de la región del Gran Nayar de San Juan Bautista, Nayarit, preservan y continúan una tradición que hace posible la interacción con un medio más allá de lo biológico, dejando de ser una realidad unidimensional para poder dialogar con los otros, ya sea espíritus, animales o seres mitológicos. De cualquier manera, las máscaras nos sirven para articular la otredad, su desempeño consiste en no sólo articularla y dotarla de una expresión, sino de convivir y convertirnos en ella, dejándola habitar nuestro cuerpo. Aunque sea La Minga, Shrek, el diablo o Donald Trump.

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