ENTREVISTA | El pasado familiar para hacer una novela: Renato Cisneros

28/04/2018 - 12:04 am

Contando los secretos de su familia, Renato Cisneros también relata las idas y vueltas de Perú, que hoy se debate entre el Mundial de Rusia y dar la siguiente batalla contra la corrupción. Dejarás la tierra es la nueva novela “macondiana” de un escritor notable.

Ciudad de México, 28 de abril (SinEmbargo).-En Dejarás la tierra, Renato Cisneros se sumerge en su pasado familiar para descubrir entre otras cosas que es hijo de un cura (Gregorio Cartagena), con la que su tatarabuela Nicolasa tuvo varios hijos y una relación más o menos secreta.

La vida del Perú a partir de su propia historia, en un mundo donde el coloniaje impartía sus costumbres y su conservadurismo, donde un Simón de Bolívar era un tanto dictador y envidiaba a José de San Martín, el prócer argentino.

“Cuando vas a sumergirte en tu propia historia lo haces porque tienes un propósito neurótico como escribir una novela. Si no tienes eso, más vale no te metas”, dice este autor nacido en Lima en 1975, orgulloso de ser heredero de un cura porque allí encontró “un propósito literario” y sabedor a sí mismo de que viene del Perú, donde el gran padre de la literatura es Mario Vargas Llosa, “como Jorge Luis Borges, como Gabriel García Márquez”.

Dejarás la tierra es una novela que completa su narración sobre el padre, miembro de la dictadura militar peruana, La distancia que nos separa. Al principio, después de entregar su manuscrito de 700 cuartillas, el editor de Planeta le dijo que no era un solo libro, que había dos, que tenía que relatar su pasado “macondiano”, en un registro distinto.

En ese momento no quería saber nada, pero con el tiempo y la investigación encontró adulterios, hijos escondidos y ruinas económicas que también hicieron a su familia, una gran motivación literaria.

“Hay muchos Cisneros en Perú”, dice sonrojándose. Un apellido de una mujer, que es donde comienza el linaje de su grey.

–Te metiste en el pasado de tu familia y encontraste a un cura y a un ser que no existe…

–Yo escuchaba de niño las historias de estos hombres de mi familia, no se hablaba del cura, pero sí de todos los que habían intervenido en la vida periodística, diplomática, política del Perú y me resultaba fascinante. Con los años me pareció sospechoso que solamente se hablara en términos tan positivos de estos hombres y cuando alguna vez escuché por ahí de que veníamos de un cura, empecé a investigar sólo desde la perspectiva literaria. Mi proyecto no tenía que ver con otra cosa que no fuera escribir un libro. Si no hubiese sido así, supongo que me hubieran afectado las verdades que iban saliendo. No creo que todas las personas estén hechas para echarle luz a su pasado. Si no tienes detrás un proyecto tan neurótico como escribir una novela, a veces es mejor no abrir los cajones que te han dicho que no abras.

–¿Es importante para la sociedad peruana descubrir quién fue tu padre, tu abuelo?

–Creo que para todas las sociedades latinoamericanas. Nos has costado problemas saber nuestra identidad. Con los años hemos aprendido a debatir los derechos humanos, el rol de la mujer en la sociedad, la pertinencia de las diferencias sexuales y la identidad es uno de esos temas. En los últimos años hemos empezado a debatirla. Cuando hablamos de identidad también hablo en el acervo cultural, en las raíces sociales, también hablar en ese ejercicio individual de saber de dónde viene uno, saber cuál es la herencia, porque la herencia no son sólo los ojos o determinada posición del cuerpo. La herencia también tiene que ver con esos fantasmas y con esos traumas que tus antepasados no quisieron ni nombrar y que se repiten generación tras generación.

–Hablas de Nicolasa, que en estos tiempos hubiera sido una mujer sumamente independiente

–Sí. Es una mujer que se debate entre el sentido conservador de las cosas y una pasión que la arrebata. En un momento tiene que optar entre lo ecuánime, lo racional y esta relación ilegítima que ella decide encaminar. A mí una de las cosas que más me enseñó la escritura del libro es querer a los personajes femeninos. En nuestro país y en nuestro mundo hay una lectura muy machista de la historia.

El conservadurismo, herencia del coloniaje. Foto: efe

–Pedro se parece a Nicolasa por lo apasionado

–Es un tipo vehemente y también apasionado. Se entera lo de su hermana con el cura y quiere vengarse para redimir el nombre de su familia. Como buen militar que es tiene la preocupación por el buen nombre, pero es demasiado cómplice de Nicolasa como para sancionarla moralmente. Defender el buen nombre es una de las peores herencias del coloniaje, esta aspiración social por la nobleza, el prestigio, por querer parecer algo que tal vez no se sea.

–El coloniaje ha dejado muchas herencias, entre ellas la de una sociedad conservadora

–Creo que el conservadurismo puede entenderse así, como herencia del coloniaje, una familia obsesionada con las tradiciones, con el deber ser, con el apostar por el futuro siempre, que fue un discurso de la realeza española por mucho tiempo. El pasado tiene muy mala prensa y la gente que se dedica a hurgar no tiene seguidores, los que dicen algo sobre el futuro sí: las brujas, los chamanes, los especialistas en cartomancia, los políticos que hablan de las promesas del futuro.­

–Bolívar es un prócer que está al lado de San Martín, tú lo atacas

–Yo no lo ataco. Hay una analogía que es cómo esta familia que empieza a gestarse coincide también con el país que inicia a convertirse en república. Los hijos bastardos, crecen con una incógnita en la cabeza, no saben quién es su padre. No saben si es él o si es el cura. Lo mismo ocurre con el Perú, si es San Martín o es Bolívar el hombre al que le deben su independencia. Hoy por hoy ni siquiera sabemos qué es la peruanidad. Sí hay cartas de Bolívar donde habla de los peruanos en términos decepcionantes. A mí en general la figura del héroe latinoamericano me irrita un poco, pero sin duda Bolívar y San Martín son nuestros baluartes.

–¿Cómo está Perú ahora?

–En Perú ha habido muchos hechos políticos variados. Una vez que cayó el fujimorismo, la sociedad peruana se comprometió a no permitir tales grados de corrupción. En los 18 años siguientes la corrupción no hizo más que justificarse y se han ido cayendo los presidentes, uno más lamentables que otros, colocados por los antifujimoristas como yo. Si me preguntas si a los peruanos les interesa más que Ricardo Gareca esté al frente de la selección peruana cuando comience el mundial que si el presidente va a renunciar, lo primero. El fútbol, luego de 36 años de no ir a un Mundial, se ha convertido en un catalizador de emociones que antes no teníamos. Hoy la gente está pensando en Rusia.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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