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Jorge Alberto Gudiño Hernández

28/03/2015 - 12:03 am

El desbarrancadero

No soy analista político ni podría serlo. Me falta preparación y me sobra autocrítica. Esto último es importante porque hay muchos periodistas que, sin contar con la preparación, ejercen su derecho de opinar sobre cualquier cosa sin pudor alguno. En fin, debo insistir en que no soy analista político. Eso no implica que, como cualquier […]

No soy analista político ni podría serlo. Me falta preparación y me sobra autocrítica. Esto último es importante porque hay muchos periodistas que, sin contar con la preparación, ejercen su derecho de opinar sobre cualquier cosa sin pudor alguno. En fin, debo insistir en que no soy analista político.

Eso no implica que, como cualquier ciudadano de este país, no note cosas preocupantes. Me parece que la mayor de ellas no tiene que ver con un hecho tan concreto y tan grave como Ayotzinapa, con la casa blanca, con Carmen Aristegui o cualquier otro ejemplo que nos salte en el caos que se está volviendo la constante de este país. El mayor problema es que estamos entrampados. No tenemos salida.

Es tan sencillo de explicar que hasta parece ideado por una mente demasiado perversa: la clase política está blindada. En cualquier democracia se castiga a los gobernantes malos por medio del voto. Optar por uno u otro partido no sólo tiene que ver con lo que éstos ofrecen sino con la evaluación de los que ya han gobernado. Esto es imposible en México.

Basta con ver y escuchar las campañas políticas para darnos cuenta de ello. Con suerte hay unas cuantas propuestas pero son las menos. Lo más es una andanada de spots sin pies ni cabeza. Uno podría mezclar los nombres de los partidos con el contenido de los comerciales y no se haría diferencia. Al parecer, eso es lo que buscan. Perderse en la vorágine publicitaria para conseguir votos gracias al color de sus logotipos o a la recordación de los actores contratados para la propaganda.

Y eso es grave.

El sistema electoral impide castigar a los malos gobiernos. Si uno analiza las encuestas puede ver, con meridiana claridad, que los partidos que serán elegidos en las próximas elecciones contarán con menos del 20% de la votación total, debido a abstencionismos y dispersión de los votos. Y, de cualquier modo, gobernarán, se repartirán el presupuesto, continuarán con las malas prácticas. Así votaren sólo los candidatos, el resultado sería el mismo.

De ahí que la idea del desbarrancadero sea la que mejor refleja nuestro futuro como país. Cada vez estamos peor y no se vislumbran salidas fáciles. Miles de millones de pesos tirados a la basura. El futuro en manos de un pequeño grupo de personas más interesadas en su beneficio personal que en el del país. De ahí que no haya denuncias y, cuando las hay, se pierden en los intersticios de leyes que no castigan, no remueven gobernantes, no muestran a la población que vale la pena ese camino.

No coincido con la idea de que estamos al borde del precipicio. Más bien ya estamos cayendo. Y entre la gravedad y la inercia, sólo queda endurecer los riñones y prepararnos para el golpe porque no hay forma de amortiguarlo.

En verdad, la clase política ha actuado con la perversión propia de quien se sabe invulnerable. En verdad, una tristeza.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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