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Salvador Camarena

28/02/2012 - 12:02 am

Narcomantas y periodismo

El punto 2 de los criterios editoriales del Acuerdo para la cobertura informativa de la violencia lleva por nombre “No convertirse en vocero involuntario de la delincuencia organizada”. En ese apartado se plantea, entre otras cosas, que “en la cobertura del crimen organizado y sus estrategias de terror, los medios debemos: (entre otras cosas) Omitir […]

El punto 2 de los criterios editoriales del Acuerdo para la cobertura informativa de la violencia lleva por nombre “No convertirse en vocero involuntario de la delincuencia organizada”. En ese apartado se plantea, entre otras cosas, que “en la cobertura del crimen organizado y sus estrategias de terror, los medios debemos: (entre otras cosas) Omitir y desechar información que provenga de los grupos criminales con propósitos propagandísticos. No convertirse en instrumento o en parte de los conflictos entre grupos de la delincuencia”.

El grupo Reforma, que cuenta con tres importantes medios, no suscribió el Acuerdo, que fue firmado hace casi un año. Así que nadie puede reclamar a Reforma, El Norte y Mural que en su edición del sábado pasado publicaran en buena parte de sus portadas el contenido de unas “narcomantas”. (Y hay que decir también que la decisión que un medio tome de marginarse del compromiso firmado en el Museo de Antropología no lo hace ni bueno ni malo per se).

Entre las dos posiciones, la que busca que se “omita” información que “provenga de los grupos criminales con propósitos propagandísticos” y la publicación literal, como hizo Grupo Reforma, de los mensajes expuestos el viernes pasados en algunos puentes, a la par de que ocurrían “narcobloqueos”, es pertinente hacernos algunos cuestionamientos sobre la cobertura de algunos de los diarios más importantes de México.

Como a cualquier otro medio periodístico, se puede preguntar a Grupo Reforma sobre lo que le llevó a la decisión de lo publicado en sus portadas el sábado pasado:

¿Cómo determinó la credibilidad de las mantas? ¿Con quién validó el contenido de las mismas? ¿Por qué decidió que una información colgada en un puente, sin más prueba que los señalamientos mismos, fuera parte de la información principal de El Norte y Reforma, y la segunda en la portada de Mural? ¿Qué prueba tienen de que los autores de las mantas son criminales? O mejor aún: ¿Qué certeza tiene de que los criminales que dicen firmar los mensajes son en realidad los que la suscriben y no otros, es decir un tercer interesado? ¿Son los criminales interlocutores legítimos para un medio solo por lo que se expresa a través de unas mantas? ¿Por qué en su edición Reforma escribe en el sumario “supuestos Zetas” y a pesar de ello da total despliegue a la acusación de que habrían aportado dinero a la campaña del hoy gobernador? Y finalmente, ¿buscó la posición del gobierno de Nuevo León antes de publicar esta información que le acusaba? Porque si así lo hizo, no lo consigna como es la costumbre de muchos medios. E incluso, al día siguiente, y al menos en Reforma, la versión del gobierno de Rodrigo Medina, rechazando las imputaciones a través de un funcionario, no llegaron a la primera plana.

Es sabido que Grupo Reforma, con su asiento en Monterrey, ha tenido una profunda confrontación con Rodrigo Medina. Allá ellos y sus agendas, pero independientemente de acuerdos de medios o no, es cuestionable el periodismo exhibido este sábado por los diarios de ese importante grupo.

El meollo del tema de qué hacer con los “narcomensajes” no debería estribar, creo yo, entre la omisión total de las “narcomantas” o la publicación pornográfica de las mismas. Puede ser más complicado, y por lo mismo más meritorio, pero quizá a lo único a lo que los medios deberíamos comprometernos con los lectores y las audiencias es a que en caso de tener una “narcomanta”, evaluaremos la validez periodística de la misma con las herramientas elementales del periodismo de siempre: la verificación, la consulta con eventuales aludidos, la contextualización, y en última instancia, la decisión sobre la pertinencia sobre si debemos publicarla y cómo llevar a cabo tal difusión; más aún cuando las mantas del sábado en Nuevo León supuestamente denotan una novedosa ambición de los presuntos criminales por dejar claros los alcances de su poder corruptor.

Salvador Camarena
Es periodista y conductor de radio.

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