Author image

Darío Ramírez

27/12/2012 - 12:00 am

Reflexiones y sentires

Para algunos el final es bienvenido. Para otros el término del año es un pesar. Al final, el balance es de tono individual. Lo cierto es que cada año el ejercicio es el mismo. Los que alcanzan la autocrítica podrán tener la fortuna de no cometer los mismos errores para el siguiente año. La mayoría […]

Para algunos el final es bienvenido. Para otros el término del año es un pesar. Al final, el balance es de tono individual. Lo cierto es que cada año el ejercicio es el mismo. Los que alcanzan la autocrítica podrán tener la fortuna de no cometer los mismos errores para el siguiente año. La mayoría descansamos en saber que los seguiremos cometiendo. Algún esfuerzo haremos para no repetirlos de manera idéntica. Los capaces de revisar sus trazos durante el año podrán reconocer aciertos y desaciertos. Revisarán sus pasos durante el año y reconocerán los grises de las actividades humanos. Dejarán sin sentido lo bueno y malo, para dar entrada a la comprensión más sutil de los elementos que componen cada acción.

La obsesión por marcar el tiempo indica que el año 2012 llega a su fin. O como decía Jorge Luis Borges “el tiempo circular de los estoicos”. Avisados estamos para cerrar ciclos. Será momento de recalibrar objetivos, desechar personajes y crear realidades. Se inicia, según el calendario, una nueva cuenta regresiva para volver a llegar a este mismo lugar días después para el mismo recuento de daños.

Lo cierto es que este año que termina arroja los mismos elementos que años anteriores: crisis, pobreza, corrupción, muertes, irresponsabilidades públicas, mentiras mediáticas, derrotas, cooptaciones, desastres naturales, guerras, asensos al poder de nueva burocracia, desapariciones de personas, inseguridad, mentiras… También vimos y vivimos: arte, amor, logros, victorias, perseverancia, anhelos, alegrías, justicia, burocracia efectiva, medios independientes, juventud rebelde, paradigmas a punto de quebrarse, igualdad. Por mencionar algunos grises necesarios para no caer en extremos innecesarios.

La vida pública también está marcada por el mismo “tiempo circular”. El parte que arroja el año fue la llegada democrática del PRI a la Presidencia de la República. Algunos pensamos que ese hecho jamás lo veríamos. La sorpresa del año fue la capacidad de ese partido para entrar democráticamente al juego, regenerarse, adaptarse a las nuevas reglas políticas (reglas que ellos mismos inventaron) para tomar el poder por asalto a través del voto. Las dudas y críticas de los detractores son válidas y algunas comprobadas, pero lo cierto es que burlaron el sistema político mexicano (repito, que ellos inventaron y moldearon) y este año pudimos ver la segunda alternancia en nuestra corta historia democrática.

Resulta imposible entender la actual capacidad del PRI para ganar las elecciones federales sin la debacle del PAN en el gobierno federal. Injusto sería no reconocer logros relevantes de 12 años en el gobierno federal (dos sexenios que no son monolíticos por lo que es justo reconocer esas diferencias). Lo cierto es que el azul está pintado de un rojo sangre indeleble. Lo cierto es que el pacto por la supervivencia del PRI rindió frutos y hoy lo observamos cuando vemos a Peña Nieto con la banda presidencial. El PAN no quiso matar al PRI. Seguramente el PRI no querrá desbaratar al PAN. Los grandes observadores están sentados del lado izquierdo. Hicieron mucho para pasar de estar a unos cuantos cientos de miles de votos de ganar la presidencia a una izquierda que sobrevivió por lo mal que lo hizo el PAN. Su líder (ese que cita a Jesucristo) amarrado a su sed de poder cerró el paso para escribir un nuevo capítulo en la política mexicana. Así la cerrazón de algunos en el 2012.

El optimismo para el 2013 no me viene fácil ni natural. Lo intento, créame que por los mismo rituales de los ciclos busco avenidas por dónde transitar sin caer en la penumbra de ese nublado futuro.  Lo cierto es que nuestra sociedad necesita sanarse y no veo la energía y voluntad para hacerlo. Y lo necesita hacer de una manera profunda. Ojalá esté equivocado y algo cambie el péndulo de nuestra realidad. Es preciso secar los ríos de lágrimas y sangre que recorren nuestro país. Y no veo cómo sin la solidaridad entre nosotros. Es decir, que nos importe el dolor de aquella persona que jamás hemos visto ni conocido. Es necesario revivir esa juventud que cambió la narrativa durante proceso electoral. Y todo apunta a que los seguiremos relegando para las promesas de campaña.

El letargo colectivo se reproduce ante las artimañas de los poderes. En muchos aspectos nos sentimos derrotados e incapaces de generar profundos cambios y de revertir la realidad. Parecería que dentro de nuestro DNA colectivo está la noción que el sistema siempre gana. Jamás desconocería que hay luchadores natos entre nosotros. Que hay personas ávidas de cambio y que están dispuestas a generarlo. Pero lo cierto es que ese cambio es una carrera de maratón y estamos acostumbrados socialmente al sprint de 100 metros.

Mejor ventura para todas y todos en el 2013.

Darío Ramírez
Estudió Relaciones Internacionales en la Universidad Iberoamericana y Maestría en Derecho Internacional Público Internacional por la Universidad de Ámsterdam; es autor de numerosos artículos en materia de libertad de expresión, acceso a la información, medios de comunicación y derechos humanos. Ha publicado en El Universal, Emeequis y Gatopardo, entre otros lugares. Es profesor de periodismo. Trabajó en la Oficina del Alto Comisionado para Refugiados de las Naciones Unidas (ACNUR), en El Salvador, Honduras, Cuba, Belice, República Democrática del Congo y Angola dónde realizó trabajo humanitario, y fue el director de la organización Artículo 19.

Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que SinEmbargo.mx no se hace responsable de los mismos.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video

más leídas

más leídas