En estos días, los talibán paquistaníes amenazan con atacar a aquellos que vendan el libro de Malala Yousufzai, Yo soy Malala, cuyo adelanto ofrecemos en forma exclusiva a los lectores de SinEmbargo.mx y SD.
No es una amenaza liviana. Sabemos que los ultrarreligiosos que han puesto el mundo patas para arriba están dispuestos a todo para imponer sus leyes.
Y aunque las normas de la corrección política muchas veces nos impiden, como bien ha marcado el escritor inglés Martin Amis, “criticar una cultura extranjera, ya sea por motivos religiosos o por tener la piel oscura”, es imposible no coincidir con el autor de Campos de Londres cuando se manifiesta “superior moralmente a cualquier talibán”
¿Quién es Malala Yousufzai? Se trata de la niña paquistaní a la que intentaron asesinar en 2012, que se salvó de milagro y sobre la que pesa una condena a muerte de por vida, según han hecho saber sus agresores.
“Por haber renunciado al Islam y por no haber hecho nada bueno”, los miembros del Tehreek-i-Taliban Pakistan, organización vinculada con Al Qaeda que lucha para derrocar al gobierno de Pakistán a través de una campaña terrorista, rechaza la Constitución paquistaní y el proceso democrático del país, advirtieron en un comunicado que quienes vendan el libro de Malala sufrirán las consecuencias en carne propia.
Se trata de la reacción fanática que pretende ser el contrapeso a las innumerables muestras de solidaridad y admiración que recibe prácticamente a diario la niña agredida.
Por caso el Premio Sajarov a la Libertad de Conciencia por el Parlamento Europeo, la postulación al Nobel de la Paz 2013 y la ciudadanía otorgada por gobierno de Canadá.
El 9 de octubre de 2012, cuando regresaba de su escuela en el valle del Swat, en el noroeste de Pakistán, Malala fue agredida a tiros, uno de los cuales hizo impacto en su cabeza.
Trasladada a Birmingham, en Reino Unido, para recibir tratamiento, salvó su vida y se quedó a vivir en Inglaterra, junto a su familia.
Aunque algunos pobladores de Pakistán que no están adscriptos al talibán consideran que la niña es un títere de la CIA, lo cierto es que la agresión cometida por los fanáticos que consideran un crimen que una mujer tenga acceso al conocimiento, es uno de esos casos en que literalmente el tiro salió por la culata.
EL LIBRO DE MALALA
Malala Yousafzai admira a Angelina Jolie, nunca se ha perdido un capítulo de Betty la fea y a menudo se preocupa por su cabello. Lejos quedaron en su vida los hechos terribles que tanto ha narrado la prensa de todo el mundo, el día aciago en que un pistolero al autobús escolar que compartía con sus compañeros, preguntó quién se llamaba Malala y cuando la niña se identificó, le disparó a mansalva.
El libro está escrito por la periodista inglesa Christina Lamb y describe la cerrada oposición del movimiento islámico fundamentalista que se ha hecho fuerte en la región de Swat, a la educación de las niñas.
Las mujeres no pueden ir a las peluquerías y asistir a la escuela representa un riesgo de muerte, en actos que Malala considera fruto “del miedo que los talibanes le tienen al género femenino”.
No tiene temor. Dice que las amenazas la hacen más poderosa. Estudiar para ella es honrar a su padre, Ziauddin Yousafzai, un maestro de vocación y fundador de una escuela para niñas, que antes del atentado también recibió graves amenazas contra su vida.
De su madre, que no sabe todavía leer y escribir, aprendió a luchar contra las limitaciones que la religión impone al desarrollo de las mujeres.
En el momento de la agresión, Malala escribía un blog donde exhortaba a sus pares a estudiar y no abandonar el colegio. Hoy, con 16 años, es un icono mundial y un ejemplo para las jóvenes que deben crecer en los países que siguen el Islam.
En la zona donde creció, aumentó en un 20 por ciento el porcentaje de niñas que van a la escuela, impulsadas por el carácter extrovertido y alegre de esta jovencita que ostenta una enorme confianza en sí misma y cuyo único delito fue querer estudiar y desear porque todas sus amigas y compañeras pudieran disfrutar del conocimiento.
Recientemente fue invitada a una recepción en el Palacio de Buckingham, donde fue recibida por la mismísima reina Isabel y su esposo, el duque de Edimburgo, a quienes les regaló un ejemplar de su libro.
EL DÍA DE MALALA
En su cumpleaños 16, vistiendo un chador que perteneció a la líder pakistaní Benazir Bhuto (asesinada en 2007), Malala pronunció un emotivo discurso en un foro juvenil celebrado en la sede de la ONU, el organismo que instituyó el 12 de julio, cuando nació, el Día de Malala.
“No es mi día, es el día de cada mujer, cada niña, cada niño que han levantado sus voces por sus derechos. Hay cientos de miles de activistas de derechos humanos. Miles de personas han muerto a mano de terroristas y millones han sido heridas. Yo soy sólo una de ellas”, dijo.
Comentó que cuando recibió un balazo en la sien izquierda, el Talibán pensó que la silenciarían, pero fallaron, porque en vez de su silencio han surgido miles de voces.
“Un niño, un maestro, un lápiz y un libro, pueden cambiar el mundo”, sentenció, pronunciando una frase que quedó para la historia.
