Author image

Jorge Alberto Gudiño Hernández

27/09/2014 - 12:01 am

Los niños y el bluray

Piense en la siguiente escena: llegar a la casa, con un pequeño de cuatro años muy emocionado porque trae consigo la nueva película en bluray. Da igual cuál sea, usted escoja la que más le guste. Contagiado por el sentir del pequeño, usted corre, abre la caja con descuido, prende el televisor, el reproductor de […]

Piense en la siguiente escena: llegar a la casa, con un pequeño de cuatro años muy emocionado porque trae consigo la nueva película en bluray. Da igual cuál sea, usted escoja la que más le guste. Contagiado por el sentir del pequeño, usted corre, abre la caja con descuido, prende el televisor, el reproductor de blurays, inserta el disco… y espera.

         El niño, mientras tanto, ya se ha acomodado en el sillón, la cama o deja que su impaciencia se manifiesta a manera de pequeños brinquitos frente a la pantalla. Y los segundos pasan. Y después los minutos. A lo largo de ellos vemos una advertencia del FBI por demás agresiva, avisos para los padres y, si la suerte es mala, también alguno del gobierno de nuestro país. Por más que el padre desesperado lo intenta, no puede adelantar el dispositivo. Tiene que esperar. Esperar lo que los programadores del disco decidieron. En mi ocio, he descubierto que esa espera puede llegar a los cinco minutos. Cinco minutos enteros en los que no puede hacerse nada justo porque uno decidió comprar un producto original.

         Lo aviso de una vez: no estoy a favor de la piratería.

Soy autor, no puedo estarlo. Sin embargo, a veces dan ganas de hacerlo. No porque cueste más barato ni porque se consiga más fácil (aunque aquí bien cabría una discusión en torno a los precios y las regalías). El asunto es paradójico. Con un disco pirata uno no tiene que esperar a que transcurra el tiempo conveniente para que el espectador sea capaz de asimilar la advertencia completa contra la copia y reproducción ilegal de ese disco. ¿Se da usted cuenta? A quien compra discos originales le toca aguantar el regaño que se saltan quienes sí cometieron la infracción.

Eso me recuerda a una maestra que, enojada porque muchos compañeros llegaban tarde a clase, comenzaba a regañarnos a los presentes… sí, a quienes habíamos llegado a tiempo. Y lo hacía, supongo, porque no podía regañar a los ausentes. Así como tampoco se puede advertir a los consumidores de películas piratas que no lo hagan, que está mal.

Al menos algunas veces. Otras, la copia es tan buena que incluye los regaños anticipados. Eso sí, a diferencia de quien tiene que esperar porque tiene un disco comprado en tienda, ellos sí pueden adelantar el video y hacer que la película empiece antes. Pueden tranquilizar a sus hijos antes.

Un paréntesis. No discutiré ahora sobre el asunto alrededor de educar con películas y televisión a los pequeños. De momento no estoy abordando el tema educativo, el moral, el de la convivencia cotidiana. Sólo el del entusiasmo refrenado por avisos que, estoy seguro, casi nadie lee y casi a todos molestan. Tan es así que, dejando de lado el asunto de los niños, uno también debe esperar cuando quiere ver la película o serie que acaba de comprar. A veces, hasta hay que aguantar los cortos y otros pormenores. Algo injusto por donde se le vea: ¿por qué alguien más decide el orden en el que un espectador ve el producto comprado legalmente?

De nuevo, no estoy a favor de la piratería. Sin embargo, cuando mi impaciencia se suma a la de mis hijos porque la película deseada no inicia, me dan ganas de cambiarme de bando. Y es que los blurays la alientan, en serio.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que SinEmbargo.mx no se hace responsable de los mismos.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video

más leídas

más leídas