A meses de los Olímpicos de invierno, COI defiende el espíritu de la justa en medio de reclamos por ley anti-gay rusa

27/09/2013 - 1:00 am

 

Foto: Twitter
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Ciudad de México, 27 de septiembre (SinEmbargo).– El espíritu olímpico tiene como base promover los derechos de los seres humanos y manifiesta estar en contra de cualquier tipo de segregación. Los Juegos cambiaron en la década de los 80 con la llegada de Juan Antonio Samaranch al frente del Comité Olímpico Internacional (COI). El catalán supo llevar a la justa a un nivel nunca antes visto. De pronto, esa peculiaridad de reunir a los mejores atletas del mundo cada cuatro años, redituó en ganancias monetarias considerables, provocando nuevas políticas en torno a su elaboración.

Ya desde 1936, con la designación de Berlín en aquella Alemania nazi que avergonzó a la historia de la humanidad, el propósito de ser bandera de la igualdad se manchó. Sin que la historia se pueda borrar, las olimpiadas siguieron su curso con el mismo discurso. Los Juegos adoptaron el amateurismo excluyendo a deportistas de mote profesional. La tragedia de Munich 1972, cambió para siempre las reglas de la sede designada para organizar el evento. La tragedia que se vivió con parte de la delegación Israelí, fue el puntapié de una serie de sucesos que dejaban serios cuestionamientos hacia el espíritu. Samaranch cambió todo con su visión abierta.

Criticado en su suelo por pertenecer a la última camada de políticos que logró sobrellevar una vida estable a pesar de su pasado franquista, tomó las riendas del COI para darle entrada al profesionalismo. De su mano los boicots fueron cosa del pasado. Parecía que los Juego retomaban ese misticismo que los había caracterizado desde su creación. Al itinerario de la llama olímpica y la presencia de la delegación griega en primer lugar dentro del desfile inaugural, se retomaban los lazos con los deportistas mientras la gente veía impresionada a jugadores de fama mundial defender sus colores patrios.

Sochi. Foto: olympics.org
Sochi. Foto: olympics.org

A la par del aspecto deportivo, la política tomaba un papel predominante. En Beijing 2008, serias demandas sobre la privación de los derechos humanos en territorio asiático, no fueron suficiente recurso para desestimar la justa. Ni la matanza de Tlatelolco en 1968, pudo serlo en México con diez días de antelación a la inauguración. El próximo año, Sochi, ciudad rusa a las orillas del mar negro, albergará una nueva edición de los Juegos Olímpicos de invierno bajo una serie de demandas y reclamos sociales por la situación social que vive el país europeo. Una ley aprobada hace unos meses, prohíbe cualquier tipo de manifestación a favor de los derechos de personas homosexuales o travestis.

“Esta ley no afectará a ningún atleta o miembro de alguna delegación que participe en los Juegos, ni al espíritu de los mismos”, declaró Jean-Claude Killy miembro del COI, argumentando que por más reclamos, el comité “no puede meterse en asuntos del gobierno”. Killy dejó claro que los cimientos ideológicos del olimpismo siguen siendo los mismos y que de ninguna manera se verán afectados por la realidad política impuesta por el presidente ruso Vladimir Putin. Las declaraciones llegan justo el día en el que varios manifestantes fueron arrestados pidiendo la cancelación de los juegos.

Con un contraste marcado, las instalaciones se muestran junto al desolado paisaje de una ciudad que se ha entregado a las olimpiadas como motor de crecimiento. En total, 51 billones de dólares han hecho a Sochi 2014, el evento olímpico más caro de la historia. A seis meses del inicio, voces claman para que se promueva un cambio de sede. Con el antecedente del mundial de Atletismo en Moscu durante este año, se esperan diversas manifestaciones de los atletas en contra de la legislación establecida. Rumores sobre boicots se afianzan aún más. El legado que visualizó Samaranch, parece haber mutado con la política social tomando la batuta del interés colectivo. Designada desde 2007, Sochi se prepara para culminar siete años de preparativos en medio de el lamento de varias organizaciones vinculadas con los derechos humanos. El pasado de los juegos, pudiera repetirse.

Foto: olympics.org
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