La mitad de las personas que nacen en los hogares más pobres permanecen en esa condición y solo una cuarta parte alcanza un extremo superior, pero en la región sur del país la situación es más cruda: 65 de cada 100 que nacen en pobreza se quedan en ella. El Centro de Estudios Espinosa Yglesias dio a conocer un estudio en el que evaluó la desigualdad en México.
Ciudad de México, 27 de febrero (SinEmbargo).- En México, más del 60 por ciento de la desigualdad se transmite de una generación a otra. De acuerdo con la más reciente investigación del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), el país está fracturado por la desigualdad y la baja movilidad social.
Estos datos muestran que la mitad de quienes nacen en los hogares más pobres permanecen en esa condición y sólo una cuarta parte de ellos logran alcanzar un extremo superior. En la región sur del país la situación sigue siendo más cruda, ya que 65 de cada 100 que nacen en esa zona, quedan en ese extremo. Sus posibilidades de subir, son la mitad en comparación con la de habitantes de otras regiones.
Según el estudio, estas diferencias geográficas se originaron por la tasa de desempleo juvenil, las oportunidades escolares, la infraestructura de vivienda y el crecimiento económico.
“La desigualdad de todo tipo de oportunidades durante el ciclo de vida es profundamente desigual a lo largo y ancho del país. Lo anterior apunta a barreras tempranas para la acumulación y total aprovechamiento del capital humano”, puede leerse en el documento del CEEY.
El titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Arturo Herrera, dijo al respecto que el país tiene problemas principales: el crecimiento económico y la desigualdad. El primero, dijo, puede ser único de México, pero el segundo no: es la región.
“Lo que cambia es la actitud de la sociedad que ha venido cambiando”, comentó.
Dijo que desde la academia se le introdujo el tema ético al problema de la desigualdad o que a la desigualdad hay que incluirle el tema de crecimiento económico, redistribución y gasto.
“En los temas de crecimiento, mientras más piensa uno en eso se da cuenta que no hay temas más relevantes. Esta es una sociedad desigual, esta la del ingreso, pero está la de mujeres, la del sur-sureste que también tiene el mayor número de población indígena”.
Enumeró políticas que desde su perspectiva ayudarán a reducir estos problemas: “el Gobierno para lograr tener un piso más alto y más parejo, con cerca del 39 por ciento de trabajadores informales que en 20 años no van a tener una pensión, no por una decisión personal sino por las condiciones del país, está el el programa de adultos mayores; los de infraestructura en el sur-sureste, vemos que no solo no hay movilidad social, sino que en esos estados tienen un nivel ingreso cada vez más separado del resto del país por lo que hay que cambiar las condiciones ahí están los programas de infraestructura y las becas de estudiantes, de las que ya tenemos información parcial de los avances, sobre todo de mujeres que se tienen que encargar de los cuidados y trabajo doméstico”.
Pero agregó que más allá de los programas, se necesita un pacto fiscal de naturaleza distinta y una discusión abierta, transparente y con datos.
Marcelo Delajara, investigador del CEEY, dijo que el alcance de la movilidad social ascendente es heterogéneo en la región de Norteamérica pero cambia notoriamente en la región sur y sureste de México, exceptuando a Quintana Roo y Campeche.
Los estados que dan más oportunidades son los de más crecimiento económico, los jóvenes estudian y terminan su educación y los niveles de hacinamiento son bajos. Eso explica el mayor número de oportunidades, explicó Delajara.
Raymundo Campos, investigador del CEEY, mencionó que el caso de Chiapas es trágico, ya que sus indices de movilidad social son incluso negativos, es decir, la situación de los pobres en Chiapas es peor para los niños de hoy que para sus padres.
“Se debe trabajar en transparencia de quiénes y cuántos pagan impuestos. Se debe saber el nivel de ingresos promedio, la tasa efectiva de pago de ingresos. Requerimos esfuerzos de comunicación y transparencia y construir confianza institucional”, comentó.
Quien nace rico o pobre, vivirá así toda su vida; el CEEY instó a destinar más inversión social com un enfoque regional y de justicia entre generaciones “que incorpore las dimensiones de género, familia y juventud”.
La efectividad, continúa el estudio, está en que se garantice un financiamiento sostenible de la inversión, la cual sería tarea de la SHCP.
La directora de El Colegio de México, Silvia Giorguli, destacó que la desigualdad persiste y que se observan dificultades en la movilidad ascendente y que es menor respecto al pasado, es decir, se ha vuelto más complicado salir de la pobreza.
“El objetivo es disminuir la desigualdad, favorecer a los sectores mas desprotegidos y se debe considerar la diversidad regional. Hay que ir a los temas fiscales, mover la discusión a ese lado”, comentó.
Aurora Ramírez, investigadora del Colmex, dijo que en términos de percepción en el tema redistributivo, los que están en condiciones de pobreza desean más igualdad y movilidad social; los que pertenecen a la parte económica alta, sienten que hay una distribución justa y por lo tanto, consideran que no se necesita hacer un gran esfuerzo de redistribución.
“Los estratos más favorecidos podrían vetar -o no apoyar- medidas redistributivas”, señaló.