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Tomás Calvillo Unna

27/02/2019 - 12:03 am

Preámbulo

¿Qué es el tiempo?
Esta forma de quebrar el soneto y
disolver su pretendida perfección.

Máscara de Chuuk, Micronesia. Foto: Especial

Hemos perdido la conversación interior, no sabemos quiénes somos; somos unos extraños arañando un muro impenetrable.

Preferimos seguir dando vueltas cada vez más veloces arriba del carrusel, hasta que se detenga y perplejos, nos bajemos, miremos alrededor y el silencio nos invada.

LA IMPRESIÓN DEL MOVIMIENTO

En memoria de Octaviano Cabrera

¿Qué es el tiempo?
Esta forma de quebrar el soneto y
disolver su pretendida perfección.

Estas imágenes que se adhieren
a muros, ventanas, espejos;
acaso la memoria, fuego nocturno
que se consume a orillas de los cuerpos.

¿Qué es el tiempo?
Estos afectos que se desprenden,
este dolor que se sumerge,
esta luz, ya neblina…

La eternidad hecha pedacitos
para ser lanzada sobre la mesa,
dejando a los dados
señalar las fronteras del reino.

¿Qué es el tiempo?
Esa mudanza continua
que descarga a cada paso
nuestras breves historias,
ese anhelo silencioso
por comprender qué es todo esto.

Esa oración propia que fluye en la sangre
y en un torrente encantado
vuelto palabras en los labios

¿Qué es el tiempo?
Una invención necesaria
para poder estar aquí.

RITUAL

el agua es un vaso fresco
al inicio de la jornada,
aquí, a orilla del mar,
en el mar de la primera ola,
sobre la tela nocturna,

cubiertos los hombros con un manto negro
al ofrecer el tiempo del maíz como una noche
que se consume en el horizonte.

Vigilante, como el faro en medio de las tormentas,
inamovible
cada ola vuelve y resarce,
cubre de espuma y sal
la ofrenda del cuerpo.

Espera.

El mar vuelve en sí,
prepara su bálsamo;
el sol es testigo de este inicio,
de esta preparación,
de este reconocimiento;

el océano es convocado por segunda vez
y humedece los cuerpos de maíz.

Espera.

El temor también se purifica,
el temor es un engaño de la estática.

Espera.

La mirada alcanza una cresta,
semilla en movimiento;

llega a las arenas el agua
que confirma:

las huellas de los bañistas
no hieren
el silencio de la tradición.

EL VIAJE

El ángel tiene quemadas sus alas
camino cerca de él y por primera vez
me duelen las venas de mi cuerpo

en sus extraños ojos
retorna el tren de la adolescencia
con sus paisajes alucinados del desierto

la montaña sagrada que cada hombre tiene y busca
me trajo hasta aquí
veo más ángeles en círculos y dispersos
con sus alas desgarradas

mi cuerpo no es mío
asciendo por un camino de piedras y cactus
los órganos forman murallas vegetales

los ángeles están ciegos
sentados a las orillas
escuchan nuestros pasos
silban una antigua melodía
llega en el viento frío
que golpea el rostro

es muy triste
pero no pierdo la fuerza
quiero seguir hasta el cauce seco del río
donde encuentro al Nazareno

estamos solos en la montaña
en el hondo azul del cielo
la sangre traza su presentimiento

no puedo caminar
es el hielo que la muerte arroja en su impacto

no puedo moverme
nada me duele
estoy junto a una gran piedra
soy parte de ella
mi carne es mineral
mis manos y pies hierba

la sangre es agua
en los poros de la piel
se filtra el cielo

veo a lo lejos su figura
su resplandor me atrae
me desprendo y lloro
enmudece

su presencia es el decir
estamos solos en esta hondura
de la montaña
su mirada gestos y modos
perteneces al brillante hijo fallecido de mis amigos
la sonrisa de un querido médico ido
se dibuja en sus labios
su cara guarda la infancia de mi padre

siento un abrazo amoroso
de la vida que inicia y termina
¿Quién eres? Murmuro
¿Quién soy? Escucho

toco el aire que nos rodea
y sé que es un cuerpo vivo.

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