La revolución de Hubble

27/02/2014 - 12:00 am
Galaxia espiral M33 en la constelación del Triángulo. Wikipedia.
Galaxia espiral M33 en la constelación del Triángulo. Wikipedia.

Durante el primer cuarto del siglo XX la principal cuestión que quitaba el sueño a los astrónomos era si las llamadas nebulosas espirales eran o no sistemas lejanos y comparables en tamaño a nuestra Vía Láctea.

En otras palabras, el problema radicaba saber si nuestra galaxia era todo el universo visible o simplemente una más entre millones. Para despejar la duda, durante esos años se organizaron conferencias, se programaron debates entre astrónomos y los grandes observatorios ofrecían tiempo en abundancia para investigar al respecto. Todo apuntaba a que durante el verano de 1924 se tendría la respuesta.

Edwin Hubble fue un astrónomo, atleta, abogado, alpinista y boxeador, originario del sureño estado norteamericano de Missouri. Después de estudiar en Oxford y servir para el Ejército de Estados Unidos durante la primera guerra mundial, obtuvo su doctorado en astronomía en 1919. Ese mismo año comenzó a trabajar para George Hale, director del Observatorio de Monte Wilson, lugar donde se encontraba el telescopio más grande del mundo en esa época, uno de 2.5 metros de diámetro.

Desde un inicio, Hubble se enfocó al problema de las nebulosa espirales y descubrió que la nebulosa espiral de Andrómeda contenía muchas estrellas variables del tipo cefeidas. Con ellas fue capaz de medir su distancia y descubrió que se ubicaban a varias veces el diámetro de la Vía Láctea.

Con la distancia y el tamaño angular pudo encontrar el tamaño real de la nebulosa espiral. Las observaciones de Hubble, por fin, aclararon todo: los objetos nebulosos espirales son galaxias como la Vía Láctea, pero a cientos de miles de años luz de distancia y están formadas por miles de millones de estrellas, gas y polvo, igual que la nuestra. Este fue, sin lugar a dudas, uno de los descubrimientos más grandes de la astronomía moderna.

Hubble dedicó el resto de su vida a estudiar las recién redefinidas galaxias y a buscar correlaciones y patrones entre ellas. Observó que la gran mayoría tenían forma espiral -el pequeño remolino que se ve sobre el café de la mañana después de agitarlo en círculos-, otras parecían un ovoide -algo como una telera o pan para tortas-, algunas eran casi esféricas y otras no mostraban una forma bien definida. Después de recopilar decenas de imágenes, Hubble publicó un artículo en 1926 donde proponía agrupar las galaxias por su forma, en elípticas, espirales e irregulares. Las que tenían una forma intermedia entre espirales y elípticas fueron llamadas lenticulares -como una lenteja vista de costado.

Al final de su vida en el otoño de 1953, Hubble dejó varios legados muy importantes en la ciencia. La clasificación de las galaxias es uno de ellos, pero otro, aún más importante, fue descubrir que nuestra galaxia es solo una más entre las millones que vemos en el universo. Su trabajo inició una revolución equivalente en muchos sentidos a la de Copérnico cuatro siglos antes. La revolución de Hubble literalmente nos dio un lugar en el universo.

 

Vicente Hernández

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Vicente Hernández
Astrónomo y divulgador de la ciencia
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