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Javier Solórzano

27/02/2012 - 12:01 am

Sin querer queriendo

Si alguien sabía la reacción que provocaría con su referencia a la encuesta, la cual coloca a Josefina Vázquez Mota en una suerte de empate técnico con Peña Nieto, es el mismísimo Presidente. Aquí no se vale aquello de “sin querer queriendo” ni nada parecido. Lo dijo a sabiendas de que algunos de sus 700 […]

Si alguien sabía la reacción que provocaría con su referencia a la encuesta, la cual coloca a Josefina Vázquez Mota en una suerte de empate técnico con Peña Nieto, es el mismísimo Presidente. Aquí no se vale aquello de “sin querer queriendo” ni nada parecido. Lo dijo a sabiendas de que algunos de sus 700 interlocutores lo harían público. El boletín del día siguiente bien se podría resumir con la frase de “palo dado ni dios lo quita”, a lo que podríamos sumarle que el boletín de prensa de Los Pinos tampoco lo quita.

La lectura elemental sobre los afamados “4 puntos” es que Calderón se metió oficialmente a la campaña. Efectivamente, el PAN había dado a conocer la encuesta a la que hizo referencia Calderón una semana antes. El hecho no justifica la expresión de optimismo velado de efectos múltiples que lanzo el Presidente ante los Consejeros de Banamex.

En las elecciones en Michoacán se presentó una situación similar. Al publicitarse una encuesta no necesariamente creíble que es favorable para quien la da a conocer, se busca crear una idea entre los ciudadanos de quien va a ganar o quien lleva la delantera. Una encuestadora, nos contó hace algunas semanas Fausto Vallejo, le ofreció sus “servicios” al candidato del PRI echando por delante que el hoy gobernador llevaba una ventaja de 5 puntos. Vallejo no aceptó los “servicios” debido a que ya tenía un contrato con otra empresa. El otrora presidente municipal de Morelia nos dijo que al rechazar la propuesta, esa misma empresa simplemente se cruzó la calle y ofreció el mismo trabajo a Luisa María Calderón, a la cual ahora le echaron por delante que “ella era la que llevaba 5 puntos de ventaja”.

Afirmaciones como las que hizo el presidente Calderón no son casuales. No lo fue por el momento en que lo dijo, en medio de esa figura inexplicable que son las “intercampañas”; ni por lo que dijo, Peña Nieto sigue con un cierto efecto teflón; ni a quien se lo dijo, banqueros que corren en cuanto les cuentan algo. Podría estar buscándose un efecto tipo Michoacán para contrastar y hacer ruido.

En Michoacán todas las casas encuestadoras, a excepción de la del PAN, le daban una ventaja para Fausto Vallejo de +-5 puntos. Lo que se intentó con esto es crear un ambiente y una percepción que generara polémica e incertidumbre en el resultado; pero como es bien sabido, la esperanza termina en cuanto llega la realidad.

Es del dominio público que si hay un ambiente en el que el Presidente se mueve  a sus anchas es en el de las campañas. Es lo suyo. Algo ha de estar viendo que se asomo a pesar de los riesgos que estaba corriendo. Seguramente, el Presidente contemplaba en su guión que se iba a llevar algo más que recriminaciones. Sin embargo, se abrió un flanco, se expuso, y ya lo quieren llevar al IFE y al TRIFE por más que al día siguiente hayan hecho “mea culpa” a través de un boletín de prensa y un discurso. El Presidente ya se subió al ring. La tentación de meterse de lleno está latente. Se espera que le gane la sensatez y que no se permita que la compleja elección se salga de su cauce. Se espera…

Javier Solórzano
Es periodista. Conductor de radio y televisión.

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