A menudo, los niños no se quejan, sino que aceptan las indicaciones de sus padres. Debido a eso, en lugar de avisar que la mochila les pesa demasiado, muchas veces lo que hacen es modificar su forma normal de caminar para poder adaptarse a la carga que llevan. Esto puede tener consecuencias muy negativas para su salud. En concreto, puede afectar la biomecánica de la marcha.
Por Cristian Vázquez
Madrid, 26 de noviembre (ELDiario.es).- Las hormigas pueden llevar sin mayores problemas cargas de hasta diez veces su propio peso, pero los humanos estamos muy lejos de esa capacidad. Para los adultos, el peso máximo recomendado para colgar a la espalda es el equivalente al 20 por ciento del peso corporal. Para los niños, en cambio, lo más apropiado es que lleven bastante menos.
Sucede que, a menudo, los niños no se quejan, sino que aceptan las indicaciones de sus padres. Debido a eso, en lugar de avisar que la mochila les pesa demasiado, muchas veces lo que hacen es modificar su forma normal de caminar para poder adaptarse a la carga que llevan. Esto puede tener consecuencias muy negativas para su salud. En concreto, puede afectar la biomecánica de la marcha, de acuerdo con expertos de la Universidad de Málaga (UMA) que han publicado hace días una investigación al respecto.
PROBLEMAS PARA EL APARATO LOCOMOTOR
Para ello, analizaron los casos de 213 niños y niñas de entre seis y doce años. Realizaron cinco pruebas diferentes, en cada una de las cuales incrementaron el peso de las mochilas, con el fin de analizar los cambios en el modo de andar. Los científicos -miembros del Departamento de Enfermería y Podología de la UMA- tuvieron en cuenta parámetros como la longitud de los pasos de los niños, el balanceo de la marcha y el tiempo durante el cual mantenían en el aire cada pie.
Las conclusiones del trabajo determinaron que el modo de andar se modifica de manera leve a medida que se incorporan kilos a la espalda. Pero a partir de una carga equivalente al 20 por ciento del peso corporal, las alteraciones en la marcha se tornaron significativas. Esto puede afectar el aparato locomotor y generar, con el paso del tiempo, lesiones en las caderas, la espalda y los pies, en particular a personas con otros problemas, como pies planos o escoliosis.
Sin embargo, según indicó Javier Páez, autor principal del artículo publicado en la revista especializada Scientific Reports, la mayoría de los niños que participaron del estudio solía "llevar diariamente al colegio más de este 20 por ciento, algunos incluso hasta un 35por ciento de su peso corporal, y durante un recorrido superior a 1 kilómetro".
CONSECUENCIAS A LARGO PLAZO
El estudio de los científicos malagueños no fue, desde luego, el primero al respecto. Ya desde hace varios años existen otros trabajos referidos a los dolores musculares en niños en edad escolar ocasionados por las mochilas, así como también por los largos periodos en que deben permanecer sentados en las aulas. Estos documentos han explicado que, para compensar el peso de la mochila, el niño tiende a inclinarse en la dirección opuesta, es decir, hacia delante. En ocasiones también se ayudan llevando las manos a los hombros para coger las correas.
"Tales desviaciones posturales pueden obstaculizar la capacidad de absorción de choque natural de la columna vertebral y requerir de una mayor actividad muscular por parte del individuo para prevenir caídas", explica Mario Gómez Rodríguez, licenciado en Educación Física y autor de una revisión de estudios sobre este problema. Todo esto produce sobre todo dos consecuencias negativas: un aumento del esfuerzo sobre la columna vertebral -y por ende, un mayor desgaste, que propicia lesiones futuras- y una colocación de tejidos blandos "en desventaja biomecánica", que puede derivar en fatiga y lesiones.
En otras palabras, este tipo de esfuerzos excesivos, además de activar otro tipo de musculatura "no preparada para cargar peso", también genera el riesgo de "desarrollar una estructura muscular asimétrica, lo que reduce la flexibilidad y hará al niño más vulnerable a sufrir problemas musculoesqueléticos en la edad adulta". Así lo explicó José Santos, exsecretario general del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid (CPFCM), organismo que desde 2009 realiza campañas para prevenir el dolor de espalda y lesiones en edades tempranas. En tales campañas, las mochilas de los niños constituyen un tema central.
La Asociación Española de Pediatría (AEP) enumera una serie de consejos para prevenir lesiones causadas por el uso de mochilas en los niños. Son los siguientes:
Procurar que la mochila pese lo menos posible. Esto es, por supuesto, lo más importante. Para la AEP, el peso de la mochila no debe superar "del 10 al 15 por ciento del peso del niño". El CPFCM es más estricto: recomienda que la mochila no represente más del 10 por ciento del peso corporal del menor. Un niño de 30 kilos de peso, por ejemplo, no debería llevar nunca una mochila que pese más de 3 kilos. El modo más sencillo de reducir esa carga consiste en revisar cada día qué debe llevar el alumno en la mochila, para evitar que cargue con libros y otros materiales que no necesitará. Según una Evaluación de la efectividad de una intervención educativa para disminuir el peso de la mochila en los escolares de 3º y 4º de primaria, realizada por la fisioterapeuta María Isabel Gallardo en 2009, es tan común que los niños lleven en la mochila cosas no hacen falta que esa simple revisión permitiría reducir hasta un kilo en la carga total.
Organizar el contenido, de manera que los objetos más pesados queden situados en la parte inferior de la mochila.
Usar una mochila ligera y adecuada al tamaño del niño. Las correas deben ser anchas y de extensión regulable. De ser posible, tanto las correas como la parte que se apoya sobre la espalda del niño deben ser acolchadas.
Llevar el peso en el centro de la espalda, al nivel de la cintura y pegado al cuerpo. Siempre se deben usar ambas correas, para evitar que solo uno de los hombros se recargue por el esfuerzo.
Tener una musculatura adecuada. Esto excede, está claro, el ámbito del uso de las mochilas, y se relaciona con un aspecto fundamental en relación con los niños: la importancia de que realicen actividad física y no permanezcan demasiado tiempo sentados o frente a pantallas. Lo recomendado por los expertos de la AEP es que los niños y adolescentes realicen un mínimo de 60 minutos diarios de actividad física moderada, con actividades vigorosas al menos tres veces por semana, para el fortalecimiento óseo y muscular.