El eterno debate de la derecha por regresar al pasado, ahora lo centra en la posible, tal vez, en algún momento del futuro, alguien, con las dos terceras partes de los votos del congreso de la Unión, modifique algún artículo de los primeros 29 constitucionales, que integran el catálogo de Derechos Humanos reconocidos por México, junto con los contenidos en los tratados internacionales.

Ese es el punto de ellos, así de absurdo, de complicado tratando de adivinar el futuro y se declaran defensores históricos de los Derechos Humanos.

Y lo hacen con la cara lavada, como si ellos hubieran sido cuidadosos, rigurosos, respetuosos de los derechos humanos de los mexicanos.

Eso es una desvergüenza, es argumentar contra sus conductas y sus hechos en los que se sustentaron los priistas durante 76 años y los panistas en los 12 que gobernaron.

Los que nos hemos dedicado a esto por toda nuestra vida, yo desde 1972, hemos comprobado una y otra y otra vez que la violación a los Derechos Humanos por parte de los gobiernos autoritarios de derecha, se cometieron de manera impune en contra de la letra de la ley, ningún artículo constitucional limitó por un solo minuto al primer priista Álvaro Obregón para matar a Villa, Serrano y Adolfo de la Huerta.

Lo escrito en la constitución no detuvo para nada a Díaz Ordaz para consentir el asesinato colectivo de jóvenes y ciudadanos que protestaban pacíficamente.

Ningún artículo constitucional detuvo en ciudad Juárez a los generales Juárez y Espitia para actuar en la guerra contra la Linea, los Aztecas y la ciudadanía con la  instrucción de “usar un marro como orden de cateo”,  detener a todos los sospechosos por 10 días, sometiendolos  a tortura permanente, y disparar por la espalda a quien huyera.

Los que hoy se asustan por lo que tal vez pueda pasar, con supuestos cambios a la constitución en el futuro. Cuando está sirvió de tapete al presidente en turno, fueron cobardes, cómplices, aplaudieron a Los tiranos y se humillaron ante el poder hasta la ignominia.

Por eso me preguntó y “ellos, ¿de que van?