Crónicas de una insomne

26/10/2012 - 12:02 am

Ni el té de tila, ni el vaso con leche, ni dos pastillas de Rivotril, ni el ejercicio vamos. La verdad es que odio el insomnio. Hace ya algún tiempo publiqué consejos para entretenerse durante la vigilia forzada. Pues hoy son las 9 de la mañana, no dormí nada y estoy francamente enojada porque ninguno de mis consejos me sirvió. Limpié mi departamento, ordené mis cajones, vi una película aburrida como el demonio, intenté leer un libro denso, y nada. Ojo pelón, ojeras que ni mis cremas “finas” disimulan y unas ganas de dormir el día entero me acompañan. Cosa que desafortunadamente no puedo hacer ya que me espera un montón de trabajo de oficina.

El insomnio es la peor pesadilla. El insomnio que hace girar la rata del cerebro.

Empieza cuando estás muy cansada y decides que ese día a las nueve en punto de la noche te pondrás pijama y te meterás al sobre con un buen libro. Una hora de lectura hace que todos caigamos muertos, por lo general con el libro en la mano. Y tienes el descanso asegurado. Ese día, por fin, fuiste a hacer ejercicio. Las condiciones ideales para unas ocho horas ininterrumpidas de un sueño reparador.

Después de los rituales del cepillado de dientes y lavado de cara, dejas ir el día por el desagüe, esperando con ansiedad a Morfeo.

Y justo cuando vas en el capítulo donde trascurre el ataque de los seres no animados a una población en una novela de ciencia ficción te das cuenta de que el insomnio, tu peor enemigo, acaba de colarse por la ventana. Estás más prendida que un cascabel. Simplemente lo sabes. Llegó a velar tu sueño, el muy méndigo.

Y empieza. Aquel en el que miras la eternidad del techo de tu habitación, prendes y apagas la luz, revisas el Twitter como un obseso, repasas mensajes o pendientes, te levantas a encender la computadora para escribir a los clientes a eso de las tres de la mañana con la esperanza de que no piensen que te explotan en la oficina o redactas cartas de amor truculentas al ex.

Mandas mensajes que no son pertinentes, vuelves a la cama a revolverte dentro de las sábanas una y otra vez, tratas de acomodar de distintas maneras las almohadas, los que fuman (ya que soy ex fumadora) se prenden tres o cuatro, decides terminar la cotización pendiente y aún así nada.

Entonces te das por vencido. Por supuesto que vas a la caja de idiotas. Ya intentaste todo. Y aquí se pone bueno.

No faltan por supuesto la contemplación de los informerciales –infamerciales, diría yo. Se te antoja de pronto comprar ese aparatito en el que una súper modelo se sube, da brinquitos y le salen cuadritos de la nada.

¿O qué decir del súper bra que es para todo tipo de pechos y realza la figura, haciéndote bajar dos tallas con sólo ponértelo? Y todo por 299 pesos, en el color que dispongas. Negro, blanco o color piel.

Está también nuestro querido actor Lorenzo Lamas, en algún tiempo famoso, pero permanece como el rey del infomercial. Presume un cuerpazo de señor logrado a través de sus productos.

Videos de yoga, sujetadores de pelo que hacen que la trenza francesa se forme sola, cremas anti acné que dejan la piel más tersa que la pompa de un bebé, los increíbles utensilios de cocina donde por sólo 399 pesos te dan como bono, un set de cuchillos mágicos con los cuales supongo la cebolla se rebana sola.

Parece que está uno en el Metro de la Ciudad de México donde te venden, por sólo nueve pesos con 90 centavos toda la colección de Armando Manzanero –¡con una colaboración exclusiva!–, una edición rara donde canta con la Zabaleta.

También me he visto en la tentación de comprar las almohadas mágicas, ya con lágrimas en los ojos del horror del insomnio.

A estas alturas de la noche, al lado de la mesa veo el libro Elogio del Insomnio, de Alberto Ruy Sánchez y desearía ser poeta para que todos mis insignificantes e inútiles pensamientos nocturnos tuvieran una razón de ser y hubiese un retorno de la inversión.

Pero no. Sólo me queda contemplar la noche y llamar a las operadoras para comprar los productos que la televisión vende. Una víctima más del insomnio.

 

@mariagpalacios

http://marianagallardopalacios.wordpress.com/

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