Xavier Güell o cuando la música ayuda a sobrevivir en el campo de Theresienstadt

26/08/2017 - 12:04 am

“Alguien grita desde el fondo del vagón. Es un grito de angustia que asusta a los demás. Los gritos de angustia son largos: empiezan débiles, imperceptibles, y poco a poco van creciendo hasta convertirse en aullidos del alma, provocados por el miedo incontrolado ante la sospecha de una muerte próxima. A este primer grito lo siguen otros iguales que se extienden y retumban por todo el recinto”.

Ciudad de México, 26 de agosto (SinEmbargo).- Director de orquesta y autor, Xavier Güell (Barcelona, 1956) relata una historia sobre el Holocausto. Es su segunda novela luego de La música de la memoria y creía que el episodio histórico ocurrido en el campo de concentración nazi de Theresienstadt había que contarla.

Los prisioneros del paraíso, de Galaxia Gutenberg, cuenta la historia de Hans Krasa, compositor y director de orquesta checo de origen judío, quien fuera arrestado por las SS y enviado al campo de concentración de Theresienstadt, donde se encontró con los compositores Gideon Klein, Pavel Haas y Viktor Ullmann y un buen número de músicos y cantantes.

Los mandos nazis, encabezados por Adolf Eichmann, quisieron convertir Theresienstadt en un “campo modelo” donde mostrar al mundo que a los judíos no solo no se les exterminaba, sino que se les permitía mantener una vida cultural intensa. Aunque Krasa y sus compañeros no se engañaron sobre el destino que les esperaba, aceptaron para poder sobrevivir.

La trama de ficción tiene como protagonista a Elisabeth von Leuenberg, de origen noble y una de las científicas más prominentes de la Alemania nazi, una mujer que estuvo enamorada de niña de Krasa y se reencuentra con él en el campo de concentración que dirige su marido.

“Un grupo de militares de las SS conduce a un pelotón de prisioneros. Los alumbran con sus linternas. Nieva. Una luna rojiza, muy hermosa, refleja los copos que caen del cielo como gotas de sangre sobre las cabezas vencidas de los deportados. Los bramidos de los militares se mezclan con los gritos del interior. Es una sinfonía compuesta únicamente por aullidos que refleja el dolor universal. La otra cara de la Novena de Beethoven. Un himno a la destrucción, al horror, a la barbarie que desde tiempo inmemorial baña la tierra afligida y demuestra que el hombre ha sido siempre una bestia para el hombre”.

Xavier Güell (Barcelona, 1956) estudió en los conservatorios de Barcelona y Madrid y dirección de orquesta con Franco Ferrara en Italia, con Sergiu Celibidache en Alemania y con Leonard Bernstein en Estados Unidos.

Durante años dirigió orquestas en España y otros países y produjo innumerables estrenos de los mayores compositores de nuestro tiempo.

Una historia desconocida del Holocausto. Foto: Especial

–¡Qué hermoso y tétrico es el campo de Theresienstadt!

–Sí. A mí me parecía que escribir un libro sobre el Holocausto tenía poco sentido, a no ser que explicase una historia desconocida. Y es la historia de Theresienstadt y los grandes artistas que estuvieron más de dos años en el campo, ahí encerrados, antes de dirigirse en tren hacia el campo de concentración de Auschwitz y morir allí el 17 de octubre de 1944. No conocía Theresienstadt y fui a verlo y es realmente impresionante, porque no tiene el aspecto de un campo de concentración, el pueblo en sí es un bello pueblo de Bohemia, donde lo que pasa es que había 50 mil personas, cuando sólo cabían 5000. Respirar ese aire, estaba escuchando los testimonios de los sobrevivientes explicando que el arte que ahí se hacía, que la música, era sustancial para llenarlos de esperanza y para poder seguir sobreviviendo.

–La música de todos modos no les ayudó a sobrevivir totalmente

–Pero les ayudó a vivir mientras estaban allí, con dignidad. Ellos sabían que era difícil que sobrevivieran, veían cada semana irse a los campos del Este, desde donde no se volvía y sabían bien que Theresienstadt era malo, pero ser trasladados al Oeste hubiera sido peor. A mí lo que me interesaba era que la música también era importante para los nazis. Alemania es el pueblo más musical de toda Europa, ¿cómo fue capaz de llegar a esos extremos de violencia, de crueldad, a crear un infierno? Muchos de los nazis eran grandes músicos, por ejemplo Reinhard Heydrich, jefe de operación de Moravia y Bohemia, que elaboró la solución final que implicaba la supresión global de 9 millones de judíos, ese personaje, era capaz de tocar una sonata de Beethoven, de Mozart, en el violín.

“Un tipo de aspecto agitanado se saca la camisa, se la enrolla en la mano y golpea con fuerza. El vidrio cede y una bocanada de aire helado, bendito, riega el vagón. Lo tragan con ansia, como si fuera el último de sus vidas. El llanto general se apaga de golpe. Todos se concentran en respirar. Sólo en respirar. Aspiran llenando de aire los pulmones, lo mantienen dentro saboreándolo, para al fin expulsarlo con breves pausas. De pronto sienten cómo la vida vuelve a entrar en sus cuerpos. Es un soplo de vida nueva que, una vez más, les regala otra oportunidad”.

Xavier Güell, autor catalán que estuvo en la Feria del Libro judío. Foto: efe

–La polémica se sigue hasta hoy

–Sí, es verdad. Muchos de los judíos piensan como la política conservadora de Israel, que no ha aprendido absolutamente nada de su propio pasado. En Israel hay muchas voces que denuncian la política ultraconservadora del Gobierno.

–Los prisioneros del paraíso porque Theresienstadt representaba al paraíso

–Sí, se hizo una gran farsa con eso. El título está sacado de Kurt Gerron, ese director de cine y de cabaret en los años últimos de Berlín, que había hecho con Marlene Dietrich El ángel azul, que fue encerrado en Theresienstadt y obligado por los nazis a hacer una película titulada El Führer da una ciudad a los judíos. Era consecuencia de las presiones a los nazis que idearon esta película falsa. La Cruz Roja manda presiones para ir a visitar los campos de concentración.

­–¿Qué papel le corresponde a Elisabeth von Leuenberg?

–Sí, hablo de ella, porque era una alemana privilegiada, noble, cultural, una chica muy bien formada, que tenía un instinto musical extraordinaria y que de chica había seguido con pasión a un director de orquesta judío llamado Hans Krasa, a quien se lo encuentra destrozado en el campo de concentración que dirige su marido. A través de ahí algo se revuelve, iniciará un viaje para encontrarse a sí mismo.

–¿La música es importante para usted?

–La música es sustancial. No habla con palabras, sino con intuiciones, con percepciones. Es el único arte totalmente abstracto, el que te lleva a lugares o a estados de alma nada más que la música te puede llevar. A intuir cosas, a percibir cosas. Cuáles son los valores en este tiempo que nos ha tocado vivir. La música es la forma intuitiva que tiene el ser humano para conocerse a sí mismo.

–¿Los prisioneros del paraíso puede ayudar a entender lo que está pasando en Barcelona?

­–Lo que está pasando en Barcelona es terrible, un mundo que es fruto desgajado de sus propias esencias. En Los prisioneros del paraíso hablo de pasión y de compasión. La pasión no se puede entender sin compasión. La pasión la tenían los nazis para llevar a término su ideología, pero no tenían compasión. Los yihadistas o el islamismo extremo, radical, tienen pasión absoluta, pero carecen de compasión. Ante eso cómo reacciona Occidente, con tibieza, desunido, cada vez más nacionalista.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video

más leídas

más leídas