Ciudad de México, 26 de junio (SinEmbargo).- Nació en Alejandría, pero nadie podría negarle al escritor Fabio Morábito una condición nacional ineludible y mucho menos su fidelidad a un idioma que estira con una voluntad de síntesis, de despojo, tan natural como trascendente.
Cuando escribe poesía, uno cree que es esencialmente poeta. Cuando explora el cuento, tenemos en él un elegante cultor del género y ahora, que llega a nuestras manos su libro de textos breves, fruto de una columna mensual publicada en el periódico argentino Clarín, reflexionamos con Fabio Morábito acerca de ese misterioso oficio de escribir.
Se trata de El idioma materno, editado por Sexto Piso, donde late una pulsión autobiográfica pero en forma sutil, casi inocente, donde el autor, de 59 años, acepta que su oficio es una forma de darle la espalda al prójimo.
Fabio Morábito vivió su infancia en Milán, Italia, y a los 15 años se trasladó a México, donde vive desde entonces. A pesar de que el italiano es su lengua materna, ha escrito toda su obra en español. Es autor de cuatro libros de poesía, dos libros de prosas, una novela y una breve novela para niños.
Tradujo la poesía completa de Eugenio Montale y la obra teatral Aminta, de Torquato Tasso. Ha residido largas temporadas en el extranjero y varios de sus libros han sido traducidos al alemán, al inglés, al francés, al portugués y al italiano.
EL LIBRO EN LLAMAS
La primera columna que Morábito escribió para Clarín se tituló “El libro en llamas”, una experiencia a partir de la cual descubrió su deseo de publicar un volumen de textos breves, para cuestionar e indagar acerca de su oficio de escritor.
“La escritura, además de subrayar la realidad, educa la mirada y decide cómo se hace un libro… si no fuera así, escribir sería de lo más aburrido”, dice el autor en una entrevista difundida por CONACULTA.
“Creo que todo escritor llegado a un grado de tiempo, de edad o lo que sea, tiene necesidad de responder a ciertas preguntas que se ha hecho a lo largo de su experiencia y de plantearse otras”, afirma.
“Es un poco el objetivo del libro, es decir, responder a la pregunta ¿por qué me hice escritor? ¿Cómo fue que terminé por dedicarme a esa extraña actividad que es escribir libros? Entonces, más que escribir sobre literatura, en efecto es un libro sobre escritura.
Sobre todo lo que la escritura implica tanto de beneficioso como de pernicioso, tanto en la cultura en general como en la vida de los individuos y concretamente en la mía”, expresa Morábito, para quien la literatura “subraya la realidad”, pues conduce la mirada hacia aspectos que no habíamos considerado.
UN MAPA DE RUTA
El idioma materno es un mapa donde poder viajar sin brújula por un oficio de “traidores”, “ladrones” y “guardianes” que Morábito abrazó un día de infancia en que quiso solidarizarse con su compañero, “un burro rematado” y leer como él pésimamente en la clase.
“Después de equivocarme adrede en la primera línea me di cuenta de que no podría equivocarme una palabra más y me solté a leer con una fluidez que el maestro aprobó con un gesto de admiración”, cuenta Fabio.
“Esto es leer bien, dijo, y creo que fue entonces que vislumbré que mi vocación sería escribir libros, casi al mismo tiempo que conocí el sabor de la traición. Siempre he pensado que son dos vocaciones estrechamente unidas”, agrega.
La escritura como una actividad furtiva que se ejerce cuando todos los demás duermen: “Soy el que protege pero también el que acecha, el que le cuida la espalda a los otros y el que escribe a sus espaldas, la cabeza siempre inclinada sobre la escritura como solo la escritura es capaz de inclinar una cabeza”.