Apuntes para una memoria del día aquel en que el mundo tal como lo conocemos y la propia especie humana que lo habita parecieron entrar en una tenebrosa cuenta regresiva rumbo al abismo.
Ciudad de México, 26 de abril (SinEmbargo).- Las voces de Chernóbyl gritan desde el fondo de la historia con nuevos bríos desde que la periodista bielorrusa Svetlana Aleksiévich ganara el Premio Nobel y con ello volviera a poner “de moda” la tragedia que hoy cumple 30 años, conmemorando aquel fatídico 26 de abril de 1986 en que explotó un reactor nuclear.
En 1997, la escritora publicó el libro La plegaria de Chernobyl: crónica del futuro, también titulado Voces de Chernobyl, traducido en los años siguientes a varios idiomas, entre ellos, el español.
“El libro no se trata tanto de la catástrofe de Chernóbyl como sobre el mundo después de ella: cómo la gente se adapta a la nueva realidad, que ya ha sucedido, pero aún no se percibe. La gente después de Chernobyl obtiene nuevos conocimientos, que es de beneficio para toda la humanidad. Viven como si fuera después de la Tercera Guerra Mundial, después de una guerra nuclear", dice el sitio de la escritora.
“En el territorio de Belarús no hay ni una central atómica. De entre las centrales eléctricas atómicas (CEA) en funcionamiento en el territorio de la antigua URSS, las geográficamente más cercanas a las fronteras bielorrusas son las CEA con reactores del tipo RBMK3: por el Norte, la central de Ignalinsk; por el Este, la de Smolensk y por el Sur, la de Chernóbyl.
El 26 de abril de 1986, a la 1 h 23' 58'', una serie de explosiones destruyó el reactor y el edificio del 4º bloque energético de la CEA de Chernóbyl. La catástrofe de Chernóbyl se convirtió en el desastre tecnológico más grave del siglo XX. Para la pequeña Belarús (con una población de 10 millones de habitantes) representó un cataclismo nacional.
Durante los años de la Gran Guerra Patria los nazis alemanes destruyeron en tierras bielorrusas 619 aldeas con sus pobladores. Después de Chernóbyl el país perdió 485 aldeas y pueblos: 70 de ellos están enterrados para siempre bajo tierra. Durante la guerra murió uno de cada cuatro bielorrusos; hoy uno de cada cinco vive en un territorio contaminado. Se trata de 2.1 millones de personas, de las que 700 mil son niños. De entre los factores del descenso demográfico, la radiación ocupa el primer lugar. En las regiones de Gómel y de Moguiliov (las más afectadas por la catástrofe de Chernóbyl), la mortalidad ha superado a la natalidad en un 20 por ciento. Como consecuencia de la catástrofe, se han arrojado a la atmósfera 50x10 (6) Cu de radionúclidos, de ellos el 70 por ciento ha caído sobre Belarús; el 23 por ciento de su territorio está contaminado con radionúclidos de una densidad superior a 1 Cu/km2 de Cesio-137. A modo de comparación: en Ucrania se ha contaminado el 4.8 por ciento del territorio, en Rusia, el 0.5 por ciento. La superficie de las tierras cultivables con una concentración radiactiva de 1 a más Ku/km2 representa 1.8 millones de hectáreas; de Estroncio-90, con una concentración del 0,3 y más Ku/km2, cerca de medio millón de hectáreas. Se han eliminado del uso agrícola 264 mil hectáreas de tierra. Belarús es tierra de bosques. Pero el 26 por ciento de ellos y más de la mitad de sus prados en los cauces de los ríos Prípiat, Dnepr y Sozh se encuentran en las zonas de contaminación radiactiva...”
Con ese estilo preciso, donde el dato duro refrenda la fuerza y el alcance de la narración literaria, Svetlana Aleksiévich comienza a contar la tragedia que todavía hoy azota el pequeño país donde nació y que ha dado, además del libro de su autoría que hoy se agota en las tiendas, una literatura profusa, tanto documentalista como de ficción.
Tal el caso de la novela negra Conspiración Chernóbyl, de Anatoly Tkachuk, basada en la historia de un grupo de hombres que arriesgó sus vidas por minimizar los daños de esta catástrofe y cuya trama sugiere que el accidente nuclear pudo ser causado por los Estados Unidos.
El libro de crónicas Chernóbyl, 25 años después, de Santiago Camacho, describe los viajes del autor a Ucrania para conocer de primera mano las causas y consecuencias del accidente. La obra incluye un recorrido por las calles de la ciudad fantasma de Pripyat, construida para los trabajadores de la central nuclear.
Chernóbil: Confesiones de un reportero, de Igor Kostin, es el trabajo de 20 años, entre fotografías y testimonios de los sobrevivientes de la explosión nuclear.
LAS PELÍCULAS DE LA TRAGEDIA NUCLEAR
El desastre nuclear de Chernóbyl no ha pasado inadvertido en la industria del cine y entre muchos materiales de ficción se destaca el filme de terror estrenado en 2012 con el título Chernobyl Diaries, dirigida por Bradley Parker y protagonizada por Jesse McCartney, Jonathan Sadowski, Devin Kelley, Olivia Taylor Dudley, Nathan Philips, Ingrid Bolsø Berdal y Dimitri Diatchenko.
En 2006, se estrenó El desastre de Chernóbyl, un documental de origen francés, dirigido por Thomas Johnson y que relata la terrible batalla que libraron 800 mil soldados, mineros, bomberos y civiles procedentes de todas las regiones de la Unión Soviética, quienes trabajaron sin descanso para intentar mitigar los efectos de la radioactividad, construir un sarcófago alrededor del reactor accidentado y, en definitiva, salvar al mundo de una tragedia. Todos ellos temían una peligrosa reacción en cadena cuyos efectos podrían ser muy superiores a los de la bomba de Hiroshima.
Chernóbyl, la noche del fin del mundo es un documental español presentado por el periodista Iker Jiménez. El reportaje muestra imágenes de la ciudad abandonada de Prypiat (lo que hoy se conoce como Zona muerta) desde una vista aérea, mientras el locutor compara el desastre con el día del fin del mundo.
LA LETRA DE “JI JI JI” Y MÁS
Este film da una imagen exquisita
Chicos son como bombas pequeñitas
El mejor camino a la cueva del perico
Para tipos que no duermen por la noche.
Una de las estrofas del que es considerado el himno de la legendaria banda Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota alude al Desastre de Chernóbyl. La canción “Ji ji ji” formó parte del mítico disco Oktubre y concluye con un más que significativo grito de: Olga Sudorova...Vodka de Chernóbyl ¡pobre la olga! ¡crepó!
En 2011, la banda punk mexicana Espécimen presentó la canción “Chernóbyl”, perteneciente al disco Al diablo, Satanás y cuya letra cuenta la tragedia en forma casi periodística:
Es un hermoso día de primavera para los 43 mil habitantes
de Pripyat, en Ucrania, es un día que quedará grabado
para siempre en sus memorias
El veintiséis de abril del año ochenta y seis
nadie imaginaba aquel negro acontecer
un reactor nuclear de la planta Chernóbyl
explotó en pedazos liberando un clima hostil…