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Gerardo Grande

26/03/2016 - 12:00 am

Shaun Tan y sus mundos para niños, para todos

El árbol rojo de Shaun Tan es un libro con ilustraciones que cautivan, páginas que guardan secretos en cada ilustración (esto es una particularidad en la obra de este autor) mismas que van acompañadas de breves líneas que complementan la historia contada a través de las imágenes, porque es evidente que, en esta historia, las ilustraciones son las que reinan. El libro trata de una adolescente que comienza con un mal día y conforme avanza la jornada todo empeora.

Conocí El árbol rojo de Shaun Tan a través de una amiga española que una tarde de verano, a orillas de un río, me dijo que ese libro era uno de los más lindos que había visto. No sé si exageró con ese comentario, quizá influenciado por el momento de película que vivíamos: la luz del atardecer, la frescura que venía del río y acariciaba sus pies descalzos; la botella de vino que ya hacía sus delicias dentro de nosotros.

Lo cierto es que El árbol rojo sí es un libro muy bello, como es en general la obra fantástica y realista de este artista australiano. ¿Quién dijo que los libros de niños sólo pueden dialogar con los niños?, sin lugar a dudas creo que los “libros para niños” son en realidad mundos profundos y reveladores para todos y que si van dirigidos a los más pequeños, se refieren, en todo caso, al niño diminuto que se columpia dentro del pecho de cada uno, ese que nos habla o nos advierte en varias situaciones y al que siempre hay que hacer caso.

El árbol rojo de Shaun Tan es un libro con ilustraciones que cautivan, páginas que guardan secretos en cada ilustración (esto es una particularidad en la obra de este autor) mismas que van acompañadas de breves líneas que complementan la historia contada a través de las imágenes, porque es evidente que, en esta historia, las ilustraciones son las que reinan. El libro trata de una adolescente que comienza con un mal día y conforme avanza la jornada todo empeora.

Al abandonar su habitación y salir al mundo, que en este caso juega un papel importante pues toma vida y se vuelve en sí mismo un personaje, este mundo busca devorarla o devorar sus buenos ánimos a como dé lugar. Es el mundo de lo cotidiano y aburrido, pero en metáforas de peces gigantes que lo comen todo o caracoles inmensos que buscan enrollar en el laberinto de su concha espiral. Sin embargo, ella logra escaparse de estos monstruos del día para seguir buscando razones que hagan de la vida algo más expansivo y bello.

Shaun Tan es un artista pues no sólo es ilustrador de estos libros. Su inquietud lo ha llevado a montar una obra de teatro a partir de su libro El árbol rojo. Además, a partir de otros libros intervino las calles de Australia con algunos de sus personajes fantásticos con dimensiones de dos metros y medio de alto, movibles y listos para interactuar con todo aquel que quisiera ser parte de ese mundo. En 2011 salió a la luz su cortometraje La cosa perdida, que trata de un viajero coleccionista de tapas que, una tarde de verano encuentra un objeto muy grande clavado en la arena, “No hacía gran cosa, sólo estaba ahí y tenía un aspecto extraño. Un aspecto como triste y perdido. Y nadie más parecía darse cuenta de que estaba allí. Hacían otras cosas, imagino”. Supongo que los “libros para niños” pueden despiertar a ese niño diminuto para que se sumen otros ojos y así podamos ver las cosas perdidas, o no.

Gerardo Grande
Gerardo Grande (Ciudad de México, 1991). Poeta. Publicó La edad atómica (La Bella Varsovia, Córdoba, España, 2014), Fiesta brava (Neutrinos, Entre Ríos, Argentina, 2015), Seguir (Eloísa Cartonera, Buenos Aires, Argentina, 2016). Es co-compilador de Astronave, panorámica de poesía mexicana 1985-1993 (UANL-UNAM, México, 2015).

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