Muchos juarenses sentimos pena ajena por su visita, porque la fortaleza de los fronterizos no puede hacer más milagros.
Junto a usted vendrán miles de peregrinos, se espera que un millón; y estamos seguros de que no querrán volver a esta ciudad, porque es un chiquero en el que van a tener que sufrir por su fe cristiana. La disminución de la violencia no significa más seguridad, ni mucho menos mejoría en la calidad de vida. Las distancias entre viviendas, trabajo y áreas de recreación son enormes, y el transporte público es otra vergüenza inocultable.
El presuntuoso sistema penal que le mostrarán tiene a decenas de inocentes detenidos sin pruebas, porque aquí así es la Ley que avergüenza. Basta que el Fiscal sospeche de un ciudadano para que el juez lo detenga por meses o hasta por años.
Juárez sigue siendo propiedad de 20 familias que la rentan, con habitantes incluidos, a unas 150 trasnacionales que consumen la vida de 250 mil empleados y que, a cambio de 5 euros al día, producen mercancías que valen millones. Aunque esas familias estarán ahí, golpeándose el pecho y llorando lágrimas de arrepentimiento, no les crea a todas.
Las vidas de algunos de esos 20, y sus disputas por dinero, migraron de Sociales a la nota roja. Qué vergüenza, los juarenses con familias solidarias juntamos varios salarios apenas para poder vivir mientras ellos se apuñalan, entre hermanos y esposos, por algunas propiedades.
Santo Padre, lo va a recibir un Gobernador muy católico, pero señalado por 65 millones de pesos que le aparecieron extrañamente en un banco del que es accionista; también estarán allí algunos candidatos de muy dudosa reputación, el jefe de Policía de uno de ellos fue procesado por narcotráfico, como el de Iguala, Guerrero.
Lávese usted la mano con gel desinfectante y agua bendita después de saludarlos.
La empresa Foxconn le cobrará a sus trabajadores horas extra sin pago para que puedan ir a verlo, aunque no quieran, y el mandatario que lo invitó no se atreve a impedirlo. Ese mal ejemplo ya lo siguen otras maquiladoras: cobrar con trabajo el derecho de poder ver a su santidad.
Ellos le pedirán que hable bien de Juárez, pero no les haga propaganda; aunque los juarenses, los migrantes y trabajadores, sean el alma de la región, la ciudad es un desastre. Hay más de 20 mil víctimas directas de la guerra contra el narco abandonadas a su suerte.
La tragedia de Salvárcar, donde fueron asesinados 15 jóvenes, sigue sin concluirse y sin haber justicia, y este 30 de enero cumple ya 6 años; con la sexta misa buscan consuelo con su Obispo, pero él sólo puede rezar. Ellos permanecerán en vigilia desde ese día hasta que usted llegue a la ciudad.
Un grupo de trabajadores de Lexmark sigue expuesto al duro clima, en protesta por justicia laboral, y tal vez lo acompañen en oración desde ahí para no abandonar su punto.
En esta ciudad sólo estarán dignamente pavimentadas la avenida que usted recorrerá y unas diez más que nos han costado oro molido, el resto se encuentra bombardeada por el agua y la nieve, que aquí produce agujeros como campo de batalla. Hay cien mil casas abandonadas y los hoteles y demás negocios le dan la bienvenida a usted triplicando sus precios; nuestros gobernantes hacen dinero hasta con las lámparas de la ciudad.
Tenga a la mano un buen látigo por si se da la ocasión. Los paseños tienen miedo de venir y lo van a ver desde el otro lado del rio, seguramente con telescopios.
Sin embargo, y con todas estas vergüenzas, los habitantes del norte están emocionados y agradecen su visita.
