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Trump quería su tierra: dijeron no. Les puso un muro. En Escocia ondea hoy la Bandera de México

25/11/2016 - 10:04 am

Trump quería un campo de golf en Aberdeen, Escocia. Prometió volver grande a esa comunidad. Trazó sus planos, compró terrenos y cuando llegó a las granjas de rancheros que tienen allí toda su vida, intentó comprarles. No quisieron. Él insistió, rudo, con abogados. Se negaron. Y entonces, empezó a construirles un muro para evitar que tuvieran vista al mar. Y luego les mandó la factura por el muro. Los granjeros tiraron a la basura la factura y se levantaron contra el magnate prepotente. 

Ahora, en sus tierras, la Bandera de México ondea junto a la de Escocia. “Ya verán”, dice, “cómo México tampoco pagará por ese muro”.

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Ciudad de México, 25 de noviembre (SinEmbargo).– El empresario y ahora Presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ordenó construir un muro para bloquear la vista al mar a varias familias que se negaron a venderle sus ranchos para que construyera un campo de Golf en Aberdeen, Escocia. Y luego les mandó la factura.

Los granjeros escoceses, que llevaron a la derrota a Trump en sus propias tierras, ondean la Bandera de México en solidaridad con el vecino del sur de Estados Unidos que ha sido amenazado, también, con otro muro.

Esto es publicado hoy por The New York Times en su página principal, aunque la historia no es desconocida en Gran Bretaña, en donde medios como The Guardian y otros dieron a conocer el pleito que entabló el multimillonario con familias sin dinero para apropiarse de las tierras en donde han vivido durante generaciones.

Trump había imaginado un campo de golf que “tenía que ser el mejor del mundo”.

“A Donald Trump se le había antojado construirlo en Escocia porque su madre, Mary Trump, se llamaba en realidad Mary MacLeod, nacida en el archipiélago de las Hébridas Exteriores y, por tanto, más escocesa que una botella de Macallan. En 1929, con los mercados en caída libre y la guerra a la vuelta de la esquina, MacLeod se subió a un barco en Glasgow con destino a Nueva York para hacer un trayecto que automáticamente insertó a esta mujer en la categoría social que su hijo más aborrece: la de inmigrante”, narró Javier Del Pino, periodista de El Mundo, apenas en días pasados.

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“Volvamos al campo de golf. Trump presume de conseguir todo lo que se propone a base de talonario o, llegado el caso, con métodos sensiblemente parecidos a los de Joe Pesci en Goodfellas. La construcción del campo era extraordinariamente compleja por los enormes problemas medioambientales que presentaba. Para alguien que niega el cambio climático, unas dunas protegidas son unas montañitas de arena, un simple estorbo: Trump se salió con la suya y construyó el campo usando su dinero y el de los inversores a quienes prometió un futuro de riqueza y la creación de 7,000 puestos de trabajo. ‘La gente se reía de mí cuando hablaba del proyecto’, escribió él mismo en una columna en el Press & Journal, el periódico local, y como muestra de su legendaria modestia, añadió: ‘Conmigo aquí, Escocia ha ganado, igual que ganarán los estadounidenses conmigo en la Casa Blanca’”.

El campo abrió en 2012. Pierde dos millones de euros al año y trabajan en él sólo 90 personas.

De acuerdo con Del Pino, Trump tuvo que comprar varias fincas privadas para la construcción del campo, “pero algunos residentes de la zona se negaban a vender. Habían nacido en esa tierra de Aberdeen y no querían verla convertida en un resort para ricos. Cuando el proyecto ya estaba en marcha y el campo en construcción, sólo los dueños de una pequeña finca, la de David y Moira Milne, se negaban a vender. Su terreno quedaba de ese modo insertado en el campo, rodeada por los hoyos propiedad de Trump y resistiendo a la invasión como una aldea gala en el Imperio Romano”.

“A Trump le molestaba no haber podido conseguir ese pequeño pedazo de tierra. A quien está acostumbrado a ganar le irrita perder. Una mañana, los Milne descubrieron que Trump había ordenado construir una valla en torno a su propiedad para que no pudiera verse desde el campo de golf. Y unos días después recibieron una factura en el correo. Trump les exigía que pagaran ellos la construcción del muro”.

El periodista de El Mundo agrega: “Eso es México para Trump: una mosca en su ventana, una pequeña inconveniencia que se borra del mapa con un muro que haga invisible ese país. Invisible para él”.

“David y Moira Milne ya habían sido amenazados con una acción legal por parte de los abogados de Trump, que afirmaban que una esquina de su garaje le pertenecía [al magnate], cuando llegaron un día al trabajo para encontrar a su personal construyendo una cerca alrededor de su jardín. Dos filas de árboles crecidos subieron después, bloqueando la vista. Sus líneas de agua y electricidad fueron cortadas temporalmente. Y luego un proyecto de ley por unos 3,500 euros llegó en el correo, que, dijo Milne, fue directamente a la basura”, narra The New York Times hoy.

“Ya verán, México tampoco pagará”, dijo Milne al Times. Él es consultor de salud y seguridad y novelista a tiempo parcial. Se refería, por supuesto, al “muro hermoso e impenetrable” que quiere construir a lo largo de la frontera con México.

Los Milnes tienen una bandera mexicana de su casa, en el techo.

El 22 de noviembre, Donald Trump publicó el plan de acción para los primeros 100 días de su gobierno que, asegura, le ayudarán a cumplir su promesa de hacer de Estados Unidos “un país grande otra vez”.

En el documento titulado “Contrato de Donald Trump con los votantes estadounidense”, el Presidente electo ratifica algunos de los compromisos que fueron bandera de su campaña, como su decisión de renegociar o, de plano abandonar, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Promete también sacar a su país de las negociaciones del Tratado Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés) y arrancar, tan pronto asuma el cargo el 20 de enero próximo, la deportación de los inmigrantes indocumentados que vivan en EU y tengan antecedentes criminales, como lo había prometido antes, aunque ahora hizo un ajuste en las cifras para asegurar que se trata de dos millones de personas.

En materia migratoria, Trump insiste en su idea de construir un muro en la frontera que México pagará, y agrega en su plan de acción que retirará todos los fondos federales a las localidades que se presenten a sí mismas como santuarios para los inmigrantes indocumentados.

Promete además reforzar las penas de cárcel para los inmigrantes que ingresen a Estados Unidos después de haber sido deportados.

Insiste en la confrontación con China y contra los planes de Naciones Unidas en materia de combate al calentamiento global.

Este es un resumen de lo puntos más importantes del plan de Trump, que puede se consultado aquí en su totalidad.

Javier Del Pino dice en su texto:

“Da igual que la idea de construir 2,000 kilómetros de muro de hormigón sea impracticable. Da igual que un presupuesto conservador hable de 10 millones de dólares por kilómetro construido. Da igual que buena parte del terreno, especialmente en Texas, esté en fincas privadas cuya expropiación dispararía el coste del proyecto. Da igual que la geografía impida el plan por haberse obcecado en dejar ríos y montañas en esa franja. Da igual que México no tenga dinero para pagarlo ni obligación de hacerlo. Da igual que los dueños de muchas de esas fincas sean además ciudadanos con compasión, como la mayoría de los estadounidenses, y que lo demuestren a diario dejando agua potable para los migrantes que se juegan la vida en ese empeño”.

Y cierra: “Trump ya ha ganado. Llegar donde ha llegado es una demostración anticipada y pavorosa de ese mundo 2.0 en el que no importan ni las razones ni lo razonable. Es ese universo en el que la verdad es un concepto irrelevante. Y es ese futuro en el que admiraremos a los líderes no por su superioridad intelectual sino por sus índices de audiencia”.

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