Ya no

25/10/2014 - 12:03 am

Finalmente una tragedia hizo que se alzara la voz popular. Por fin la gran mayoría nacional -gente a ras de tierra- expresó una opinión dominante, un acuerdo mayoritario. Lástima de motivo: los 43 normalistas de Ayotzinapa que, al momento de escribir estas líneas, siguen en calidad de desaparecidos.

Aunque ha sido evidente el esfuerzo por destacar que se trata de gobernantes “de izquierda”, la opinión pública sabe bien que el PRD hace “chucho tiempo” que dejó de serlo. Por eso el esfuerzo mediático para capitalizar ese señalamiento ha quedado en segundo plano, desplazado por la barbarie de los hechos, por el pésimo manejo que las autoridades de todo nivel han tenido y por los indicios que levantan sospechas sobre posibles ligas de los mandos con los eventos.

La voz popular no está sola. Se le han unido organizaciones de todo género, en todo el mundo. Ya es imposible darle carpetazo al asunto. La salida del Gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero, no resuelve el caso, pero no deja de ser un indicador de la fuerza que tienen las demandas de la opinión pública nacional e internacional.

Ricardo es un joven misionero universitario defensor de los derechos de los migrantes. Cuando tocamos el tema de Ayotzinapa rebatió enérgico, enfático y seguro, mi argumento de que todo lo que sucede en México responde a un plan largo, viejo, que se ha venido cumpliendo paso a paso, y que esperar que la protesta social esta vez sí logre algo, no pasa de ser una esperanza ingenua. “Lo hemos visto antes, tanto en capítulos cercanos como lejanos de la historia de México, así que…”

-“Pero esta vez es distinto -dijo Ricardo-. Esta vez hay unidad, cohesión, hay un sentimiento comunitario que antes no había.” Mencionó las redes sociales, que en otras partes del globo han dado una fuerza nueva a las sociedades oprimidas, un elemento nuevo y libre que ha logrado cambiar el orden de las cosas. Quiero creerle, y puedo hacerlo con base en los firmes argumentos que aporta con tanto ánimo.

Sí, esta vez hay comunidad. Ya no está sirviendo igual la fragmentación social que los poderes han promovido desde todos los flancos para romper la unión social. Finalmente cundió la indignación, el rebelarse a aguantarlo todo, la negativa a las propuestas de la cúpula. Comienza a asomar la cabeza el México que siempre supimos que somos, pero que ha sido acallado a punta de terror. Eso sí, habrá que cuidarse de que este cambio no sea -como en algunos intentos fallidos de otros países- sólo sea para quitar a un tirano y encumbrar a otro.

La promesa de que “sí, de veras”, van a encontrar a los 43 normalistas de Ayotzinapa, no pasa como tantas veces antes pasó la de un futuro mejor con empleo, salud, educación, oportunidades y demás falacias. Se les cayó la credibilidad, y su reconstrucción sólo sería posible con hechos concretos que hablaran más fuerte que la voz de los mexicanos unidos, más fuerte que los abusos de poder. Y, hay que decirlo, hasta ahora los hechos van en sentido opuesto: fosas y más fosas que se encuentran, pero nada de los 43… ¿y de quiénes sí son los restos encontrados? ¿Cuántas fosas hay en Guerrero? ¿Y en el Estado de México, y en Michoacán, Chihuahua, Oaxaca, Chiapas, Morelos, Jalisco, Veracruz,…?

En la familia de Ricardo se reflejan los bandos que hay en la opinión pública: su padre lo considera radical y su madre, idealista. Pero él está convencido de que, dada la tragedia que enfrentamos, es imposible permanecer como observador tibio ante una realidad de espanto. Y deja claro que hay una posibilidad de cambio y, sobre todo, que esta vez la mayoría de la ciudadanía está convencida de lo mismo.

Estamos acostumbrados buscar el bienestar personal y se nos ha enseñado a ver con recelo la lucha por el bienestar social, sin darnos cuenta de que a fin de cuentas éste nos incluye como partes del todo. Esa idea sencilla es un elemento que impide la unión de una sociedad. Pero en México parece que las cosas se le salieron de control a la cúpula. La evidencia es clara: el poder dominante no puede con el clamor de México y, además, del mundo. Ya no.

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