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Alejandro De la Garza

25/09/2021 - 12:04 am

Intelectuales y gobernabilidad

“La influencia de estos intelectuales públicos en el poder político y en la gobernabilidad era amplia, asegura Gordillo, aunque se restringía a un círculo centrado en las clases medias urbanas. Hoy observamos esa influencia en el poder político disminuida (…)”.

“Ya no tienen el peso orientador de las políticas públicas de hace algunos años y su capacidad para influir en la opinión pública se ha reducido a los sectores más privilegiados”. Foto: Fernando Carranza García, Cuartoscuro

Hasta el sino del escorpión llegaron desde la Universidad de Guadalajara los paranínficos y renovados esfuerzos de las élites intelectuales —y de los comunicadores y periodistas convidados al coctel—, por ocupar un espacio real y convertirse en un contrapeso a las políticas del Gobierno, ante las cuales, vale decir, no encuentran respuesta organizada ni una coherente narrativa alterna.

El alacrán quiere destacar aquí el papel de las élites intelectuales como andamio de soporte de la gobernabilidad durante el régimen llamado de la “transición”, comprendido de 1982 a 1997, pero sobre todo después, durante el régimen de la alternancia, imperante en términos generales desde el primer Congreso dividido en 1997 hasta la llegada a la Presidencia de López Obrador en 2018.

Para ello, el escorpión recupera el ensayo “La gobernabilidad realmente existente”, publicado por el Gustavo Gordillo en el volumen 4T: Claves para descifrar el rompecabezas (Grijalbo, 2021). Para el caso, se entiende por gobernabilidad la distancia entre las demandas sociales y la capacidad de las instituciones públicas para satisfacerlas; es decir, la habilidad y los recursos de las instituciones públicas para enfrentar y resolver los desafíos económicos, políticos, sociales e ideológicos de su momento.

Al escorpión le interesa destacar el papel como soporte de la gobernabilidad (por no decir del régimen), de los intelectuales de la transición, cuyos grupos principales apoyaron las reformas salinistas con la esperanza puesta en una modernización económica y electoral alentadora de la transición hacia la democracia liberal. Durante ese proceso se creó incluso un Instituto de Estudios para la Transición Democrática, donde estos intelectuales hallaron espacios. El resultado de ese proceso de modernización salinista fueron los catastróficos años noventa y la mera administración de la crisis económica.

Para la gobernabilidad del régimen posterior, el de la alternancia, se crearon cuatro nuevos andamios de soporte, dice Gordillo: 1) un presidencialismo acotado; 2) una dominancia partidista PRI-PAN y a la cual se arrimó el PRD; 3) un conjunto fragmentado de organismos civiles articulado por causas vinculadas con los derechos humanos, y 4) “un amplio conjunto de intelectuales públicos constituidos desde la academia, los medios de comunicación impresos y los medios electrónicos, como el puntal decisivo de estos andamios”. Algunos ejercían una función crítica, siempre en diálogo con el Estado, mientras otros promovían las cuestionadas reformas estructurales y, algunos más, fueron sus detractores, añade.

Este abigarrado cuerpo de intelectuales públicos, especialistas de distintas disciplinas, científicos y artistas, cobró relevancia en tanto se convirtió en el principal interlocutor con las elites políticas y económicas, en un momento en el cual el régimen de la alternancia echó mano de la gobernabilidad mientras se saqueaba el presupuesto público y grandes sectores del Estado eran “colonizados” por intereses privados y poderes fácticos, incluso el crimen organizado. “Existen casos, sobre todo de comunicadores, beneficiados personalmente con multimillonarios recursos públicos”, añade Gordillo.

El grupo también pobló variadas instancias de poder político e ideológico del Estado: direcciones generales, asesorías, embajadas, agregadurías y una buena parte de los órganos autónomos, a los cuales convirtieron en su “nicho de mercado”. A esta ocupación de espacios “se sumaron las instituciones académicas, como las universidades, los centros de investigación y, de manera importante hasta el sexenio pasado, el Conacyt. Por otra parte, su acceso a medios de comunicación, editoriales y revistas constituye la plataforma básica de construcción y difusión de sus ideas. Finalmente, el patrocinio de fundaciones privadas y organismos del sistema de Naciones Unidas permite ampliar su influencia tanto con proyectos de investigación financiados por estos entes, como por la participación en eventos de debate teórico y político”.

La influencia de estos intelectuales públicos en el poder político y en la gobernabilidad era amplia, asegura Gordillo, aunque se restringía a un círculo centrado en las clases medias urbanas. Hoy observamos esa influencia en el poder político disminuida, pues ya no tienen el peso orientador de las políticas públicas de hace algunos años y su capacidad para influir en la opinión pública se ha reducido a los sectores más privilegiados. Su presencia como factor de gobernabilidad es mucho menor.

El alacrán ve cómo este grupo de intelectuales, en su voluntad por contrapesar las acciones del Gobierno a las cuales en su derecho se oponen, ha establecido alianzas con empresarios y grupos de ultraderecha con los cuales firma documentos de acciones y compromisos comunes sin calcular la deslegitimación implícita en tales posturas, olvidando acaso la mutación de la narrativa antigobiernista en una más contundente narrativa antioligárquica.

Por ello, del último esfuerzo de alineamiento de esta élite intelectual, el encuentro tapatío donde Mario Vargas Llosa pudo asegurar, con aristocrático clasismo y contra toda prueba, la existencia de un fraude en las elecciones peruanas, el alacrán sólo rescata un par de intervenciones de periodistas independientes de las sabidas propuestas de ese grupo político”.

@Aladelagarza

Alejandro De la Garza
Alejandro de la Garza. Periodista cultural, crítico literario y escritor. Autor del libro Espejo de agua. Ensayos de literatura mexicana (Cal y Arena, 2011). Desde los años ochenta ha escrito ensayos de crítica literaria y cultural en revistas (La Cultura en México, Nexos, Replicante) y en los suplementos culturales de los principales diarios (La Jornada, El Nacional, El Universal, Milenio, La Razón). En el suplemento El Cultural de La Razón publicó durante seis años la columna semanal de crítica cultural “El sino del escorpión”. A partir de mayo de 2021 esta columna es publicada por Sinembargo.mx

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