¿Quién teme a los independientes?

25/09/2015 - 12:03 am
La ola “independentista” va a seguir por lo menos hasta la elección presidencial del 2018  y más allá si los partidos no entienden el mensaje. Foto: Cuartoscuro
La ola “independentista” va a seguir por lo menos hasta la elección presidencial del 2018 y más allá si los partidos no entienden el mensaje. Foto: Cuartoscuro

Un desplegado, con más de cien firmas de notables abajofirmantes, puso de nuevo en la mesa el tema de las candidaturas independientes y cómo en algunos estados los partidos se han puesto de acuerdo para cerrar el paso o complicar la vida a los independientes y así mantener el oligopolio de poder. El temor no es infundado, y qué bueno que los partidos entiendan la amenaza que tienen encima, lo que es absolutamente incorrecto es que legislen a partir de sus miedos y limiten derechos ciudadanos, una discusión que parecía ya estaba superada.

Si de algo podemos estar seguros en que en las elecciones estatales, municipales y de congresos locales de 2016 las candidaturas independientes se van a reproducir como conejos desquehacerados. No es gratuito que cuatro de los cinco estados que tendrán elecciones para el próximo año, Chihuahua, Puebla, Tamaulipas y Veracruz sean de los que han puesto legislaciones con requisitos más allá de lo razonable para conseguir una candidatura independiente. Aún así, será muy difícil que puedan frenar una ola que viene creciendo y cuyo tamaño es directamente proporcional al desprestigios de los partidos.

Lo que al parecer no han entendido o no quieren entender los partidos es que entre más obstáculos pongan a los independientes más fortalecen las posibilidades de ganar de estos. Esto es, un candidato que independiente que logra brincar las barreras absurdas se vuelve prácticamente invencible, pues capitaliza, con argumentos plenos, el desprecio de los ciudadanos a los partidos.

La ola “independentista” va a seguir por lo menos hasta la elección presidencial del 2018  y más allá si los partidos no entienden el mensaje. Es cierto que una democracia sin partidos o con partidos débiles es disfuncional, pero más cierto es que con estos partidos, convertidos en camarillas y negocios personales, las decisiones sobre el futuro del país quedaron secuestradas en unas cuantas manos.

Más allá de la materialización plena del derecho ciudadano a votar y ser votado, las candidaturas independientes se han convertido en el peor dolor de cabeza de los grupos de control de los partidos. La elección de 2018 se vuelve en este contexto  más compleja e imprevisible. Los partidos se han negado a abordar el tema de la segunda vuelta electoral porque con la dispersión del voto todos creen tener posibilidades de llevar a “la silla” a uno de los suyos con el 30 por ciento de los sufragios (lo cual es por demás absurdo). Sin embargo no tengo duda de que después de la próxima elección presidencial la debilidad manifiesta de los partidos los llevará a plantear la segunda vuelta como un mecanismo de sobrevivencia. Quizá lo hagan más por temor a los independientes que por convicción democrática, pero poco importan en este caso las motivaciones.

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