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Adela Navarro Bello

25/09/2012 - 12:01 am

Las frívolas giras de los dos presidentes de México

Durante más de 24 horas, entre el domingo 23 de septiembre a las cuatro de la tarde y el lunes 24 de septiembre por la noche, el suelo mexicano no fue pisado por los pies de un Presidente de la República. De dos presidentes, ninguno estuvo en el país en ese lapso. Felipe Calderón Hinojosa, […]

Durante más de 24 horas, entre el domingo 23 de septiembre a las cuatro de la tarde y el lunes 24 de septiembre por la noche, el suelo mexicano no fue pisado por los pies de un Presidente de la República. De dos presidentes, ninguno estuvo en el país en ese lapso.

Felipe Calderón Hinojosa, el Presidente constitucional, inició el domingo su última gira por los Estados Unidos. Enrique Peña Nieto, el Presidente electo, se encontraba al mismo tiempo, cumpliendo con una gira de varios días por América Latina que concluyó, precisamente el lunes a las cinco de la tarde hora central.

Desde el 31 de agosto y hasta el 30 de noviembre de 2012, México tiene dos presidentes de la República; ya sin mucha habilidad política en el caso del que se va, y aún sin mucho poder en tratándose del que llegará. En este impase gubernamental, en el que las fuerzas de éste país atienden a uno y a otro sin considerar al primero porque ya se va ni al segundo porque aun no llega, lo que faltan son decisiones.

Los dos presidentes de México se la han pasado durante las últimas semanas, y es muy probable que las siguientes, en el discurso y las relaciones públicas internacionales. Da la impresión que Calderón fue a despedirse de la sociedad norteamericana académica y filantrópica, mientras Peña parece fue a entregar personalmente la invitación a su toma de protesta a once mandatarios de la América Latina.

La gira que Calderón inició el lunes 23, acompañado por cierto de una comitiva al modo político y presidencial mexicano, se concentra no en acciones, nada tangible saldrá de la visita del Presidente al vecino país. Ni acuerdos con el gobierno de Barack Obama (a quien ya vio en visita de Estado y no la puede repetir), ni recursos de instituciones financieras, ni estudios de academia, pura y llana relación de vanidad. La entrega de un reconocimiento, el paseo por un museo, la reunión con los interesados de manera gratuita en el bien común, nada pues sustancioso saldrá de la gira de cuatro días por la Unión Americana más allá de titulares de primera plana dado que los discursos presidenciales en el extranjero siempre llaman más la atención en el ámbito local/nacional.

Felipe Calderón viajó –utilizando por supuesto los recursos del Estado– en el avión presidencial y escoltado según sus propias fotografías, comentarios en Twitter y comunicado oficial, por dos aviones F5 de la Fuerza Aérea Mexicana que le hicieron aéreas reverencias en su última gira para “agradecerle” el apoyo que les ha conferido, lo cual es obvio y lógico, una  alabanza en boca propia, dado que él como Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas de este país, debió estar al tanto y aprobar el gasto del “reconocimiento” que en los cielos mexicanos y durante 40 minutos le hicieron los pilotos que manejaron los portentosos F5; al estilo revolucionario el Presidente quiso hacer notar su último vuelo presidencial con dirección al norte y hasta fotografías envío a los medios donde se le observa saludando la acrobacia militar y otra donde se ve el ala del avión presidencial y la maquinaria de un F5. El colmo del exceso. El derroche de recursos para auto vanagloriarse.

¿Cuánto costó a los mexicanos el chistecito de la escolta de los aviones de las Fuerzas Armadas? ¿Cuánto el acompañamiento en esta gira de la relación pública por parte de Margarita Zavala; Gloria Guevara, la secretaria de Turismo; Dionisio Pérez, el de Comunicación; Patricia Espinoza, la Canciller y los senadores Gabriela Cuevas del PAN, Marcela Guerra del PRI, María Beristaín del PRD y Carlos Puente del Verde? Esto claro sin contar al equipo de los aviones, al personal en tierra, al séquito que cada uno de los mencionados debe traer para poder funcionar. Mucho dinero –el que sea y si nos lo dijeran– para tiempos de tanta necesidad en nuestro país.

Pero a la indignación de la última gira del Presidente constitucional, se suma la gira por América Latina del Presidente electo.

Por supuesto Enrique Peña Nieto no viajó sólo. Como buen funcionario que será y político mexicano que es, se hizo acompañar de algunos miembros de su equipo como lo son Luis Videgaray, Emilio Lozoya, David López, política, relaciones exteriores y comunicación sus áreas de manera respectiva; y claro, de la futura primera dama Angélica Rivera.

Antes de tomar posesión como tal, Peña Nieto se sintió Presidente constitucional en América Latina, en un hecho notorio, durante la semana pasada y el inicio de ésta, los mexicanos tuvimos no una, sino dos giras presidenciales en el extranjero, y por algunos momentos, de manera simultánea.

Los dineros para pagar la gira de Peña, con todo y el avión de la Fuerza Aérea Mexicana que utilizó para trasladarse en su visita a once mandatarios de América Latina, lo más seguro –y lo deseable– es que salgan del presupuesto de 150 millones de pesos que del erario mexicano salieron para apoyar la transición en la Presidencia de la República 2012, aunque una gira internacional nada tenga que ver con una transición interna, y sí mucho con una necesidad de atención aún antes de asumir el poder por parte de Peña Nieto.

México de esta manera, vive hoy, ve hoy y mantiene hoy a dos presidentes de la República, que en lugar de trabajar en la solución de los problemas de los mexicanos, ocupan su tiempo y recursos –con todo y piruetas aéreas– en las relaciones públicas internacionales. Mientras Calderón se refiere a lo difícil que fue, a las condiciones actuales, a sus pírricos resultados, Peña habla del futuro y de cómo recobrará nuestro país el liderazgo latinoamericano, y de cómo su agenda será multicultural, y de bla, bla, bla.

Los dos presidentes de México no están haciendo nada más que derrochar el recurso que se les otorga para bien administrar este país al que a la menor provocación abandonan para atender asuntos de frivolidad internacional, mientras en las calles de la República los muertos siguen cayendo, mientras el peso pierde dos puntos y recupera uno sobre el dólar, mientras el desempleo ha tocado a la población juvenil, mientras los viejos no tienen pensión y los trabajos no son remunerados adecuadamente.

Los problemas del país, económicos, sociales, de inseguridad no se detienen cuando los dos presidentes deciden adentrarse en sendas giras internacionales; las explosiones sociales, las necesidades laborales, las urgencias financieras continúan en nuestro territorio. Los legisladores discuten una reforma que –evidentemente– ha sido pactada entre un presidente y otro presidente. Mal precedente de quien se va, y mal augurio del que viene.

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