Jesús Jiménez Gaona, integrante de Brigada de Búsqueda en Poza Rica, Veracruz, fue asesinado a tiros el pasado jueves. Un ataque en el que también resultó herida su esposa, Francisca Vázquez Mendoza, quien ahora se debate entre la vida y la muerte. Ambos buscaban a su hija Jenny, desaparecida desde hace cuatro años. La Fiscalía de Veracruz asegura que “dará con los responsables”. Mientras que líderes de colectivos, compañeros de dolor y lucha, advierten que no darán marcha atrás: “Es una pérdida grandísima, duele y ofende a nuestra causa; pero honraremos su ausencia porque ‘vivos se los llevaron, vivos los queremos’”, asegura Ana Lilia Jiménez, integrante del colectivo Córdoba –Orizaba. El crimen ha sido condenado por la organización Amnistía Internacional (AI) y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), esta última ha solicitado a las autoridades que garanticen la integridad de Francisca.
Poza Rica, Veracruz, 25 de junio (SinEmbargo).– En un camposanto dedicado al cultivo de cruces, junto a una fosa común que resguarda cadáveres abandonados, familiares sepultan a Jesús Jiménez Gaona. Su hija no pudo despedirlo porque lleva cuatro años desaparecida. Su esposa tampoco persignó el féretro, pues en estos momentos pelea contra la muerte por una bala encarnada junto a su corazón.
Un acto luctuoso, que se lleva a cabo en 20 minutos; un Padre Nuestro, un Ave María, palabras de los familiares más allegados y cada quien a su casa. No hay entrevistas, no hay fotografías, lo único que abunda en el panteón de la Santísima Trinidad son los moscos y el pánico. “Ya nos mataron a mi hermano, no queremos ser los próximos”.
Palabras de un familiar que decide ni su género sea revelado. Llora frente a la cripta floreada y desprende sus últimas palabras al finado: “La justicia terrenal no existe, Chucho. Ojalá por allá en el cielo la encuentres. Te fuiste con el remordimiento de encontrar a tu hija. Dios permita Francis se quede con nosotros”, así se vive el desenlace de la familia Jiménez Vázquez, víctimas de la inseguridad y la delincuencia en el norte de Veracruz.
Ante la ola de desapariciones en las calles de esta ciudad, padres de las víctimas decidieron instalar una “embajada de búsqueda”. Siete días duró su efervescencia. Antes de que asesinaran al vocero del colectivo.
Eran las 16:30 horas del pasado jueves, según narran anónimos. La pareja de esposos, regresaba de invitar a familiares al rastreo de cadáveres en terrenos señalados como panteones clandestinos. Lo que sería la primera Brigada de Búsqueda en Poza Rica, Veracruz.
El colectivo María Herrera Poza Rica, Veracruz, recién había anunciado sus proyectos ante el Fiscal Luis Ángel Bravo Contreras y Roberto Campa Cifrián, subsecretario de Derechos Humanos, de la Secretaría de Gobernación. Veinte familias buscarían a sus hijos “hallaran lo que hallaran”.
Sin embargo, sujetos armados quemaron cartucho contra los cuerpos indefensos de José de Jesús Jiménez Gaona, portavoz de la agrupación, y Francisca Vázquez Méndez. Los hechos se dieron frente a la Unidad integral de Procuración de Justicia.
Nadie hizo el intento de ayudarlos; al contrario, en las redes sociales se aprecian videos de curiosos donde la esposa suplica que alguien uniera la pierna de su cónyuge, desintegrada por armamentos R15. La mujer se aprecia tendida sobre la acera, con un agujero del tamaño de un centenario a la altura del pulmón, implorando la misericordia de un oficial de la Fuerza Civil, éste se limita a preguntarle su nombre mientras espera refuerzos.
El ataque se registró frente a un puesto de aguas frescas y tacos guisados. No han pasado 48 horas del asesinato y los clientes ya se volvieron a presentar en la zona del crimen. “No joven, al otro días las cosas ya estaban como si nada. Las huellas de sangre ahí seguían. Esto ya es normal por estos rumbos”, dice un transeúnte.
LA BÚSQUEDA DE UN HIJO, GARANTÍA DE UNA MUERTE A QUEMARROPA
Fue el 25 de mayo de 2011 cuando Jenny Isabel Jiménez Vázquez salió con tres de sus amigos, una de ellas su prima, a la feria de la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) en Poza Rica, Veracruz. La hija de José de Jesús reportó que estaba cenando tacos. Fue la última llamada, nada se ha sabido de los cuatro desde entonces.
Se trata de los jóvenes Jenny Isabel, de 23 años; Iván, de 18, Pedro de 24, y Jaqueline, de 22. Edades que se convierten en patrones, con base en los 20 registros que lleva el colectivo pozarrincense. Edades que van desde los 13 hasta los 29 años.
Los padres de los cuatro desaparecidos, entre ellos José de Jesús Jiménez Gaona y Francisca Vázquez Méndez, confiaron en el brazo de justicia veracruzana. Sin embargo los expedientes sólo se apilaron como los cadáveres en el Servicio Médico Forense (Semefo) de Poza Rica.
Luego llegó la interlocución con la delincuencia organizada, quienes durante dos años exprimieron los bolsillos de los padres que llegaron a depositar cantidades de hasta medio millón de pesos, sin recibir a cambio una sola parte de los suyos.
Los padres siguieron con su búsqueda sigilosa, “para no alborotar al avispero”, dice uno de ellos, repartieron postales con los rostros de sus hijos. Visitaron sitios escabrosos sin obtener resultados.
Fue que mudaron sus aspiraciones a las redes sociales, donde comenzaron a identificarse con la gallardía de mujeres activistas con el mismo padecimiento que ellos, la desaparición: Aracely Salcedo, del Colectivo Córdoba Orizaba; Rosalía Castro, en Huatusco, y Sara González, en Xalapa.
“Queríamos unirnos, seguir su ejemplo. Fue hasta que nos enteramos de la Primera Brigada de Búsqueda a Nivel Nacional, liderada por Juan Carlos Trujillo. Nos contactamos y planeamos una búsqueda por estas tierras” comenta un integrante anónimo.
El 15 de junio se destaparon como agrupación en junta con todos los colectivos veracruzanos, José de Jesús Jiménez dio el discurso frente a las autoridades estatales y federales, acusó la negligencia del Fiscal General del Estado de Veracruz, Luis Ángel Bravo Contreras y a el Fiscal Regional Zona Norte, Ezequiel Castañeda Nevares, encargados de rastrear a sus hijos. Fueron los últimos aplausos que recibió el hombre de voz efusiva.
La búsqueda fue aprobada por las autoridades presentes. Los padres recibirían protección en sus rastreos y sostendrían una charla en Poza Rica, el 23 de junio. Los compañeros del Colectivo celebraron el acuerdo; Chucho y Francis, los padres de Jenny Isabel Jiménez Vázquez, fueron los más entusiasmados.
“Comenzaron a difundir los acuerdos que se sostuvieron en la reunión de Boca del Río, postearon las invitaciones en Facebook, visitaron casa por casa a familias con la misma situación”, reporta uno de sus compañeros.
Siete días duró el activismo redoblado. La única respuesta que se tiene del asesinato de Jesús Jiménez y las lesiones de su esposa la ha dado Bravo Contreras: “Se dará con los responsables”. Mientras tanto, los familiares del finado, en medio del dolo, ponen sus esperanzas en la justicia divina.
“ADIOS, MI REY DEL CHAPOPOTE”
Así despiden los familiares de José de Jesús Jiménez Gaona, una persona amante de la vida, así lo describen sus amigos. Antes de descender su sepulcro en la tierra árida, sueltan desde un reproductor de mp3 la canción de Rigo Tovar “Perdóname por ser tan guapo”, melodía que solía escuchar en los convivios que organizaba.
“Adiós, mi Chucho”, se escuchan voces con un llanto incontenido. Porras para el buscador de desaparecidos antes de perderlo en la profundidad. Un hombre de 50 años que no perdió, hasta la muerte, la esencia de la juventud.
Vestía camisetas entalladas, sandalias de cuero, gafas para “tirar rostro” con su esposa. Todo un personaje, un comerciante dedicado a la venta de calzado y prendas modernas. El bailarín del barrio, amante de la salsa y la cumbia.
Uno de sus amigos, antes de besar el cristal donde aún se apreciaba el rostro de Chucho, le recuerda que se fue sin cumplir su sueño, convertirse en el rey del petróleo, personalidad del carnaval de Poza Rica.
“Seguirás siendo nuestro rey del chapopote, como tú decías, hermano” le gritan al cuerpo.
Padre que jamás se rindió en la búsqueda de su única hija y quien logró descargar su molestia contenida por años frente a las autoridades jarochas. Habló de tú a tú y exigió los expedientes de cientos de desaparecidos fueran desempolvadas de las oficinas de la Policía Ministerial.
Hoy se ha convertido en uno de los mártires de los 25 mil desaparecidos en México. Mientras que líderes de colectivos veracruzanos aseguran no darán marcha atrás. “Es una pérdida grandísima, duele y ofende a nuestra causa; pero honraremos su ausencia porque vivos se los llevaron, vivos los queremos” revira Ana Lilia Jiménez, integrante del colectivo Córdoba –Orizaba.
“FRANCISCA SE DEBATE ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE”
A causa de dos impactos de proyectil, uno en el brazo y otro entre el pulmón izquierdo y el corazón, Francisca Vázquez Mendoza, obrera de Petróleos Mexicanos (Pemex), permanece en terapia intensiva, aferrada a la vida, a velar a su esposo y continuar con la búsqueda de su amada Jenny.
Francis, como la llaman sus compañeros, es el lado humanitario del equipo. Valiente a la hora de buscar cadáveres en lugares siniestros custodiados por los delincuentes y quien solía tomar festivos y descansos en sus labores para continuar con la búsqueda.
Una mujer que agoniza, que sus familiares no saben si sobrevivir será lo mejor para ella. “Si se salva, primero Dios, estará al acecho de la gente mala. Ella les vio los rostros. Tememos que no la dejen en paz” comenta, angustiado un miembro de la familia.
Fue todo en el entierro de José de Jesús Jiménez Gaona, los rezos para el difunto no se realizarán en casa, serán en una iglesia y con invitaciones selectivas. No quieren dejar rastros de domicilios a los agresores.