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Hilda García

25/05/2012 - 12:01 am

El valor de #YoSoy132

Cuántas veces no han escuchado frases tales como: “Los jóvenes no leen”, “Si cae la circulación de un periódico o la audiencia en la televisión es porque los jóvenes no están interesados en la política o en la información”, “En las escuelas los profesores sufren porque ha aumentado el número de casos de Déficit de […]

Cuántas veces no han escuchado frases tales como: “Los jóvenes no leen”, “Si cae la circulación de un periódico o la audiencia en la televisión es porque los jóvenes no están interesados en la política o en la información”, “En las escuelas los profesores sufren porque ha aumentado el número de casos de Déficit de Atención entre los niños y jóvenes”.

Es cierto. Los jóvenes no leen como lo hacíamos nosotros. Ellos leen, ven y se informan de otra manera. Ellos tienen un gran cúmulo de información a través de otras fuentes alternativas que han dejado de ser los llamados medios tradicionales o masivos y por los canales que nosotros conocimos en su momento.

Durante años, la televisión se manejó por sus líderes de opinión. Y muchos de nosotros conocimos el mundo a través de los ojos de Jacobo y su noticiario 24 horas. No teníamos acceso a fuentes como CNN, o a publicaciones de otros países, ni contábamos con celulares para comunicarnos a velocidad. La información cumplía un ciclo de producción que se pensaba de acuerdo a la línea editorial o de pensamiento de la cadena periodística o televisiva.

Las audiencias están ahora fragmentadas y los noticiarios cobran otra dimensión. Y comentaristas como Joaquín López Dóriga comienzan a convertirse en dinosaurios del periodismo que responden a una audiencia que siempre esperó que el líder les dijera qué pensar, qué creer o qué saber. Pero hoy en día, López Dóriga destaca entre los jóvenes por la anécdota de #Juayderito, por su pronunciación en inglés o por decir que Pedro Páramo fue escrita por Carlos Fuentes, pero no necesariamente por alguna noticia o información reveladora sobre corrupción.

Ahora bien, que no vean a López Dóriga o cualquier otro noticiario no quiere decir que no están informados, que no conocen o que no saben. Como dijera una pancarta en la marcha #Soy132 del pasado 23 de mayo: “Soy bonita, pero no pendeja”.

A la vez, es cierto. Los jóvenes no están interesados en la política, pero no en la política tradicional con partidos también tradicionales o de prácticas vetustas. Los jóvenes, a través de las redes sociales, se han expresado hace tiempo. Pero los partidos políticos no los escuchan. No importa que cada candidato tenga su página de Facebook y Twitter considerándose moderno y hasta de avanzada, como lo fuera en su momento Barack Obama acercándose a los jóvenes. Pregunto yo: ¿De qué sirve que los candidatos estén en las redes sociales si no “escuchan” o perciben lo que los jóvenes y los no tan jóvenes dicen de ellos?

Las redes sociales son conversaciones, son pensamientos y actitudes que se reflejan en un espacio cibernético. Los seguidores en Twitter, señores, no son votos. No son popularidad positiva. Los seguidores son una muestra o audiencia a la que hay que escuchar y con la que se debe interactuar para poder aplicar políticas que beneficien al ciudadano. No es gratuito que en el mismo pliego petitorio de los universitarios se hable de la necesidad de “empoderamiento al ciudadano” como el agente de cambio. La política, debe entender ahora la vieja guardia, no es vertical. No viene de arriba hacia abajo. Es la gente la que participa y quiere ser incluida y tomar las decisiones.

Ya en su libro, Wikinomics y cómo la colaboración masiva cambia todo, Don Tapscott decía que son las personas, como ciudadanos los que deben comenzar a participar de la administración pública para que pueda ser efectiva. Y de qué sirve que Tapscott haya ido a México y de conferencias o escriba libros si en la práctica sólo se pone la página y no se atiende a lo que la gente dice.

A través de “su desinterés” los jóvenes han mostrado que ellos tienen otra forma de hacer política, pero en el esquema actual pareciera que no tienen cabida. Seguimos escuchando los mismos apellidos del abolengo de la administración pública sin que haya figuras nuevas, modernas con otras formas de pensar y con algo más que ofrecer. Todos son ex priístas, ex panistas, ex perredistas, ex lo que sea… En México pareciera haber dos tipos de políticos: los tránsfugas (el más reciente es Manuel Espino) y anquilosados, pero no se ven figuras nuevas que apelen a los jóvenes.

Así que al argumento de que no les interesa la política, ellos nos lo reviran en su actuar ¿es que acaso los políticos están interesados en ellos? ¿Dónde están las propuestas concretas para ofrecerles oportunidades para aprender más y mejor? ¿Cuántos empleos bien remunerados tenemos para los jóvenes? ¿Seguimos pensando en que pueden ser becarios hasta los 32 años en vez de ofrecerles una buena oportunidad laboral?

A pesar de que en una jornada electoral como la del 2012 haya la posibilidad de que unos 23 millones de personas de entre 18 y 29 años de edad voten el 1 de julio, poco acercamiento se ha hecho a los jóvenes.

Si bien el 75% de esta población tiene intención de acudir a las urnas y a pesar del nutrido mitin que realizó Andrés Manuel López Obrador en la Plaza de las Tres Culturas, donde se mostró emocionado hasta las lágrimas y convocó al cambio, la mayoría de los jóvenes no se muestra interesado por ninguna de las cuatro opciones vigentes. Los partidos políticos así, tal y como están, se muestran anquilosados, obsoletos. Sin cambio ni propuesta para ellos.

Sólo hasta después de la histórica marcha #Soy132, porque sí creo que lo es, es que los políticos comienzan a jugársela con los jóvenes y ganar los votos, pues este grupo demográfico podría ser el que cambie los resultados de lo que hasta ahora se sentía era una elección presidencial ganada por la figura de telenovela.

Ahora bien, si nos vamos al sistema educativo como tal, más allá de la Profesora Elba Esther y sus secuaces o de la pobreza en muchas de las aulas en primarias y secundarias de nuestra república mexicana, ¿cuántos maestros aún con la oportunidad han cambiado su manera de enseñar? Hay profesores que dan clases todavía con una pizarra y gis y con sus anotaciones de cursos anteriores sin modificar los temas ni los materiales con los que imparten su clase. No han evolucionado con nuevas herramientas de enseñanza, así que los niños y jóvenes que de manera independiente buscan información, aprenden de Internet, comparten imágenes y videos de manera rutinaria se aburren cuando el profesor no ha modificado su manera de enseñar y es él quien sólo habla o quien poco pide que investiguen o cuestionen.

La marcha #Soy132 ya tiene un pliego petitorio. Los jóvenes no son vándalos ni gente sin sentido que sólo protesta por protestar. Ellos han hecho una propuesta concreta y una exigencia clara de que las cosas deben cambiar.

Su objetivo principal, dicen ellos, “busca la democratización de los medios de comunicación, con el fin de garantizar información transparente, plural e imparcial para fomentar una consciencia y pensamiento críticos”.

Entre otros dos puntos señalan:

• Exigimos hacer del acceso a Internet un derecho constitucional efectivo en los términos que establece el Art. 1 de nuestra Carta Magna.

• Exigimos la instalación en todos los medios informativos radio, televisión y medios impresos, civiles que defiendan el interés público, como lo son la publicación de un Código de Ética del manejo informativo y la instauración de un ombudsman.

Estos criterios, casi básicos del periodismo y del ejercicio democrático. #Soy 132 va más allá de una protesta contra la parcialidad de los medios de comunicación y de una demostración en contra de Peña Nieto y el PRI.

La marcha, organizada a través de las redes sociales, le está mostrando a México que debe cambiar su manera de ser. Que tras 200 años de vida independiente, no podemos seguir manteniendo una idiosincrasia de verticalidad presidencialista, de autoritarismo e imposición de ideas y parámetros de pensamiento. No podemos mantener una manera excluyente de administrar los recursos porque además, más allá de lo que se haga, todo se sabrá. Hoy es muy fácil que sin recurrir a un reportaje de un medio tradicional, circule una fotografía, un video o una frase de manera viral. Y eso, para los jóvenes, aunado al humor que les caracteriza, se convierte en contenido que aprovechan para formarse una opinión. Escuchan a sus amigos, debaten con otros en su red social a nivel horizontal y por lo tanto, empoderados de la información, exigen ahora que periodistas y políticos hagamos nuestra labor.

El PRI, por haber estado en el poder 71 años, representa los excesos de ese sistema autoritario del Gran Tlatoani donde de manera totalmente vertical él dirigía las políticas de lo que se consideraba el Bien Común. Hoy en día, lo que los jóvenes nos quieren decir es que estamos en el siglo XXI y que nuestros esquemas políticos, comunicativos, educativos están obsoletos. Están vivos. Si leen, sí se informan y sí les interesa la política, lo que tenemos que darles es el empoderamiento como ciudadanos. De ellos es el cambio. Bien por #Soy132, este es apenas el inicio.

Hilda García
Estudio Periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de México, obtuvo el grado de Maestría en la Univ. de Miami con el tema de los “Weblogs y la mediamorfosis periodística”.

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