Parcial y subjetivo | La idea de una madre en los LIBROS

25/05/2012 - 12:05 am

Tenía toda la intención de iniciar estas colaboraciones el sábado 12 de mayo. Entonces, aprovecharía la coyuntura del Día de las madres para iniciar con una lista al respecto. Hubo una demora y un acontecimiento que desfasaron mis intenciones. Sin embargo, hemos decidido publicar y, así, este listado aglutina madres (si alguna justificación se requiere, seguimos en mayo). En sí mismas, son personajes difíciles de tratar. No sólo porque compiten con el referente inmediato que todos tenemos de la propia, sino porque también lo hacen entre ellas. Definir cuál es la mejor mamá posible parte, sin duda, de nuestras propias experiencias. Por fortuna, las novelas no sólo nos han proporcionado algunas cuya figura es necesaria sino que, también, han contribuido a la creación de nuestro imaginario colectivo. Por esas razones, el listado de hoy sólo incluye a las madres que se suman al concepto: madre es la que ama y se sacrifica, la que con su entrega es capaz de operar la maravilla. Sin duda hay malas madres en la vida y en los libros. Quizá serán motivo de otra lista. De momento, sólo ellas:

 

Entre dos palacios  / Naguib Mahfuz


También aparece en los siguientes dos libros de la trilogía: El palacio del deseo y La azucarera.  Presa de una tradición centenaria, Amina debe absoluta obediencia a su esposo. Todas las noches espera hasta que él llega de sus juergas nocturnas y todas las mañanas despierta antes que él. No puede salir de su casa sin permiso y es la responsable de la educación de sus hijas. Víctima de los preceptos del Islam a inicios del siglo XX, Amina no conoce otra forma de vida. Con un planteamiento así, es casi imposible suponer que su desarrollo como personaje pueda volverla entrañable. Sin embargo, aun en las limitaciones se puede crecer. La abnegación hacia el hombre se traduce en un enorme cariño para sus hijos. Tanto, que no podemos sino frustrarnos cuando caemos en la cuenta de que, algunos de ellos, terminarán repitiendo los esquemas de su padre. A fin de cuentas, ella también contribuyó a educarlos de esa forma.

 

La madre / Máximo Gorki


Ser capaz de renovarse por completo en la edad adulta suena a imposible. Pelagia lo logra conforme la sombra de todo lo aprendido se disipa junto al recuerdo de su esposo recién fallecido. El pretexto no podría ser otro. Pável, su hijo, está harto de vivir en un régimen totalitario. Por ello, se suma a la causa comunista. Al enterarse, su madre se escandaliza. Ha sido educada en un sistema de valores muy claro. Sin embargo, su transformación se llevará a cabo de tal forma que terminará convertida en una militante activa de la causa. Si bien es cierto que el discurso podría ser leído de forma política, la intensidad la gana en la medida en la que se va estrechando la relación entre la madre y su hijo.

 

Cien años de soledad / Gabriel García Márquez


Con Úrsula Iguarán bien vale la pena preguntarse qué fue primero: la referencia o el referente. Ella encarna muchas de las características que se han sumado a la idea de la mujer latinoamericana. Su casa es un matriarcado de puertas abiertas donde se recibe, incluso, a los hijos bastardos de su marido. Es fuerte y exuberante. Cría hijos al tiempo en que funda un pueblo y se permite explicar el funcionamiento del mundo a partir de la magia. Es fácil caer en la tentación pero Úrsula no dibuja con fidelidad a esas mujeres porque no existen del todo. Sin embargo, es a un tiempo retrato e inspiración.

 

Vida y destino / Vasili Grossman


La guerra se vuelve inmensa cuando se vive desde los personajes. Es ahí cuando el monstruo ataca y revela todo el dolor posible. La resignación es uno de los coletazos que lanza para lastimar porque ésta se funda en la idea de una despedida. Una madre sabe que ya nunca verá a su hijo y por eso le escribe una carta tan conmovedoramente bella que salpica el escenario de la muerte con destellos dulces. En el marco de la Batalla de Stalingrado, el autor consigue aislar a Lyudmila Nikolaevna Shaposhnikova para narrar su angustia. Así, el drama de una infinidad de madres se concentra en una sola y el dolor se vuelve tangible entre millones de muertos.

 

Los miserables / Víctor Hugo


Lo que sorprende con Fantine no es sólo el que esté dispuesta a dar todo por su hija. Eso se supone de cualquier madre. Sin embargo, la sorpresa pronto se vuelve coraje e indignación porque, pese a la pureza de sus intenciones, ha cometido un error. Dejar a Cosette al cuidado de la familia Thénardiers parece una buena idea. Tanto, que el asombro nos cae como una lápida cuando descubrimos que ellos se aprovechan de la circunstancia al grado de obligar a Fantine a vender su pelo, sus dientes, incluso a prostituirse para poder pagar la injusta cuota de manutención. El sacrificio llega a su mayor grado cuando es desinteresado y se ofrece por completo.

Reconozco, como siempre, que haber elegido sólo a estos cinco personajes anticipa una serie de críticas. Sobre todo, porque madres en la literatura se pueden encontrar a raudales (la noción de madre es una de las más absolutas con las que podemos toparnos en la vida y en los textos). Algunas, incluso, son mucho más icónicas que las mencionadas. Excluir a Yocasta, por ejemplo, condenada a la máxima tragedia de haber procreado con su propio hijo; o a Medea, “obligada” a dar muerte a los suyos, puede resultar un sinsentido. Tanto, como olvidarme de las que pueblan el teatro español o el isabelino. Dejo, pues, mis propuestas y quedo a la espera de las suyas.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.
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