Alejandro Páez Varela
25/03/2019 - 12:08 am
El abucheo y la oposición
Entiendo que la nota del abucheo sea usada por los adversarios de López Obrador para tratar de generalizar. Se equivocan y cierran los ojos. La nota no es el abucheo en este país: la nota es que el Presidente alcanza niveles de aceptación que no se veían en décadas, y lo que esto significa para una oposición diluida, descarriada y desacreditada. Más bien, la nota es que el líder de izquierda crece en aceptación y además, no tiene oposición. La oposición es apenas un puñado pobre que, a falta de causas, se toma el abucheo con cierta alegría.
El sábado pasado, un grupo de personas abucheó a Andrés Manuel López Obrador en la inauguración de un estadio de beisbol. De acuerdo con algunos asistentes, eran una minoría porque antes, el estadio casi entero se puso de pie para recibirlo. Quizás la respuesta del Presidente no fue del todo correcta: llamó “fifís” a sus abucheadores. Y éstos se encendieron más.
El abucheo, por supuesto, fue usado por los tradicionales adversarios del Jefe de Estado para pasarlo como muestra “de lo que pasa en todo el país” y eso es, en una palabra, mentira. De hecho, la acogida que tiene AMLO entre la población es de lo más sorprendente. Incluso para los escépticos de oficio. Ayer estuvo con madres de desaparecidos, un sector agraviado por más de una década y por dos presidentes; le aplaudieron varias veces. Y un día antes del abucheo, el Presidente había estado con los banqueros y ellos, que son duros de roer, reconocían no sólo el liderazgo del dirigente de izquierda, sino que se atenían a él.
“Tradicionalmente, la banca mexicana ha sido introspectiva, se ha mirado mucho a sí misma”, dijo el presidente de la Asociación de Bancos de México (ABM), Luis Niño de Rivera, a El País. “Hemos dejado de lado la tarea de la inclusión financiera y el crecimiento regional, pensando que eran temas de la Administración pública y no de la banca. [Pero] después [de las elecciones] del 1 de julio, el que no ponga atención en México a ese reclamo [social] va a encontrarse con sorpresas pronto. La banca está reaccionando porque es nuestra obligación: lo tenemos que hacer bien y rápido, y estamos preparados para hacerlo”.
–¿Tiene que ver la llegada de López Obrador a la Presidencia con este cambio de tono del sector financiero? –pregunta Ignacio Fariza, del diario español que fue, además, un opositor de AMLO durante la campaña.
–Sin duda –dijo Niño de Rivera–. La banca no puede ser ajena, ni aquí ni en ningún lugar del mundo, a lo que requiere el Gobierno: tenemos que responder al reclamo que hay en la sociedad.
Más adelante, una declaración que hace un año sería imposible: “Somos muy conscientes de las brechas que existen en nuestro país y compartimos con la nueva Administración puntos de vista sobre la necesidad de avanzar en estos temas tan delicados”, dijo el nuevo jefe de los banqueros. El reportero de El País agrega: “Lo más parecido a una declaración de intenciones para los nuevos tiempos políticos: borrón y cuenta nueva con el pasado”.
Y contra los que puedan decir que los banqueros se hincan si es necesario, por pragmatismo puro –y tienen razón–, están los mercados financieros para confirmar el amarre de AMLO con los dueños del capital: el dólar cerró el viernes en 19.0903 pesos, la inflación está controlada y la confianza del consumidor busca la cresta de su mejor repunte en años. El mercado bursátil no responde de la misma manera porque sufre con el mundo las amenazas de una recesión global por el pleito EU-China. El crecimiento que se reporta para el I TRIM 2019 no es el óptimo (sobre todo frente a la promesa de un 4 por ciento promediado en el año), pero los mismos banqueros, y hasta el Banco de México, advierten que la meta es posible.
Entiendo que la nota del abucheo sea usada por los adversarios de López Obrador para tratar de generalizar. Se equivocan y cierran los ojos. La nota no es el abucheo en este país: la nota es que el Presidente alcanza niveles de aceptación que no se veían en décadas, y lo que esto significa para una oposición diluida, descarriada y desacreditada. Más bien, la nota es que el líder de izquierda crece en aceptación y además, no tiene oposición. La oposición es apenas un puñado pobre que, a falta de causas, se toma el abucheo con cierta alegría.
La nota es que el PRD ya no es siquiera nota; que el PRI es un perro apaleado en un rincón y que el PAN es un ratoncillo nadando solo en una alberca de cien metros que no hace olas, y aún así amenaza con ahogarlo. Hace una semana, Marko Cortés lanzó una “alerta internacional”; dijo en un comunicado y en su cuenta de Twitter que “este gobierno autoritario pretende seguir los pasos de Venezuela y perpetuarse en el poder”. Y luego, que dizque “no lo vamos a permitir, por ello lanzamos una alerta a la comunidad internacional ante estos hechos”. De inmediato, AMLO le respondió firmando una carta de no reelección. Y la “alerta internacional” quedó como una hoja suelta en la alberca, junto al ratoncito.
La bitácora de los primeros cuatro meses de López Obrador en el Gobierno dice que la oposición partidista en México no ha tocado fondo ni el Presidente ha alcanzado su pico. Así lo dicen las encuestas, y cualquiera que sea medianamente inteligente lo puede advertir.
AMLO necesita contrapesos y el país necesita oposición. Es un hecho. Le hacen bien a él y por supuesto que le dan oxígeno a nuestra democracia. Se requiere una oposición validada, ciudadanizada, que no sea simplemente electoral y que tenga una razón de existir. Que sea inteligente y que sepa cuándo levantar la mano. Que ofrezca salidas y que, en un momento dado, sepa incluso cuándo sumarse en las causas que encabeza el Presidente, muchas de ellas justas y además la fuente de su popularidad. Se necesitan opositores sin rabia, sin amargura, sin cola que les pisen.
Se necesita, en resumen, algo que en este momento México simplemente no tiene. Les recuerdo que este país tuvo oposición: las Rosario Ibarra de Piedra, los Manuel J. Clouthier, los Heberto Castillo, los Cuauhtémoc Cárdenas, los López Obrador, los Carlos Castillo Peraza. Lo que queda son abucheadores de ocasión; bofos belaunzaranes; foxes, osorioschongues y demás cartuchos quemados. Quedan puros lanzadores de piedra que no le atinan ni siquiera a un charco. Mucho menos a un ganso. Y eso sí que da pena. Eso sí es nota.
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