La banda de pistoleros de “Ma” Barker y sus cuatro hijos, una extraña y sangrienta historia

25/03/2018 - 11:00 am

A pesar de su contradictoria leyenda (¿fue la jefa o apenas una cómplice?), el cine, la televisión y la música la usaron como un tótem.

Ciudad de México, 25 de marzo (Infobae/SinEmbargo).-No se salvó ni el viejo Joe, un enorme caimán dueño del lago Weir, Ocklawaha, Forida. Después de cuatro horas de balas de revólver y ráfagas de metralleta, quedó flotando, con su blanca panza al sol, como un dios inofensivo. Un tótem en desuso…

A unos metros, también ya fuera del mundo de los vivos, le hacían compañía dos Barker: madre e hijo. El hijo, Fred, un loco del gatillo. Edgar Hoover, el mítico director del FBI que –dicen– usaba medias de seda de mujer, cerró el gordo expediente caratulado La Banda Barker. Que en verdad debió llamarse La Banda de Kate “Ma” Barker y sus cuatro hijos. Sombra chinesca en la misma pared de todos los criminales de la era 1929–1935: Bonnie and Clyde, John Dillinger, y cuantos pistoleros se lanzaron durante La Gran Depresión a saquear y matar, acaso sin imaginar que estaban escribiendo –como también la mafia– muchas de las páginas más estremecedoras de la violencia Made in USA… y también dictando cátedra para el cine y la literatura. Para los Chandler, los Chase, los Hammet, los Cain, los Mcdonald…

HABLAMOS, PUES, DE LOS BARKER
El 8 de octubre de 1873, cuando nació en Ash Grove, Missouri, la bautizaron –nombre extraño– Arizona Donnie Clark.

De padres cristianos conservadores sin más códigos que la religión, el trabajo duro y ciertos valores tradicionales, así la educaron… pero sin éxito.

A los 19 se casó con un tal George Barker, que le sembró cuatro hijos (Hermann, Lloyd, Arthur y Fred), y sobre el primer llanto del último huyó todo lo lejos que le permitió el sistema de transporte.

En realidad, Kate Barker o Ma Barker, como la llamaron en adelante, no perdió mucho: sin entrar en demasiados detalles, George era un borracho inútil y un perpetuo desocupado. Una boca menos que alimentar…

Pero Kate tampoco tenía oficio conocido ni un dólar partido por la mitad, de modo que no pudo educarlos. Se criaron en la calle y sus leyes, pronto fueron delincuentes juveniles –eufemismo por “rateros”– y la madre los sacó de la cárcel más de una vez con súplicas o ataques de furia suficientes para que los policías les dieran piedra libre.

Hacia 1931, los cuatro hermanos formaron una banda para sumarse a la moda criminal: asalto a bancos y secuestros.

Y en ese punto se llega a una controversia. A una interminable polémica. Una versión –la más tentadora y cinematográfica– jura que Kate fue la ideóloga, jefa y alma mater de la banda, a la que se sumó el pistolero Alvin Karpis, ex gatillo de John Dillinger.

Otra, la más gris, lavada, piadosa, dice que Kate fue sólo una espectadora del vandalismo de sus hijos, y se limitó a protegerlos bajo su techo. Por supuesto, sabía que el cuarteto no era un pilar de la sociedad, un ejemplo laboral y moral, pero jamás fue el cerebro de la banda. Por algo, dicen los que sostienen esta versión, la policía nunca le tomó fotos ni huellas dactilares…

Según Alvin Karpis, “fue un invento de Edgar Hoover para justificar su muerte durante el tiroteo en el lago Weir”.

La banda de Kate “Ma” Barker Foto: Infobae

Sin embargo, aunque no fumara como un escuerzo ni manejara una metralleta como la gran Shelley Winters en el film de Roger Corman Bloody Mama, es imposible –o al menos improbable– que, si no como jefa al menos como inspiradora y cómplice, fuera una tierna matrona preocupada por los malos pasos de sus retoños.

Tampoco es casual que a sus cuatro hijos se sumara nada menos que Alvin Karpis –llamado El Horroroso–: según consta en crónicas de prensa y en sumarios policiales, los cuatro muchachos Barker no abundaban en neuronas. “Eran tan violentos como estúpidos, y uno de ellos, débil mental además, un psicópata de increíble crueldad”, recordó el legendario agente especial Melvin Purvis –el hombre de los guantes blancos–, que además de abatir a John Dillinger anduvo detrás de la banda de Ma Kate.

Los primeros pasos fueron asaltos a bancos de pueblos chicos y poco custodiados. Pero en junio de 1933 secuestraron a William Hamm, un fabricante de cerveza, y cobraron un rescate de… ¡cien mil dólares! Una cifra que, en plena depresión económica, era digna del Rey Midas. Siete meses más tarde, en St. Paul, Minnesota, repitieron el golpe. La víctima fue Edward Bremer, presidente del Banco Comercial del Estado. Rescate: doscientos mil dólares. Quizá la mayor cifra de cualquiera de las bandas en boga…

Demasiado. Y para el prestigio de don Edgar Hoover y su implacable FBI, tan evidente y escandalosa “como una tarántula en la papilla de un bebé”, como escribió Raymond Chandler en Poodle Springs.

Era hora de lanzar todos los perros contra los Barker… Melvin Purvis –cuándo no– atrapó a Arthur “Doc”, el menor de los hermanos, en Chicago, enero de 1935. Lo palpó de armas. No tenía.

–¿Dónde está tu revólver –le preguntó. –En casa.

Una semana después, los federales arrasaron la casa de Ocklawaha, la del lago y el caimán.

Según el sumario policial, Kate –la presunta inocente, la que nada sabía– murió con un fusil semiautomático Thompson en las manos, calientes luego de vaciar dos cargadores. Tenía 72 años.

En la cabaña encontraron dos pistolas automáticas calibre .45, un revólver .38, dos escopetas de .12, un rifle Winchester –preciada joya entre las armas– y quince mil dólares en una lata de café.

El primero de los hermanos en caer después de Fred fue Hermann, el mayor: se mató de un balazo en la cabeza –agosto, 1927– luego de un tiroteo con la policía en un granero de Wichita, Kansas. Al verse perdido, se despidió de la aventura y de la vida…

Los cuerpos de “Ma” y Fred Foto: Infobae

Arthur “Doc” murió acribillado por un guardia de la prisión de Alcatraz, San Francisco, en la llamada “Isla de los pájaros”, cuando trató de fugarse. Era enero de 1939.

A su hermano Lloyd –”el Rojo”, por el color de su pelo– lo atraparon en junio de 1928 por el asalto a un camión– correo en Baxter Springs, Kansas: veinticinco años entre las rejas del penal de Leavenworth. Salió bajo palabra algo antes. Trabajó como cocinero en el campo de prisioneros de Fuerte Custer, Michigan, en plena Segunda Guerra Mundial. Más tarde fue encargado de una parrilla en Denver, Colorado. Y cuando parecía haber dejado atrás para siempre su violenta vida, se casó… y en 1949 murió asesinado por su mujer. Ella dejó este mundo encerrada en un manicomio.

Alvin Karpis (El Horroroso) cumplió veintiséis años de condena en Alcatraz. Allí conoció al híper asesino Charles Manson y le regaló una guitarra. Quedó libre bajo palabra. En 1972, deportado a Canadá, eligió el sol de España. Se afincó en Torremolinos. Vivió como un pashá… no se sabe con qué medios: se supone que especulando con los vaivenes de moneda. Un infarto lo borró en 1979. Su tumba está en el cementerio de San Miguel de Málaga.

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