O explota o engorda: Estudio liga aparatos electrónicos con obesidad

25/03/2015 - 12:00 am

Ciudad de México, 25 de marzo (SinEmbargo).- Como si la ingesta de alimentos procesados, el sedentarismo y hasta el aumento en restaurantes y clubes de precios, no fuera suficiente para crear un ambiente obesogénico, científicos de la Universidad de Houston encontraron que los aparatos electrónicos también contribuyen al aumento de peso de la población debido a los retardantes de flama que contienen.

Expertos del Centro de receptores nucleares y Señalización Celular (CNRS, en inglés) de la universidad estadounidense llegaron a esta conclusión después de exponer a peces cebra a dos químicos retardantes, es decir, aquellos que contienen los teléfonos celulares, computadoras, consolas de videojuegos y televisiones, para prevenir que se sobrecalienten e incendien.

Los peces expuestos al tetrabromobisfenol A (TBBPA) y tetraclorobisfenol A (TCBPA) aumentaron su peso y medidas en comparación con el grupo de control de la misma familia, debido a un receptor hormonal llamado PPARgamma, que tiene la tendencia a convertir las células madre en adipocitos, es decir, células de grasa.

Por ello, los investigadores formularon la hipótesis de que los retardantes de flama serían los desencadenantes para que las células de grasa se formen, convirtiéndose así en obesógenos.

De acuerdo con el comunicado de prensa de la institución educativa,  estos compuestos se liberan de los electrónicos y con frecuencia terminan en el polvo que las personas inhalan.

Estos compuestos son una forma del bisfenol A (BPA), un químico usado comúnmente por la industria para envasar alimentos y en botellas de agua, el cual ya se sabía anteriormente que está ligado con la obesidad y un incremento en los desórdenes metabólicos, es decir, es un obesógeno.

La producción de estos químicos se hace de manera masiva, de acuerdo con el estudio, al año se producen 150 mil toneladas de TBBPA y 10 mil más de TCBPA.

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Foto: Shutterstock

“Se ha demostrado que los niños pequeños, que pasan mucho tiempo en el suelo, tienen más altos niveles de estos componentes en la sangre que los adultos. También se ha encontrado que se pueden pasar a través de la leche materna. Esto fue lo que nos llevó a exponer a los peces hermanos a estos compuestos en relativamente bajas concentraciones. El pez expuesto se convirtió en uno más pesado”, dijo Maria Bondesson, profesora de biología y bioquímica en el CNRCS.

Ambos grupos de peces fueron alimentados durante 11 días con una dieta alta en grasas basada en yemas de huevo y se aprovechó que estos animales son transparentes para observar los lípidos. Así vieron que el grupo que no se expuso a químico no acumuló grasa en sus cuerpos, a diferencia de los que sí.

Esto ayudó al equipo de investigación para aislar que se trataba efectivamente de los obesógenos y no la dieta lo que causó que ganaran peso.

“La transparencia del pez cebra nos permitió ver dónde estaban las mayores cantidades de células de grasa. Había una enorme diferencia entre los peces tratados y sus hermanos en el grupo de control “, dijo Bondesson. “Pudimos ver los lípidos acumulados en el hígado, la región del corazón, la cabeza y obviamente en los vasos sanguíneos. También podríamos verlo por vía subcutánea en su costado”.

La exposición concluyó a los 11 días, sin embargo, un mes después los peces cebra expuestos permanecían más largos y pesados, específicamente, más pesados que largos, por lo que su índice de masa corporal era mayor, también.

“Dada la creciente epidemia de obesidad y los problemas graves de salud que a menudo conlleva, nuestra investigación muestra que es importante estudiar si los productos químicos son obesógenos. Nuestro objetivo es encontrar los peores y luego reemplazarlos por alternativas más seguras”, dijo Bondesson.

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