(Con la colaboración de Katia García)
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012, en México el 45.2% de los nacimientos se dan por cesáreas, llegando a 70% en los hospitales privados. Los mexicanos nos ponemos así en el primer lugar mundial en cesáreas. La Organización Mundial de la Salud establece que no existe justificación alguna para un porcentaje de nacimientos por cesáreas superior a un 10-15%.
La causa de esta situación está en el negocio que significa para el médico y los hospitales sustituir partos naturales por cesáreas. Un médico que practica regularmente cesáreas puede atender el doble de partos, al menos, que un médico que atiende partos naturales, con lo cual puede duplicar sus ingresos. Llega a darse el caso de médicos en hospitales privados que programan para un mismo día varios partos por cesárea disponiendo de varios quirófanos en horarios escalonados. Para el hospital los ingresos generados por una cesárea son mayores que los de un parto natural: desde el uso del quirófano en vez de una sala de parto, hasta el mayor requerimiento de personal y material médico, además de una mayor estancia de la mujer.
Se sabe que la práctica médica privada está influyendo en los hospitales públicos. Es común que los médicos que atienden en estos hospitales públicos promuevan entre las mujeres la cesárea ya que ellos la practican o buscan practicarla fuera a través de sus servicios profesionales privados.
Esta práctica trae como consecuencias grandes gastos para el sistema de salud y la población, así como un riesgo a la salud de los bebés. De acuerdo a la Comisión Federal de Mejora Regulatoria, si durante los próximos cinco años se redujeran 1,607,555 casos de cesáreas, se estarían ahorrando $12,847,718,637.57 pesos. Estos enormes recursos se podrían destinar a múltiples programas para el cuidado materno y del recién nacido.
La cesárea se ha impuesto en México como una cultura. La mayor parte de las mujeres desconocen sus beneficios y no reciben información de otras mujeres sobre la experiencia de un parto natural. En muchos casos, son las mismas mujeres quienes solicitan la cesárea. Los médicos siempre encuentran una razón para recomendarles la cesárea sin mostrarles, en la mayor parte de los casos, la evidencia de lo que les impide o representa un riesgo para que tengan un parto natural.
Más allá de los beneficios conocidos del parto natural como la recuperación de la mujer más rápida, la reducción del riesgo de infecciones en la madre y el recién nacido, la reincorporación de la mujer a sus labores en un tiempo más breve y la ausencia de cicatrices y sus cuidados, existen otros muy importantes. Entre ellos está el hecho de que el parto natural facilita el inmediato contacto del bebé con el cuerpo de la madre, su cobijo, el encuentro con su pecho y su instinto para mamar. Existe evidencia suficiente que demuestra que si este encuentro se pospone aumentan las dificultades para amamantar.
En la cesárea, es muy común que el estado de la madre no permita este contacto inmediato, además de que muchos médicos que normalmente practican la cesárea promueven los sucedáneos de la leche materna, es decir, las fórmulas lácteas. En una siguiente entrega hablaremos de las consecuencias que representa el abandono de la lactancia materna para la salud del bebé a lo largo de toda su vida, a lo que contribuye la cesárea.
Nos interesa aquí subrayar uno de los beneficios del parto natural: el riesgo de sobrepeso y obesidad es menor que en los bebés nacidos por cesárea. La principal teoría al respecto y sobre la cual se está desarrollando bastante evidencia es que al nacer el bebé por el conducto vaginal recibe una enorme cantidad de bacterias a través de su cavidad oral que van a determinar, en gran medida, su microbiota intestinal. La microbiota intestinal se considera un factor implicado en la regulación del peso corporal y las enfermedades asociadas a la obesidad dada su influencia en las funciones metabólicas, lo cual puede influir también en el desarrollo de la resistencia a la insulina y en el aumento del peso corporal.
El Dr. Nathan Wolfe, fundador de Golbal Viral y CEO de Metabiota, explica cómo nuestro cuerpo contiene más bacterias que células y la función vital que cumplen en nuestro organismo a través de muy diversas funciones. Una de sus funciones es ayudarnos a digerir nuestros alimentos y absorber sus nutrientes. ”Ellas fabrican vitaminas vitales y proteínas anti-inflamatorias que nuestros genes no pueden producir y entrenan nuestro sistema inmunológico para combatir infecciones “. Explica Wolfe que durante el nacimiento la población de bacterias cambia dramáticamente en el canal de la vagina. Pone como ejemplo la bacteria Lactobacillus johnsonii que contribuye a la digestión de la leche, y explica que esta bacteria se vuelve más abundante en la vagina en el momento del parto, seguramente para contribuir a preparar al bebé a la lactancia.
El Dr. Huh y colaboradores publicaron recientemente en el Archive of Childhood Diseases un estudio en el que encontraron que los niños nacidos por cesárea presentaron el doble de obesidad a los tres años que los niños nacidos vía vaginal. De acuerdo con una gráfica publicada por el Dr. Wolfe en su artículo “Small World”, en el último número de enero de National Geographic, los bebés nacidos tienen 20 veces más diversidad de microbios que ayudan a la digestión de la leche de la madre que en los bebés que nacen por cesárea.
En todos los factores que contribuyen a la obesidad, desde aquellos que se están descubriendo como la cesárea hasta aquellos que se conocen bien como el alto consumo de refrescos, México ocupa los primeros lugares. Por eso, no es de extrañar que ocupemos los primeros lugares en sobrepeso y obesidad y en sus consecuencias, como la diabetes.
¿Por qué México tiene los mayores índices de sobrepeso y obesidad, uno de los mayores en muertes por diabetes, el mayor en cesáreas, uno de los más bajos en lactancia materna, el mayor en consumo de refrescos? ¿Por qué ocupamos esos lugares? ¿Por qué llegamos a esta situación?
La única razón es que el Estado no ha protegido la salud y se ha sometido a los intereses económicos, ha puesto la salud en venta. Requerimos una política urgente que enfrente esta situación, que establezca regulaciones, que modifique las condiciones que han convertido nuestro país en el campo fértil para la voracidad de las grandes corporaciones y los prestadores de servicios sin ética.
Por lo pronto, hay que exigir a la secretaria de Salud, Mercedes Juan, una política integral contra la obesidad, basada en regulaciones, que incluya reducir el índice de cesáreas. La Comisión Federal de Mejora Regulatoria ha calculado que si se reducen las cesáreas a los niveles que se justifica esta práctica, en cinco años se estarían ahorrando más de 12 mil millones de pesos. Las medidas que debe impulsar la Secretaría de Salud para enfrentar esta situación se conocen, entre ellas destacan:
– Establecer una campaña de orientación permanente sobre los beneficios del parto natural y los derechos de las mujeres que van a dar a luz.
– Obligar a todo profesional y a los hospitales a brindar esta información a las mujeres desde que inicia su atención médica, estableciendo un sistema de monitoreo.
– Establecer la transparencia entre los prestadores de servicios en salud sobre la cantidad de cesáreas y partos naturales que han practicado en el último año.
– Garantizar la elección informada de las mujeres basada en la comprensión integral de todas las opciones y de sus posibles riesgos y beneficios.
– Establecer el requisito de una segunda opinión antes de realizar una cesárea.
– Introducción de un sistema de auditoria sobre las tasas de cesáreas.