RESEÑA | La fosa del agua, de Lydiette Carrión

24/11/2018 - 12:03 am

En México la crisis de inseguridad ha rebasado cualquier índice negativo y hoy padecemos una realidad donde a diario son asesinadas con violencia alrededor de 80 personas. En este torbellino de muerte, los feminicidios se han incrementado de una manera tan alarmante, que se ha vuelto cotidiano ver notas periodísticas sobre mujeres encontradas sin vida. Un informe independiente realizado por María Salgueiro, registra que en lo que va del año, hay cerca de 1200 mujeres asesinadas con violencia.

Por Leopoldo Lezama

Ciudad de México, 24 de noviembre (SinEmbargo).- En este contexto desalentador aparece La fosa de agua, de Lydiette Carrión, un reportaje sobre una serie de feminicidios relacionados con la trata y el narcomenudeo que ocurrieron en localidades pertenecientes a Ecatepec y Tecámac, en el Estado de México, entre 2011 y 2013. La primera parte narra los casos de jóvenes de secundarias públicas de la zona de Tecámac, a los que se suman las historias de Yenifer, Mariana y Diana, todas menores de edad. La manera que Carrión encontró para desarrollar las historias fue exponiendo el testimonio de las madres y la angustiante búsqueda de sus hijas y donde el común denominador es la negligencia y opacidad de las autoridades encargadas de investigar e impartir justicia.

El libro pone particular énfasis en la satanización que sufren las víctimas y lo fácil que es abandonar o no llevar a cabo una investigación, argumentando una supuesta vida errática de las desaparecidas. Carrión evidencia que los términos con que la mayoría de las veces se trata este problema, dificulta los procesos de búsqueda: “se fue con el novio”, “era drogadicta”, “se lo buscó”, “ya volverá”, son expresiones comunes utilizadas por autoridades ministeriales para desestimar las desapariciones. La autora dice atinadamente: “para desvalorizar a una chica, saben que basta decir que estaba embarazada. Porque las niñas huyen cuando están embarazadas, porque están avergonzadas, porque es más fácil que una mujer se cuide que un hombre”.

Carrión explica, siguiendo la experiencia de las madres en los ministerios públicos del EDOMEX, que la visión imperante en temas de violencia contra las mujeres es tan ruin, que se sigue conservando la idea de que una mujer debe estar encerrada en casa o de lo contrario se expone a todo tipo de vejaciones. Y aclara que los extorsionadores, los violadores, los asesinos, los agentes del ministerio público y la prensa, lo saben y explotan este discurso para evadir responsabilidades, minimizar el problema o encubrir culpables.

Con respecto a los casos relatados por Carrión, es debido a que una de las madres de las jóvenes encontró por casualidad la clave de facebook de su hija en una libreta, que dio con uno de los implicados en las desapariciones y de esta forma se pudo ubicar y aprehender a los asesinos. Aquí el libro toma un matiz más siniestro aún, pues sale a relucir que los implicados en esta trama de crimen eran los propios compañeros de secundaria de las jóvenes y que ellos, a su vez, eran subordinados de un joven militar, Erick Sanjuan Palafox, perteneciente al batallón de Naucalpan (adscrito al Campo Militar Número Uno). Con la aprehensión de varios de estos personajes, sabemos que las muertes de las jóvenes tuvieron que ver con el narcomenudeo y la trata y que los asesinos eran apoyados por autoridades militares y ministeriales.

En su parte final, el libro trata el descubrimiento de restos óseos en el Río de los Remedios en 2014 y que concluyeron con la búsqueda de jóvenes como Mariana Yáñez y Diana Angélica. Aquí nos damos una idea de la inmensa dificultad de los familiares de las víctimas en el proceso de recuperación de los restos y que son los propios familiares y organizaciones civiles relacionadas con la búsqueda de desaparecidos quienes resuelven la gran mayoría de los casos.

Con La fosa de agua, Lydiette Carrión deja ver el tamaño de la negligencia de las autoridades frente al grave problema de los feminicidios y prueba de ello es que aún con las horrendas historias aquí presentadas (que en su momento fueron ventiladas en los medios masivos), las autoridades del Estado de México inexplicablemente no levantaron la alerta de violencia de género en Tecámac. Sin embargo, el texto es importante por otras razones: al entrar a la vida íntima de las víctimas, la investigación ofrece un panorama del contexto social al que están expuestas las jóvenes de muchas zonas del Estado de México. Adolescentes de quince años o menos que conviven con bandas del crimen organizado y donde el secuestro y el asesinato es algo habitual. Es un relato crudo que nos muestra la realidad que vive un territorio poblacionalmente muy grande y donde la desintegración social y familiar es cada vez mayor.

Finalmente, el presente trabajo dimensiona la gravedad de los feminicidios y la desaparición de personas, en el sentido de que se trata esencialmente de un problema de gobierno y de impartición de justicia y que en los casos aquí expuestos, son responsables el Ministerio público del Estado de México, la Fiscalía de Trata de Personas mexiquense y en última instancia, Eruviel Ávila y Alfredo Del Mazo.

Un libro necesario y doloroso. Foto: Especial

La fosa de agua deja muchas preguntas sin respuesta: ¿Por qué es el Estado de México el que registra el mayor número de feminicidios? ¿Por qué no ha habido un terremoto en las instituciones de procuración de justicia local y nacional frente a la gravedad de estos hechos? ¿Hasta dónde llega la complicidad de autoridades de todos los niveles con grupos del crimen organizado y de trata de personas (delito en el que tristemente somos el primer lugar en el mundo)? ¿Hasta dónde es esta relación la causante de que se minimice los feminicidios?

Aún queda mucho por investigar.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video

más leídas

más leídas