Cooperstown, casa del Salón de la Fama del béisbol en EU

24/08/2018 - 12:01 am

Cooperstown tiene dos museos en una propiedad que alguna vez perteneció al escritor James Fenimore Cooper, autor de la serie de The Leatherstocking Tales (Historias de las medias de cuero). El Museo de Arte Fenimore tiene una linda colección de arte nativo y el Museo de los Agricultores hace que el visitante se sienta en medio del campo.

 Por Larry Lage

Cooperstown, Nueva York, EU, 24 agosto (AP).- Dos sitios me hicieron llorar de alegría en mi vida: El Vaticano y Cooperstown.

No me sorprendió lo que sucedió en la tierra de mi madre cuando me arrodillé y recé en San Pedro. Después de todo, soy sobrino de un cura católico y tengo una tía abuela que fue monja dominicana.

Pero si bien soy un ítalo-estadounidense sensible, no esperaba conmoverme tanto como me sucedió el mes pasado en el estado de Nueva York.

Con mi esposa, nuestro hijo, nuestra hija y una amiguita de ella, decidimos hacer algunas paradas en nuestro viaje de nueve horas de Ann Arbor, en Michigan, hasta Cooperstown. Comimos alas de pollo en Duff’s, en Buffalo, pasamos una noche en la región de Finger Lakes y visitamos Seneca Falls, donde se realizó una convención por los derechos de las mujeres en 1848.

Nuestro destino era Cooperstown, obviamente, por el béisbol.

Jugadores de los Michigan Blue Jayes Treat de Ann Arbor posan para una foto antes de un juego en el Dreams Park de Cooperstown, Nueva York. Foto: Larry Lage, AP

Pero en el transcurso de una semana descubrí que esta pequeña ciudad ofrece mucho más que su mayor atracción, el Salon de la Fama del béisbol, que es realmente un gran templo del deporte.

Mi hijo juega en un equipo de chicos de hasta 12 años, los Michigan Blue Jays Treat, que terminaron la temporada en el Dreams Park de Cooperstown. El espectacular complejo está rodeado de bosques que dan un fondo pintoresco a una veintena de campos de juego con cercos verdes de 2.5 metros (8 pies).

El Dream Park es escenario de 13 torneos de una semana todos los veranos y atrae a los mejores equipos del país. Más de 500 mil visitantes inundan un pueblo de 2 mil residentes fijos.

El torneo ha generado una cultura única en la que es común que un infielder felicite a un rival que recorre las bases tras sacar la bola del terreno, donde cualquier elevado de 200 pies (60) es un jonrón.

Cuando lo vi por primera vez, me emocionó, algo nada fácil para un periodista deportivo que ha estado en miles de juegos.

Y lloré el día en que fui al Salón Nacional de la Fama del Béisbol en la calle principal, que parece sacada de un cuadro de Norman Rockwell.

Me tomó un momento recobrar la compostura para sumarme a nuestros jugadores, técnicos, padres y hermanos para una hermosa charla informativa de 30 minutos con el director de comunicaciones del Salón de la Fama Craig Muder.

Incluso si no tienes a quién alentar en el Dreams Park, trata de ver algún juego.

Será una buena excusa para explorar un sitio como no hay otro. Los lugareños dicen que les encanta el otoño, cuando las hojas de los árboles cambian de color y hay menos gente. Es un buen momento para visitar este paraíso.

Típica escena bucólica de los alrededores de Cooperswotwn, pequeña ciudad sede del Salón de la Fama del Béisbol estadounidense. Foto: Larry Lage, AP

Cooperstown tiene dos museos en una propiedad que alguna vez perteneció al escritor James Fenimore Cooper, autor de la serie de The Leatherstocking Tales (Historias de las medias de cuero). El Museo de Arte Fenimore tiene una linda colección de arte nativo y el Museo de los Agricultores hace que el visitante se sienta en medio del campo.

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