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Germán Petersen Cortés

24/06/2014 - 12:02 am

Michoacán o la infamia de solo salir del paso

Frente al desastre michoacano, autoridades estatales y federales se han limitado a desplegar estrategias coyunturales, enfocadas en simplemente salir del paso de las dificultades, [i] en lugar de implementar soluciones de raíz. Tan pronto como un problema cobra relevancia en la agenda pública, los gobiernos michoacano y federal tratan tan solo de salir del aprieto o, […]

Frente al desastre michoacano, autoridades estatales y federales se han limitado a desplegar estrategias coyunturales, enfocadas en simplemente salir del paso de las dificultades, [i] en lugar de implementar soluciones de raíz. Tan pronto como un problema cobra relevancia en la agenda pública, los gobiernos michoacano y federal tratan tan solo de salir del aprieto o, peor aún, simulan que lo hacen. Tiempo después, los mismos problemas reaparecen, pues quienes debían resolverlos no lo hicieron.

A pesar de las complicaciones de salud del ahora ex gobernador Fausto Vallejo, tanto él como sus aliados se empecinaron en que se aferrara al cargo el mayor tiempo posible. El argumento era que el mandatario, con todo y su deterioro físico, cumplía con lo mínimo requerido para estar al frente de la administración estatal. La lógica de la élite gobernante era la de salir infamemente del paso: aun cuando el gobernador estuviera disminuido físicamente, no convenía su salida, pues la llegada de uno nuevo, ya fuera electo –lo que solo habría sucedido si Vallejo hubiera renunciado antes de cumplir dos años en el cargo– o nombrado por el Congreso, exponía a esta élite a perder el control del estado.

Durante las prolongadas ausencias del mandatario, políticos de distintos partidos apoyaron a Jesús Reyna para que despachara en lugar del gobernador constitucional. Como se sabe, Reyna es ahora procesado por su presunta participación en actividades delincuenciales. La meta de quienes apoyaron en su momento a Reyna no fue darle estabilidad política al estado en el largo plazo, lo que demandaba nombrar como gobernador interno a alguien intachable. Intentaban simplemente hacer ajustes menores que no alteraran los equilibrios políticos locales, no importando que ello implicara el ascenso a la gubernatura de alguien que hoy duerme en el penal del Altiplano.

Una vez llevada a cabo la aprehensión de Reyna, la PGR enmarcó tácitamente sus delitos como actos individuales, no como acciones concertadas entre varios. Se trata del clásico relato del presunto criminal solitario: se le investiga por delitos que habría cometido por su cuenta, sin ayuda de nadie. La estrategia política fue, pues, extirpar a Reyna, quien se había vuelto insostenible, no limpiar a fondo la administración pública estatal y las municipales, en busca de cómplices de la delincuencia.

Vallejo renunció a la gubernatura justo después de la aparición de un video en el que presuntamente aparece su hijo Rodrigo con el capo Servando Gómez “La Tuta”. Si bien es cierto que la salida de Vallejo es una buena noticia para Michoacán, por su ostensible falta de capacidad para seguir en el cargo, sería ominoso para los michoacanos que ello sirviera como una suerte de pago por anticipado para que las instituciones de procuración de justicia no investiguen la delicada situación de su hijo. Si las autoridades se dan por “satisfechas” con la renuncia de Vallejo, cuando hay elementos para sospechar de uno de sus familiares más cercanos, estaríamos ante un duro golpe a la reconstrucción del Estado de derecho en Michoacán.

Salvador Jara llega a la gubernatura con la venia de buena parte de la clase política local. Sin embargo, quedan dudas sobre sus destrezas para gobernar un estado con tantos problemas. El pasado académico de Jara, y en particular su periodo como Rector de la Universidad Michoacana, le dan buenas credenciales, pero no garantizan que cuente con las habilidades necesarias para la política. Las distintas fuerzas políticas lograron ponerse de acuerdo en nombrar a alguien respetado, pero está por verse si es el idóneo para lidiar con la difícil situación del estado o si se trata –por enésima vez– de una salida del paso.

Las acciones gubernamentales contra la inseguridad en Michoacán muestran la misma lógica de salir del paso. El especialista en seguridad Eduardo Guerrero señalaba hace unos días, en una columna para Reforma, que “en materia de seguridad el Estado mexicano funciona como apagafuegos. La operación regular de sus agencias policiales y militares es, en términos generales, una colección de ‘bomberazos’ con resultados mixtos”. La  mecánica de los “bomberazos” se observa nítidamente en Michoacán: la violencia en el estado se atendió hasta que se había convertido en un incendio, en lugar de contenerla cuando apenas se gestaba.

Como comisionado, Alfredo Castillo ha sido un eficiente capeador de problemas coyunturales. En el corto plazo, dicha tarea no solo era necesaria sino también urgente, pero en el largo plazo podría haber peligrosas regresiones, sobre todo si no se ataca de raíz la impunidad, especialmente dentro de la burocracia.

Los problemas más agudos de Michoacán no son nuevos; son versiones actualizadas de problemas viejos, que reaparecen por la infamia gubernamental de solo salir del paso. La entidad requiere soluciones de raíz, que solo pueden decidirse, formularse y legitimarse en espacios que cuenten con la participación de distintos sectores de la sociedad michoacana. Algunos de los asuntos prioritarios son el fortalecimiento de las capacidades institucionales de los gobiernos; la investigación de funcionarios con presuntos nexos con el crimen organizado; la reconstrucción del tejido social en las regiones asoladas por la violencia; y la clarificación de la hasta ahora confusa relación entre autoridades estatales y federales. Es esto o seguir solo saliendo del paso.

@GermanPetersenC


[i] El término se retoma del artículo clásico de Charles Lindblom, “La ciencia de ‘salir del paso’”.

Germán Petersen Cortés
Licenciado en Ciencias Políticas y Gestión Pública por el ITESO y Maestro en Ciencia Política por El Colegio de México. En 2007 ganó el Certamen nacional juvenil de ensayo político, convocado por el Senado. Ha participado en proyectos de investigación en ITESO, CIESAS, El Colegio de Jalisco y El Colegio de México. Ha impartido conferencias en México, Colombia y Estados Unidos. Ensayos de su autoría han aparecido en Nexos, Replicante y Este País. Ha publicado artículos académicos en revistas de México, Argentina y España, además de haber escrito, solo o en coautoría, seis capítulos de libros y haber sido editor o coeditor de tres libros sobre calidad de vida.

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