¡Ora resulta..!

24/05/2014 - 12:00 am

Vientos nuevos barren la nación. Trajeron consigo el hecho insólito de que los Magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación hayan reculado (para tristeza suya y desilusión de sus frustrados “clientes”) en el tema de su retiro impúdicamente alto. Refunfuñando, pero cedieron. Esos mismos aires suavizaron la Ley Bala de Moreno Valle contra manifestantes en Aguascalientes y esfumaron la impunidad del cura potosino Eduardo Córdova. ¿Qué nos pasa?

Generalmente esa pregunta se refiere a lo que NO hacemos los mexicanos para enderezar nuestro país, a lo demasiado que aguantamos, a nuestra casi nula reacción ante los abusos. Todo eso ya es costumbre, se volvió “lo normal” y por eso ahora, dado que la opinión pública reaccionó sorpresivamente y –lo que es más– logró tres triunfos significativos en apenas 10 días, por eso replanteamos la pregunta: ¿Qué nos pasa? ¿Habrá llegado el tan esperado cambio para México? Ahí la dejo.

En el escándalo del voraz “haber para el retiro” de los magistrados destaca que, al verse acorralados y orillados a ceder, trataron de endosarle la responsabilidad del escándalo al “tratamiento que le dieron los medios” por haber dado a conocer su pretensión. Al final, acorralados, tuvieron que recular. Eso sí, adoptaron una soberbia postura de ofendidos y “aceptaron” a regañadientes el mandato de la opinión pública. No está muy claro si el meta-lenguaje de su actitud significaba un desprendido “Al cabo que ni quería”, o un resignado “Bueno, ándale pues…”

Como sea, el hecho es que volvieron a recurrir un truco viejo: igual que en el caso de Cuauhtémoc Gutiérrez y tantos otros, afirmaron que el problema fue que los periodistas inflaron la nota y “mediatizaron el asunto”. Según ellos esa difusión fue el verdadero problema, y no la fortuna que se querían regalar. Despierten, sus “sueñorías”; lo que intentaban hacer en lo oscurito salió a la luz y todas las voces, todas menos la de ustedes, brincaron de indignación.

Sabedores de su oficio, los integrantes del cuerpo colegiado eligieron al Magistrado Salvador Olimpo Nava Gomar para que los representara ante los medios: el manejo de su lenguaje corporal, igual que de su discurso, son realmente persuasivos. Pero aún así, hay un largo pasado que las habilidades de este juez no borran. Javier Corral puso en orden las ideas, rebatió a Nava y dejó en claro todo. Así que no nos engañemos esta vez: lo que detuvo la intentona de los magistrados fue la expresión del México auténtico.

¿Que si no considero auténticos a los magistrados? Pues no, la verdad. Si quien ocupa un encargo para impartir justicia se presta a dictar sentencias a modo a cambio de pagos, veo una contradicción: veo un juez interesado en beneficiarse a costa de la justicia y la paz social, pero no veo autenticidad. Ni en un ciudadano que busca ocupar un cargo público y cuando le toca uno de cuarto nivel se llena los bolsillos con el dinero de todos nosotros y de pronto ya tiene cuatro inmuebles; ahí tampoco veo autenticidad.

Pero la voz popular, la opinión pública, detuvo a los magistrados. Este caso resulta excepcional, tal vez porque el asunto fue de dinero, o tal vez la diferencia estribó en que ahora la información nos hizo sentir lo que tanta falta hacía: que el dinero que se querían autorregalar (porque ellos mismos fijan sus sueldos, algo absurdo) no saldría “del erario” ni “del presupuesto de gastos de la federación” ni de “las arcas de la nación” ni de “la federación”,… sino de nuestros bolsillos. Del suyo (de usted, que lee), del mío, del de todos. El dinero involucrado en cada acto de corrupción que cometen los burócratas que ya tienen demasiado no es sino riqueza generada por el trabajo de cada uno de nosotros, los que notamos el aumento de precios en el mercado, los que nos sorprendemos al llenar el tanque de gasolina, los que sí comparamos los precios para ahorrar.

Como conclusión queda eso de que los abusadores, al ser descubiertos y puestos en la picota, intenten voltear el chirrión por el palito, defenderse haciéndose los ofendidos. O sea: abusan de nosotros una vez, diez, mil veces, nos aguantamos, siguen abusando, pero un día no les sale su numerito… ¿y nosotros somos los méndigos? ¡Ora resulta…!

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video

más leídas

más leídas